LA muestra de artesanos que ayer tuvo lugar en Ortuella en el marco de sus fiestas patronales de San Félix Cantalicio sirvió para refrendar el pálpito del concejal de Eventos de esta localidad minera, Gonzalo Rodríguez, quien vaticinó que los vecinos de la localidad vizcaina agradecerían con su presencia e interés una muestra que sirviera “para dar conocer la capacidad creativa de algunos de nuestros vecinos en un marco de ocio festivo”. Desde luego fueron cientos los ortuellarras y visitantes los que a lo largo de la mañana se acercaron a las ocho carpas instaladas por el ayuntamiento en el lateral del frontón municipal de Ortuella en el que nueve artesanos -en su mayoría aficionados- dieron a conocer sus creaciones en diversas disciplinas como la cerámica, madera, joyería, patchwork.... “Ha sido un éxito por lo que potenciaremos esta feria tanto en fiestas como en las Euskal jaiak”, señaló Rodríguez.

“Yo no suelo ir a ferias pero el hecho de que tuvieran lugar en mi pueblo me decidió a participar”, explicaba Víctor Manuel Rodríguez, un artesano de los tiragomas que enseñó a sus vecinos una pequeña muestra de los artilugios que fabrica -y con los que compite- valiéndose de todo tipo de materiales: desde simples horquillas de nogal hasta elaborados diseños que incorporan puntos de mira realizados con caoba, palosanto negro, cebrano camerunés, boj o con astas de ciervo. “Mis amigos me traen todo tipo de cosas susceptibles de convertirse en un tiragomas”, explica este operario en una fábrica de lunas para automóviles, que descubrió su pasión por los “tirabiques” hace casi una década en un concurso celebrado en La Arboleda (Trapagaran).

Tan alejada de su actividad laboral está la pasión de Víctor como la de Francisco Melchor, un carnicero jubilado que desde hace casi tres años cambió el cuchillo por un cutter con el que realiza muchos de los vaciados que lleva a cabo en los trabajos de grabación en madera. “Cuando estudié artes y oficios se me daba muy bien el dibujo y una vez jubilado me ayudó a volcarme en este trabajo”, explica este afable constructor de todo tipo de cajas y baúles de madera, a las que imprime su estilo particular a golpe de quemador.

Bellas Artes Por contra, Markel Gallego ha logrado aunar pasión y oficio de la mano de la tienda taller que tiene abierta desde hace poco más de un año en Sestao y donde elabora y vende sus creaciones de cerámica, tanto decorativa como utilitaria. Profesor de cerámica en Ortuella, Markel reconoce que tiene en su pareja -natural de Ortuella- “mi mejor control de calidad. Ella es la que suele corregirme, es muy crítica con mi trabajo”, señala complaciente este artesano, que apunta “que hoy día la artesanía tiene una salida difícil para poder vivir exclusivamente de ella. La crisis hace que se resientan las ventas”.

Crisis que llevó a Ainhoa Múgica -natural de Ortuella, aunque ahora reside en Gallarta (Abanto-Zierbena)- a quedarse hace cinco años sin trabajo en una agencia de publicidad. Ahora, sobrepasados los cuarenta, Ainhoa sabe que la vuelta al mercado laboral en su campo es dificultoso pero no pierde la esperanza y, mientras tanto, esta licenciada en Bellas Artes intenta dar salida a las creaciones en diferentes materiales con los que crea piezas inéditas de joyería, fimo, cerámica o customiza prendas, zapatos o bolsos con sus propios y coloridos motivos. “Tuve que hacerme cargo durante varios años del cuidado de mi hija por un tema de salud y en ese tiempo tuve la oportunidad de elaborar gran cantidad de piezas, algunas de las cuales he querido mostrar aquí”, relata.

Quien también busca su hueco en el mundo de la artesanía es el carpintero y grabador Javier Salazar, natural de Ortuella y vecino del grupo Gorbea, quien con mano precisa deja su huella creativa tanto en vidrio como en madera. “De momento la cosa está dura y tengo que compaginar los trabajos de grabación con trabajos en decoración interior o en la construcción”, señala este joven, que ha encontrado el apoyo de algunos amigos que exponen sus trabajos en sus propias tiendas. Caso aparte es el de Iñigo Fernández o el de Edorta Ruiz. Cantero marmolista, el primero, y ceramista, el segundo, su presencia en ferias es bastante habitual ya que acuden en colaboración con la sociedad pública de promoción turística de Las Encantaciones, Enkartur.

“Yo aprendí con un cantero gallego hace ya unos cuantos años y trabajo tanto el mármol como la piedra caliza, la arenisca o el granito. Aparte, hago mis propias creaciones, sobre todo con motivos vascos, relata mientras a su lado en las carpas, Edorta Ruiz atiende un puesto lleno de loza cerámica tradicional junto con creaciones cerámicas ornamentales, como las famosas baldosas de las chimeneas de Barakaldo trasladadas a todo tipo de platos decorativos.

También se dedica exclusivamente a su trabajo artesano Gaizka Gómez. A sus 36 años ha dedicado media vida adulta a desarrollarse como joyero y relojero y, como casi todos los artesanos, reseña que “lo más difícil es encontrar a alguien que te enseñe estos oficios”. Quienes no tienen ningún problema en hacerlo son las socias de Ekilore, un grupo de mujeres que ha hecho del patchwork un arte, incluso solidario, ya que ayer las ventas fueron dirigidas a la ayuda para los refugiados.