Abadiño - Pelotari de vocación, roquero de afición y cocinero de profesión. Miguel Ángel Oregi, Kali, lleva 37 años al mando del segundo bar más antiguo de Matiena. Lo heredó de sus padres y, en homenaje a ellos, el pasado fin de semana festejaron el setenta aniversario del establecimiento en un sarao que juntó a diferentes generaciones de clientes.

Hay que remontarse a 1946 para hablar de la apertura del mítico establecimiento abadiñarra. Cándido Oregi Markina, padre de Miguel Ángel y prisionero de guerra, abrió las puertas del Ostendi tras realizar trabajos forzados en Baztán. “¡Voy a tirar la piedra hasta California! De esta frase de mi padre cuando era un niño viene lo de Kali. No solo a mí me llaman así, sino que a mi hija, mis sobrinos y al bar también”, puntualiza el responsable del negocio a sus 61 años.

Desde que el Ostendi comenzó a funcionar en los años 40, mucho han cambiado las cosas en el segundo negocio más antiguo de Matiena, tras el Taberna Zaharra. Muestra de ello, lo que hoy en día es el comedor, en sus inicios hacia las funciones de cuadra para que los clientes dejaran el ganado. Por otro lado, el establecimiento llegó a contar con viveros de escayus y cangrejos muy demandados por clientes que venían incluso desde Bilbao y Donostia a degustarlos. “Muchos también eran cazadores que venían andando desde Eibar, comían aquí y se volvían en tren a casa”, recuerda con cariño el responsable del negocio, que cogió el testigo de su padre en 1979 tras regresar de jugar dos temporadas a pelota en estados Unidos.

La comida casera siempre ha sido uno de los grandes atractivos del negocio abadiñarra que ha hecho las delicias de los miles de comensales que han pasado por su comedor. “Mi madre era una cocinera maravillosa y todo lo que sé lo aprendí de ella”, puntualizó orgulloso Miguel Ángel, que fue pelotari profesional durante casi una década y comenzó a dirigir el negocio familiar con la inestimable ayuda de su mujer Lourdes. En esta andadura siempre ha estado presente otra de sus grandes pasiones: el rock and roll. Así, es establecimiento abadiñarra se convirtió en punto de encuentro para los amantes de este estilo musical. “Todavía guardo más de 3.000 discos de vinilo. El bar se convirtió en los años 80 en parada obligatoria para muchísimas cuadrillas que buscaban buen rock”, recuerda con nostalgia, mientras asegura entre risas el dicho “viejo roquero nunca muere”.

Reencuentro Con motivo del setenta aniversario, el Ostendi recibió el pasado sábado la visita de cientos de clientes que quisieron revivir aquellas noches interminables. Sus protagonistas, hoy algo mayores, quedaron para volver a verse en su bar preferido La emotiva jornada sirvió también para homenajear a Miguel Ángel que recibió placas conmemorativas tanto del ayuntamiento de Abadiño como de los hosteleros de Matiena. Ya por la noche, el local se quedó pequeño y muchos decidieron quedarse fuera disfrutando de la jornada conmemorativa en la que se agotó la cerveza. “A mis padres les hubiera hecho mucha ilusión ver la celebración porque también sirvió de homenaje a ellos. Ha sido precioso ver a cuadrillas que solían venir hace tantos años”, apuntó emocionado Miguel Ángel en compañía de su mujer.

Con las fiestas de Matiena a la vuelta de la esquina, el bar restaurante Ostendi vivirá de manera especial los festejos de este año, que se celebrarán del 27 de abril al 8 de mayo. Como siempre, lo que no faltará será la buena música que ya está preparada, más de ocho horas seguidas sin repetir ninguna canción, para deleitar a una clientela que podrá disfrutar con alguna sorpresa especial que conmemorará nuevamente el aniversario. “Vengo contento a trabajar porque tengo una clientela maravillosa y fiel, y un equipo de trabajo inmejorable”, zanjó un agradecido Kali.