Loiu - Asegura que de Loiu le gusta todo. Y se emociona cuando explica que este pueblo de Txorierri es su vida. Begoña Azkue lleva 25 años trabajando como auxiliar de farmacia en esta localidad. Antes estuvo cinco años en la farmacia que había junto a la rotonda de Asua, en Erandio, cuyos clientes eran, ante todo, vecinos de Goierri. Defiende que Loiu debe mantener su esencia de pueblo. Es testigo de primera línea de la evolución de esta localidad que se caracteriza, entre otras cosas, por sus barrios dispersos y por una idiosincrasia que está inevitablemente marcada por la cercanía del aeropuerto.
25 años en la farmacia. Ha visto la evolución del pueblo desde detrás del mostrador
-Sí. ¡Y desde delante! Primero, en la escuela que estaba en los costados del ayuntamiento. En el frontón jugábamos, a la cuerda, al balón... Ha sido toda una vida. Sencilla pero bonita. Ahora tenemos más cosas, pero falta un poquito esa relación de pueblo.
Ya no hay escuela municipal...
-No. Y es una pena. Porque une mucho tener una escuela, tener cosas para que los niños del pueblo se junten, compartan y puedan convivir. Ahora van a Derio, a Sondika, y me parece muy bien, pero también sería bonito volver a tener esa escuelita.
¿En qué nota que ha cambiado Loiu desde sus años de niñez?
-Supongo que como pasa en todas partes, en que ya no se hace tanta vida de pueblo, donde todos se conocen, donde está la tiendita a la que va todo el mundo... Aquí hay una tienda, pero la gente va menos, va más a supermercados. La gente hace vida en sus casas. Estás a 200 metros del otro y no te ves. Los vecinos muchas veces se reúnen en la farmacia: se encuentran y se saludan con besos y abrazos, charlan... ¡Hasta me dicen que debería tener una cafetera! (Ríe).
¿Qué es lo que más le gusta de Loiu?
-Todo. Le faltan algunas cosillas, pero me gusta todo.
Se emociona... ¿Por qué?
-A mí no me gustaría irme de Loiu. Ir a vivir a otro pueblo es como dejar todo lo tuyo y empezar una nueva vida, una nueva historia. Aquí salgo a la calle y todo el mundo me saluda. Es que yo soy muy de pueblo. Tú vas a Bilbao y estás rodeada de gente pero te sientes sola. En Loiu no. Aquí sé que a cualquiera le puedo pedir un favor. Lo bonito de los pueblos es que todos somos como una familia y eso se está perdiendo un poco.
¿Qué significa Loiu para usted?
-He nacido aquí, he vivido aquí. Loiu para mí es mi vida y mi mundo. Si voy a la ciudad, cuando regreso y veo la recta que llega a Loiu, me entra paz. Eso se lo he oído a mucha gente, también de la que ha venido nueva. Es algo que pasa cuando te acostumbras a vivir aquí, que es bonito y relajado.
¿Loiu conserva el carácter rural?
-Un poquito. Hay muchos baserris con sus huertas y sus animales. Hay mucha gente a la que eso le hace mucha ilusión, a los mayores. Y la gente nueva pone huertitas y están encantados. Sería bonito mantener eso. Me gustaría que Loiu creciera, pero un poquito, que mantuviera ese ambiente de pueblo.
Tantos años en la farmacia dan para muchas anécdotas...
-Pero todo muy bonito. Es todo gente conocida. Me gusta hablar con la gente mayor.
La farmacia es uno de los pocos comercios que hay en Loiu
-Sí. Es una pena. Necesitamos un poco de núcleo, un poco de vidilla.
¿Ha cambiado el sector, el trabajo en una farmacia?
-Antes había más contacto, hablabas más con la persona. Ahora hay que mirar tanto al ordenador... Me acuerdo de don Pantaleón, el cura del pueblo, que a veces venía a por medicamentos, y a veces, a charlar un rato. Ya no hay esos ratitos de charla. Estas tecnologías son maravillosas, pero te quitan ese tú a tú con el cliente.
25 años de auxiliar de farmacia en Loiu