Los vecinos de Galdakao conviven desde el pasado otoño con 16 agentes cívicos que pretenden hacer su día a día un poco más sencillo. Les distingue un llamativo buzo fosforescente, las ganas de ayudar a los galdakoztarras y también una lucha compartida contra el desempleo. Todos ellos quieren trabajar, pero la difícil situación laboral se lo impide. Mientras, se han sumado, cargados de ilusión, a esta iniciativa del Ayuntamiento que durante seis meses les permite llevar a su hogar un salario digno a cambio de prestar un servicio útil a su municipio.
José Mari Alonso, de 53 años, y Ainhoa Gastón, de 41, forman desde el pasado 20 de noviembre un tándem laboral bien compenetrado que cada mañana arranca para ayudar en lo que haga falta. En ambos casos se encontraban en situación de desempleo cuando la puesta en marcha de una nueva remesa de agentes cívicos por parte del Ayuntamiento les dio la oportunidad de volver a trabajar fuera de casa. En el caso de Ainhoa Gastón la situación era especialmente acuciante. “Firmaría este trabajo para toda la vida. Se anda mucho y estamos siempre en la calle, pero lo único que realmente cambiaría es que dura 6 meses. Entendemos que tienen que dar la oportunidad a más gente y de ahí esa duración es reducida... Para nosotras es un auténtico respiro a nivel económico y también psicológico. El salario es el más decente que he tenido nunca, es de agradecer esta oportunidad”, explica.
La situación de su compañero de trabajo también comenzaba a ser complicada por culpa del desempleo cuando le llegó esta oportunidad. “Me quedé en paro a comienzos de 2015, cuando se produjeron despidos en la fábrica. Cuando comencé a trabajar como agente cívico apenas me quedaba subsidio. Le estaba empezando a ver las orejas al lobo. La mayoría de quienes trabajamos en este proyecto tenemos hijos, yo tengo uno y Ainhoa también tiene otro, de forma que la situación empezaba a ser complicada también en mi caso. Esto nos da la vida y estamos muy agradecidos”, explica José Mari Alonso.
Los 16 agentes cívicos que hasta el mes de mayo trabajarán en Galdakao forman parte de un grupo heterogéneo que reúne a jóvenes de apenas 20 años y a veteranos de 55. La mitad de ellos trabaja ayudando a aparcar en el hospital de Usansolo-Galdakao, mientras que el resto desempeña su trabajo fundamentalmente en el núcleo urbano. Las tareas de este segundo grupo consisten en cuidar los pasos de peatones de los entornos escolares durante las horas clave, así como hacerse eco de las quejas de los vecinos y, en definitiva, echar un cable en tareas municipales.
En centros escolares Su jornada laboral comienza a primera hora de la mañana, cuando sobre las 8.00 horas firman en el behargin-tza de Zabalea (su trabajo está ligado al área de Empleo). A partir de ahí, su primera tarea consiste en facilitar la llegada de los escolares a los centros educativos del municipio. “Muchos padres saben en qué puntos nos situamos y eso les permite mandar a sus hijos solos a clase, ya que damos el paso a los coches y nos aseguramos de que no haya problemas”, apuntan. Esta tarea se repite otras tres veces al día hasta que con la salida de los menores de clase, ya por la tarde, concluye su jornada laboral de alrededor de ocho horas.
Mientras los niños permanecen en las aulas, su labor consiste en atender a los galdakoztarras en torno a diversas cuestiones. “La zona que nos han asignado es la de Urreta y Bengoetxe, que son precisamente los barrios de los que venimos. La gente nos conoce y nos suele llamar la atención en torno a quejas y avisos. Hemos trasladado ya unos cuantos y estamos satisfechos porque se ha dado solución a casi todo los que nos ha llegado. Ves que tu trabajo es útil y eso es estimulante. También hemos ayudado a la Policía Municipal en labores como colocar carteles y creemos que agradecen esa colaboración”, explica Alonso.
En el aparcamiento El trabajo en torno al hospital se centra en ayudar a canalizar en lo posible los problemas de aparcamiento que existen en la zona, ayudando fundamental a encontrar sitio e indicando qué lugares son apropiados para aparcar y cuáles no.
El Ayuntamiento comenzó a impulsar estas brigadas de agentes cívicos hace una década. La experiencia resultó tan positiva que se ha venido repitiendo desde entonces. En 2014, un total de 26 agentes cívicos participaron en programas de empleo tan diversos como rehabilitar pisos municipales o adecentar caminos y sendas verdes, unas labores estas últimas que también ha desarrollado la remesa de agentes cívicos del último verano.
En el último proceso de selección participaron más de un centenar de personas y el mismo se realizó en base a criterios de puntuación que valoraban el grado de necesidad de este empleo por parte de los aspirantes o si habían participado previamente en otras promociones (se busca la rotación).
Este tipo de iniciativas parten de la visión de que, si bien las competencias en materia de empleo no corresponden a los ayuntamientos, las administraciones locales tienen algo que decir en el impulso al trabajo y la empleabilidad. “Quienes estamos en situación de desempleo estamos deseando trabajar: no queremos que nos den subsidios, queremos trabajar”, sintetiza Ainhoa Gastón.
El Ayuntamiento tiene la intención de seguir impulsando este tipo de programas, siempre en función de los recursos disponibles, e incluso se plantea “dotarlos de nuevos contenidos de trabajo” en beneficio del municipio.
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