Galdakao - “A veces un hobby o una afición te llega de la más absoluta casualidad”. Así define Ángel Díaz su pasión por la talla de madera y por la creación de maquetas de estructuras muy conocidas de la geografía vizcaina. Nacido en Cantabria, llegó muy joven a Bizkaia y tras vivir unos años en Portugalete se estableció definitivamente en Galdakao, localidad de la que se siente muy orgulloso. Este artista no se considera un artesano pero bien podría aplicársele esta denominación, pues sus trabajos están realizados al detalle y busca siempre la perfección, que consigue mediante una dedicación absoluta e infinitas horas de trabajo. Este galdakoztarra de adopción y de corazón ha pasado 40 años trabajando en varias empresas vascas dedicadas a la calderería y esa experiencia le ha servido para las obras que una vez jubilado crea “por diversión”.
Entre sus trabajos y obras se puede distinguir entre los realizados en hierro y las piezas a base de tallar la madera, a la que últimamente dedica todo su tiempo y esfuerzo. Entre todos sus trabajos hay proyectos de todo tipo, el Puente Bizkaia o Colgante de Portugalete, la Cruz del Gorbea, un paragüero, un perchero, costureros de madera, escudos, barcos y un largo etcétera que son ejemplo de la versatilidad de este artista aficionado. Sin embargo, Ángel comenzó su andadura en esto de las maquetas y la artesanía con el hierro y de la forma más casual posible. “Un día que subí con la familia al Gorbea y me quedé medio dormido en la cima, admirándola, decidí recrear a escala su famosa cruz y al día siguiente volví a subir para tomar las medidas”, relata. Nunca se había interesado por este tipo de artesanía hasta entonces y de eso hace ya 16 años. Hoy en día ya ha creado 18 de estas torres. “Es como mi obra más característica y ya he repartido 17 de ellas entre familia y amigos”, destaca Ángel.
Después de la cruz se embarcó en una de sus creaciones más espectaculares, una maqueta a proporción del Puente de Bizkaia o Puente Colgante. Una majestuosidad en la que tuvo que colocar a mano más de 10.000 tornillos y sus correspondientes tuercas, instaló además un motor para que la barquilla transportadora funcionara y fuera de lado a lado. “Más de un día me dieron las 3.00 de la madrugada metiendo tornillos”, asegura. Una obra que le llevó dos años de trabajo y que realizó poco antes de jubilarse.
También hizo una maqueta de la grúa Carola situada en las gradas del antiguo astillero Euskalduna, símbolo del Bilbao industrial y que Ángel consiguió recrear de la mejor manera posible. “Aquí también las medidas fueron indispensables”, apunta. Y es que, además de las obras en sí, los planos que traza de cada una de ellas podrían considerarse ya un trabajo solo apto para profesionales. Esto lo hace posible gracias a que en su trabajo le tocó lidiar con la alineación. “Con las medidas generales de cada estructura aplico la escala en el dibujo y lo ajusto a unas medidas con las que poder trabajar”. En todo esto tiene mucho que ver su trabajo, Ángel asegura que “en la calderería aprendes a veces a ser un artesano del metal”.
El siguiente paso de este artista fue comenzar a trabajar la madera. Animado por varios de sus amigos aprovechó un curso ofrecido por el Ayuntamiento de Galdakao en Bekea. Un año le bastó a Ángel para maravillarse por este tipo de artesanía y meterse de lleno en ello. En este sentido, tuvo que crear junto con otro compañero la asociación Trintxa Zurlanketa Elkartea. Desde 2008 son ellos los que juntan a “unas quince personas” cada martes y jueves durante cuatro horas para “crear cualquier cosa que se nos ocurre con madera”; explica. Allí se juntan y aprenden los unos de los otros, además de pasar “unos ratos muy agradables y divertidos”.
El trabajo más complicado hasta ahora para Ángel ha sido la creación de una fragata pieza por pieza. “No es la típica maqueta que te viene por fascículos, sino piezas que he ido creando yo una por una”. Todos sus trabajos implican tiempo y una dedicación de la que se siente orgulloso. Tanto el tiempo como el dinero invertidos son incontables. “En la Carola por ejemplo dejé de contar cuando llevaba gastados 500 euros”, apunta. Todos los materiales son bastante caros, el hierro cortado a láser, los tornillos especiales, la madera...
Su casa también se ha convertido en taller improvisado y museo de todo tipo de obras. “Mi mujer está encantada ya que hago muchas cosas útiles”. Para dar a conocer sus trabajos Ángel y sus compañeros expondrán del 29 de febrero al 4 de marzo varias obras en Torrezabal kultur etxea.