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La fuerza que acompaña a Rikar Herbosa

El santurtziarra colecciona desde hace 25 años artículos relacionados con la saga de ‘Star Wars’ Entre su material, expuesto en la plaza Biotz Alai de Getxo, hay hasta latas de Pepsi-Cola y Kas

La fuerza que acompaña a Rikar Herbosa

Getxo - La afición mental no transitoria por algo puede llevar a que, en un momento dado, en medio de la casualidad, puedas cometer alguna locura y, por ejemplo, meterte en un contenedor de basura. Que se lo pregunten a Rikar Herbosa, seguidor con hipérbole de Star Wars. “Hay una chapa con el lema Que la fuerza te acompañe que solo la daban las distribuidoras a los cines para que la llevaran los acomodadores en los estrenos. Yo sabía que existía, porque una amiga de mi mujer la tenía, que su padre era distribuidor de cine. Me la enseñó un día y le rogué: Véndemela y me dijo que no podía, porque se la había dado su padre cuando era pequeña y la tenía mucho cariño, y claro, lo entendí. Busqué muchísimo esa chapa por todos lados y no la encontré. ¡Es que ni siquiera había constancia de que existiera! Porque hay páginas web especializadas en las que viene todo el material y no aparecía en ellas. Cuando tiraron el cine Vistarama, en Zabalburu, hace unos veinte años, un día estaba yo ahí esperando a que me vinieran a buscar, y en uno de los contenedores de los escombros vi la chapa, así que ahí me metí. Me pareció increíble, casi, casi cosa del destino, que treinta y pico años después de saber de esa chapa, me la encuentre en la basura...”, relata con gracia este santurtziarra, que es el propietario de toda la colección que se encuentra expuesta hasta el 5 de enero en la plaza Biotz Alai, de Getxo.

Rikar tiene figuras, carteles de las películas, robots, cómics, máscaras, juegos de mesa... Entre todos estos tesoros de una galaxia muy, muy lejana, habrá cerca de mil piezas. “La mayoría está en mi casa, pero no colocado tan bonito como en la exposición; está todo muy apretado. Las figuras que están en Getxo en un montón de vitrinas, yo las tengo apelotonadas en dos vitrinas del Ikea. Luego, las naves, que ocupan un montón, están en lo que era mi habitación en casa de mis padres. Lo demás: las películas las tengo junto al resto de mis películas, donde tengo los libros, están estos libros... Y el soldado grande del fondo de la exposición, que lo he comprado este año, lo tengo de momento junto a la puerta de casa. El otro día entró mi madre, y yo no la había avisado de que estaba allí, y casi le pega un infarto a la pobre. ¡Es que mide 1,90! No sé dónde lo voy a poner...”, comenta.

Y es que el universo Star Wars es infinito. ¿El artículo más raro que hay sobre esta saga? “He llegado a ver condones que brillan en la oscuridad y en los que pone en el envoltorio: Yo no seré tu padre. No son oficiales, claro, y ahora que está Disney de por medio... menos va a haber. Que, por cierto, el traje de Leia, que es una fantasía erótica de muchos hombres, lo ha retirado Disney del mercado porque lo considera machista”, señala Rikar. En su dispendio galáctico, que cuenta ya un cuarto de siglo, este vecino de Santurtzi también conserva objetos peculiares, como latas de Pepsi y Kas o turrón. “Tengo mucho cariño a un afiche de cine, porque ya no se utilizan, y a las naves que me traía mi madre de Barcelona cuando era pequeño, a donde viajaba mucho. Yo alucinaba con ellas”, recuerda Rikar.

Labor de búsqueda Y es que claro, ser un coleccionista en los años 80 y 90 no es lo mismo que serlo ahora en la era de Internet. “De todos modos, no soy de tirar de dinero para comprar. Hoy en día, puedes adquirir cualquier cosa: te metes en Ebay, pagas y ya está. Pero a mí eso no me gusta, aunque con algunas cosas lo he hecho porque son difíciles de conseguir, sobre todo aquí en Bilbao. Pero la mayoría no las he logrado así, me gusta rebuscar en mercadillos y ferias, en foros de intercambio... eso tiene más valor”, considera. Así dio el pasado mes de junio, en Madrid, con una figura “que llevaba buscando muchos años” y, que de repente, “ahí estaba en una caja con artículos en oferta; me la llevé por 2 euros y en su día la vi por 100”. Sus primeras joyas son unas figuras de 1979, cuando aún no había sentido la pasión coleccionable que hoy mueve la fuerza que le acompaña.