A la misma edad que la suya, Wolfgang Amadeus Mozart deslumbraba con su precoz talento. Composiciones fechadas en el siglo XVIII que el trío Khantoria interpretó para alumnos de Secundaria de los colegios Maristas San Miguel y Mimetiz de Zalla dentro de la semana musical de la localidad. Tomando la biografía del genio austríaco como hilo conductor, el concierto celebrado en el Zine Antzokia acercó a los chavales a la música de cámara “también fijándonos en temas vascos”, según explicaron los componentes del grupo, Ander Berrojaldiz, (violín), Maider López (viola) y Virginia Gonzalo (clavecín)

Hace cinco años que formaron el grupo Kanthoria, cuya nota distintiva es el toque didáctico que imprimen a unas actuaciones que no terminan con la ovación final. Así sucedió en Zalla. Los escolares pudieron subir al escenario para preguntar sus dudas a los músicos y animarse a tocar los instrumentos que utilizaron, “todos copias de piezas de época”.

Les llamó la atención el clavecín, “que estuvo en boga durante el siglo XVIII antes de que se pusiera de moda el piano”. “La persona que lo toca lo afina antes de cada concierto y los tratados antiguos dicen que debe tocarse con la mano colocada de una forma más rígida que se denomina posición de uña de gato”, detalló Virginia Gonzalo a los jóvenes que escuchaban atentamente. Un delicado instrumento, fabricado a imagen y semejanza de un clavecín parisino de 1760 “que se transporta en furgoneta y revisa una persona especialista que viaja expresamente desde Italia”. Ander Berrojaldiz contó en respuesta a las preguntas de los estudiantes cómo adquirió su violín en Noruega por mediación de un luthier alemán y lo conserva en perfectas condiciones aplicando resina a las cuerdas del violín, “que están hechas a base de crines de caballo”. “Cuanto más viejos son, mejor porque sus poros se abren y mejora el sonido”, dijo a los jóvenes.

Cuando durante los conciertos de Khantoria Ander pregunta a los presentes en el auditorio si alguien toca un instrumento, siempre se levanta alguna mano. “Muchos de ellos han oído hablar de Mozart”, se felicita, signo de la buena salud de la que goza la música clásica. Ellos, además, humanizan al niño prodigio. “Con cuatro años ya componía, pero como todavía no sabía traducir el sonido a la partitura se lo reproducía a su hermana para que lo hiciera ella”, relató. Más adelante se atrevió con el violín “aprendiendo de manera autodidacta”, lo que le permitió concebir piezas más elaboradas. Así, “junto con su hermana al clavecín y su padre con la viola empezaron a actuar ante un público reducido”. Nacía la música de cámara, banda sonora de muchos acontecimientos sociales.

Más desconocidas resultan otros nombres que Khantoria menciona en sus actuaciones, sin embargo, más cercanas. Juan Andrés Lombide, nacido en Elgeta en 1745, “llegó a ser organista de la catedral de Santiago de Bilbao”. “También dominó clavecín y violín y se puede decir que su estilo se asemeja a Mozart. Por desgracia, solo han llegado hasta nosotros partituras para clavecín”, añadió Ander Berrojaldiz. Los integrantes del grupo, todos ellos formados en el extranjero, se han tomado la licencia de completar ese vacío con sus instrumentos. “La investigación es fundamental para nosotros. Hay una parte de los temas que reconstruimos y componemos basándonos en cómo pudo haber sido. Escuchar la melodía que sigue bailándose en la danza de los arcos también deleitó a los jóvenes. Hoy la semana musical de Zalla salta al siglo XXI de la mano de Efecto Pasillo.