PARECEN leones”. A Sabin Bizkarralegorra, un ingeniero de caminos bilbaino, le impresionó el pelaje y el aspecto de los gatos abisinios nada más verlos. Tras investigar mucho, decidió que quería ser criador de esta raza de felinos. Pero no lo quería hacer de cualquier manera: “Quería traer a Euskal Herria lo mejor”. Decidirlo fue fácil, pero conseguirlo no tanto. Tardó tres años en conseguir su primer ejemplar. La razón por la que tuvo que esperar tanto tiempo fue el hermetismo de un mundo en el que ninguno de los mejores criadores del mundo quiere vender (ni siquiera a precios astronómicos) ejemplares sin castrar que puedan difundir fuera de sus instalaciones unos genes cultivados durante años de crianza.
Viajó a Dinamarca a una exhibición donde había más de 150 ejemplares de los mejores criaderos y seleccionó los cuatro que más le gustaban. Demostró que tenía buen ojo. “Curiosamente, los cuatro salieron nominados. Y tenaz como solo lo puede ser un ingeniero bilbaino, consiguió que uno de ellos le vendiese su ejemplar. “Y bien vendido”. Fue el punto de partida. Así llegó a su casa Lehena, la gata de la que nacería toda una saga de abisinios bilbainos. Sabin explica que los gatos son para él un hobby. “No hay un buen criadero de pura raza que pueda vivir de esto”, confiesa, “los precios de estos gatos son muy caros para la gente. Si se pudiera vivir de ello, dejaría encantado la ingeniería para dedicarme por completo a los gatos”. Esa pasión es la que le empuja a zambullirse en un mundo “donde hay muchos frikis y señoras de sesenta años” para disfrutar de una raza muy peculiar. A los abisinios lo que les hace especiales es su pelaje, con unas características concretas que se diluyen al mínimo cruce con un gato de otra raza “porque ese gen es recesivo”.
Los abisinios los trajeron a Europa los británicos en las guerras abisinias. Son originarios de lo que hoy en día es Etiopía, aunque genéticamente se ha demostrado que vienen de la India. “Es de las razas de gato más antiguas que se cría”, alecciona Sabin. En cuanto al carácter, son mimosos e hiperactivos: “Les gusta corretear, jugar y estar con sus dueños. Son gregarios y tienden a seguir especialmente a una sola persona”.
Una vez en Bilbao Una vez que Lehena llegó a Bilbao, el siguiente paso fue cruzarla con machos a la altura. Tampoco fue algo sencillo, ni barato. Sabin tuvo que llevar su hembra a Alemania, a uno de los criadores con más prestigio de Europa, para poder cruzarla con un macho. Aquel fue un pasito más en un complejo mundo condicionado por alianzas y guerras que dejan en una minucia los rifirrafes entre Capuletos y Montescos: “Hay grupos, mafias o familias de criadores dentro de cada raza. Entre ellos, unos se llevan muy bien y otros se llevan a matar.”.
Abilki, uno de los dos criaderos de gatos abisinios del Estado que están controlados por la Fédération Internationale Féline (FIFE), y el único de Euskadi, comenzó así a criar gatos con unas cualidades que no han pasado desapercibidas en el exigente mundo de las exhibiciones. No en vano, Sabin Bizkarralegorra ha conseguido que una de sus últimas gatitas se haya ganado su presencia en el Mundial de Malmoe de este mismo mes.
El criador bilbaino sigue escrupulosamente las normas de la FIFE que garantizan que sus animales disfruten “de su vida de gata” y no sean explotadas como sucede en las granjas de producción industrial. Cada hembra solo puede criar dos veces al año como máximo y son esterilizadas después de dar su quinta camada. Evalúa y analiza detenidamente cada ejemplar que nace en sus camadas para conservar la hembra que estima que puede perfeccionar la raza según sus criterios. Los abisinios tienen una media de 2,5 crías por parto, por lo que una hembra genera de media diez crías en toda su vida. Si se calculan los costes de su alimentación, el pedigrí, el veterinario, los desplazamientos para las exhibiciones y montas, etc., las matemáticas desvelan que para cubrir lo invertido cada ejemplar debe venderse por más de 1.000 euros. “Tenemos más demanda que nuestra capacidad de criar, así que no se crían pensando en la gente, sino en mejorar la raza”. El precio variará en función de las características de cada ejemplar, lo que marcará si es un gato para exhibiciones, para cría o para ser una mascota de compañía. Algunos ejemplares pueden alcanzar en el mercado los 4.000 euros.
Sabin acude anualmente al menos a dos exhibiciones internacionales, lo que le permite conseguir tres objetivos: contrastar que está potenciando correctamente en sus ejemplares las características que él busca, dar a conocer la raza y dar a conocer su criadero. Es en esas exhibiciones donde contactan con él muchos de los que serán los futuros dueños de sus gatos.