Alonsotegi - Estudiaban segregados, iban a misa los domingos y al salir ellos caminaban por un lado de la acera y ellas por otro. ¿Así, cómo iban a dejarse atrapar por los flirteos de juventud? Hasta que una cuadrilla de Alonsotegi resolvió poner fin a la barrera invisible que alejaba chicos y chicas, buscando consejo en la voz más inesperada. Fue el párroco Juan José Arizmendi quien les sugirió crear una asociación, bajo cuyo paraguas podrían confraternizar sin levantar suspicacias en las conservadoras familias de la época. Mirando al paisaje de su alrededor supieron a qué dedicarían el tiempo libre: monte, constituirían un club de montaña. De aquello hace ya cincuenta años, fecha que la agrupación Goikomendi conmemora preparando un libro que recopile fotografías de este medio siglo.

José Manuel Gómez es uno de los socios fundadores, además de primer presidente de Goikomendi. Desde el local de la plaza Madinabeitia, donde descansan los recuerdos del club, ríe al echar la vista atrás. “Sin el apoyo de la Iglesia no había nada que hacer”, recuerda ante el gesto cómplice de sus compañeros, Jasone Salazar y Manolo Orabio. Los tres, junto con la actual presidenta, Flor Martínez, componen la comisión especial destinada a planificar los actos con motivo de las bodas de oro. Han formado un equipo de varias personas, ya que pretenden reunir al mayor número posible de vecinos relacionados con Goikomendi de una u otra forma. Y eso significa tocar varios municipios. Cuando los mendizales de Alonsotegi quisieron federar el club les respondieron que no alcanzaban el cupo mínimo de personas, así que ampliaron el horizonte a Zalla y Gordexola. “Nos llegaron rumores de que en ambos municipios se estaban preparando también clubes de montaña”, rememoran.

Un par de reuniones y trámites después ya estaban listos para echarse al monte. Aquellas excursiones acompañados por el padre Arizmendi eran toda una odisea y “como descubrir América” por la compañía. Empezando porque “hasta 1973 había que pedir autorización a la Guardia Civil para organizar las salidas, ya que nos juntábamos mucha gente; no hay que olvidar que aún estábamos en la dictadura”.

Los padres se revelaban casi tan estrictos, sobre todo si los planes incluían pasar la noche fuera. “Ya podíamos jurar sobre la Biblia que dormiríamos en tiendas de campaña separadas, que no había nada que hacer”, señala Jasone. Paulatinamente fueron conquistando nuevas cimas. Primero, salidas en autobús. Hacia 1974 lograron que les concedieran el uso de una casita en las faldas del monte Ganekogorta, “donde ya conseguimos compartir el mismo espacio, pero no sin un continuo tira y afloja en casa hasta la década de los ochenta”. A sus hijos se les escapan las carcajadas al escuchar estas anécdotas de tiempos no tan pasados. El caso es que el club Goikomendi cumplió el propósito para el que había nacido: no pocas parejas escalaron del monte al altar.

Al mismo tiempo, “prendió en nosotros el gusanillo del monte”, apostilla Manolo. Gran parte de los mendizales de Zalla y Gordexola se dispersaron hacia proyectos similares en ambos municipios los miembros del club en Alonsotegi ampliaban la familia. Los tiempos han cambiado. “La comodidad del coche provoca que la gente vaya por libre, diluyendo el espíritu de grupo”, analizan. Lo recuperarán en las fotografías y la crónica de una expedición de medio siglo. Quienes deseen aportar material pueden enviarlo al correo electrónico gagoikomendi@ yahoo.es. Una comida de hermandad redondeará las celebraciones del aniversario en los próximos meses, en la que brindarán por Goikomendi. “Hemos tenido altibajos.... ¡pero resistimos!”, proclaman.