la felicidad debe depender de las cosas bien hechas, de todo aquello que nos hace sentir lo estupendo que es vivir”. La cita resplandece iluminada con luces rosadas, pulcramente encajada en un mural de madera en la entrada de uno de los talleres de la escuela del Grupo Peñascal en Bolueta. El lema pretende calar en los jóvenes, y no tan jóvenes, que cada día intentan aprender en ese edificio una profesión que les ayude a insertarse como una pieza perfectamente engrasada en el exigente mercado laboral. A eso se dedica desde hace tres décadas el Grupo Peñascal, una cooperativa que ha encontrado en la solidaridad y en el arte de las segundas y terceras oportunidades las herramientas perfectas para tender la mano a personas con alto riesgo de exclusión social y convertirlas en carpinteros, fontaneras, modistas, cocineros, instaladores de calefacción, reposteras... En un abanico increíblemente amplio de profesiones en las que, como reza el cartel del taller, hacer bien las cosas y sentir lo estupendo que es vivir.
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