UNO de los lemas que guían Kënsla, el proyecto que hoy les traigo a la página, hacia el espacio exterior proviene del pasado. Pertenece a José Ortega y Gasset y nos recuerda que “en cuanto que haya alguien que crea en una idea, la idea vive”. La frase es vieja, ya lo sé, pero trae consigo tanta verdad que solo por su elección merece la pena el brindis. No es fácil explicarlo. Kënsla nace de la fusión de conocimientos generados entre el mundo del diseño gráfico y la comunicación. Escuchemos a Elene e Ines Uribarren, las dos valientes que han puesto proa hacia ese nuevo mundo. Kënsla es un espacio de exposición y venta de productos de diseño industrial y artesanía, con un cuidado especial en estilo y calidad. Se trata, dicen, de una herramienta para impulsar en el mercado productos, principalmente, del sector de decoración y regalo. Es un espacio a pie de calle que está abierto de forma permanente, un lugar que uno puede reservar para su exposición dejando a ambas promotoras el resto; desde el mimo al producto a su historia, presentándolo a visitantes y consumidores en un estuche de terciopelo, como si fuese una joya digna de Tiffany’s.
Han esperado tres meses de rodaje en la calle -proceden de ese sugestivo Cabo Cañaveral que es Bilbao Ekintza...- para iluminar el local con una presentación en público que tuvo los alicientes del catering preparado por los nuevos dueños del Perrotxiko (¡ay, aún duele el recuerdo del amigo Santiago!) y la música del grupo Costa Oeste. Fue una puesta de largo acorde a otro de sus lemas: la vida ha de ser divertida, emocionante y retadora. A la hora de encender la luz se encontraban expuestos los grabados calcográficos de Charo Villa; las fotografías de Tere Ormazabal, vanguardistas en su apuesta por una técnica de última hora, la transferencia de emulsión basada en la técnica de Polaroid 669; los tocados, coronas, diademas, tiaras, turbantes y casquetes ideados por Gin & Col, firma en la que habitan Sole y Virginia; los productos de Bjota Bolsos, una firma que trabaja piezas únicas cosidas a mano, cien por cien de piel; las originales gafas que pertenecen a la colección de productos de moda hechos con madera proveniente de talas sostenibles, requisito imprescindible de Ixi Wood Han Made, la firma que los defiende a capa y espada; la madera reciclada y ecológica y las telas naturales que usa Decomub en el diseño de muebles y piezas decorativas; la originalidad de Kokedama Soul (los kokedamas son plantas que crecen en una bola de musgo, auténticas macetas vivientes...) y los grabados que elabora Elena Abadia desde Lonja 77, un espacio singular, allá en Zorrotzaurre. Mañana quién sabe que habrá expuesto. Esa es la ley dinámica de Kënsla: avanzar de sorpresa en sorpresa.
A la cita con un espacio tan original -uno de esos rincones secretos que subyugan...- acudieron Álvaro Fernández, Rafael Reyes; el cónsul de Sudáfrica, Carlos Lertxundi, Carmen Aréchaga, Alex Lertxundi, Garazi Ramos, Mariano Remiro, Ana Ulloa, Oier Larrazabal, Borja Rodríguez, Ariane de Domingo, Javi Martínez, Ane Gordejuela, Cristina Marín, Kirmen Olaizola, Alain Muiñoz, Idoia Malpartida, Jorge Ruiz, Maite Elorriaga, Yolanda de la Hoz, Oskar Fernández, Luis Aldarsoro y una legión de admiradores de un espacio distinto, muy distinto a lo que se estila en la calle.
A veces ocurre así: en medio de tanto gris aparece un universo mágico, un territorio que nos conquista con la fuerza de su pujanza al alegre paso de la imaginación. Y cuando se da, cuando todo parece nuevo, uno cree que sí, que aún es posible. ¿Qué? No lo sé. Aún es posible que pase algo nuevo a nuestro lado. Que pase y que le saludemos.