Bilbao - Una agresión sexual no es solo un hecho puntual, arrastra un problema detrás y genera otro a la víctima. El psicólogo Iban Larrakoetxea sabe de primera mano lo que pasa por la mente de un agresor; no en vano ha atendido como profesional a hombres condenados a prisión -en concreto, en Basauri- por diferentes delitos de violencia contra las mujeres.

“Los que agreden a las mujeres tienen una baja autoestima, no confían en sí mismos y, probablemente, tampoco hayan tenido nunca una relación sentimental larga”, expone. Su conclusión es tajante, casi decisiva.

Para definir el perfil del agresor sexual, Larrakoetxea apunta hacia personas “poco comunicativas”: “Se trata de hombres inhábiles socialmente, que suelen ser introvertidos y que se ponen nerviosos cuando tienen que hablar con una mujer”.

A lo largo de su trayectoria profesional, Larrakoetxea se ha topado también con las víctimas, mujeres agredidas tanto física como verbalmente. En este aspecto, destaca la corta edad de las víctimas: “Suelen ser jóvenes de 20 o 25 años. Y es irónico, porque con tantas campañas estas jóvenes no deberían pasar por esto”.

“Socialmente hablando, podría entender, podría hacer el esfuerzo de comprender a un hombre de 50 años”, asegura el psicólogo, “pero que un joven de 20 pegue o agreda a una chica de su edad... Han nacido en una época en la que desde el principio existen campañas en contra de las agresiones a la mujer”.

Entonces, ¿cuál es el problema? “Creo que es social, se debería dar más educación a los niños desde muy pequeños; en casa y también en el colegio. Pero, en cualquier caso, el problema es social. Si un hombre pasea con una camiseta de tirantes, ajustada, nunca le dirían nada. Pero cuando una mujer va con los shorts que están tan de moda ahora, sí hay personas que le pueden decir algo”, se lamenta el psicólogo.

En este punto, Larrakoetxea habla del sentimiento de culpabilidad que se añade a la vejación sufrida por la víctima. “Cuando la mujer ha sido agredida sexualmente se queda sin autoestima, le afecta mucho y, encima, se siente culpable porque han llevado ropas ajustadas y creen que tal vez han provocado y porque, tras un hecho tan duro, hay que tener fuerza para superarlo”.

Otro aspecto que “hiere” a la sociedad, según la opinión de este profesional, son los programas televisivos como Mujeres y hombres y viceversa, en los que el físico del concursante es más importante que su propia inteligencia. Son espacios muy consumidos por la gente joven y en los que entra en juego “la importancia del cuerpo y no de la forma de ser y de hablar de cada uno”. “Si te fijas, los jóvenes de hoy en día copian hasta el peinado”, apunta el psicólogo. Y concluye: “Hay que educar desde pequeños”.