Iñaki Ostolozaga, el guardián del rebaño y de la tradición en Uribe-Butroi
El laukiztarra Iñaki Ostolozaga es uno de los pocos que se dedican al pastoreo en Uribe-Butroi Lleva muchos años participando con sus canes en campeonatos y exhibiciones de perros pastor
Laukiz - Tenía tan solo 6 años cuando su aita le compró su primera cabra en la feria de San Marco de Gatika. De eso han pasado décadas. Mucho ha llovido. Pero él conserva el recuerdo fresco, inalterable. “En casa había cabras. Pero aquella era mía”, cuenta enfatizando la narración con un golpe seco en el pecho y abriendo mucho los ojos vivos y claros. Hoy el laukiztarra Iñaki Ostolozaga es uno de los pocos pastores que quedan en Uribe-Butroi. Aquella pequeña cabra de su infancia ha dado paso a un rebaño de unas 120 cabezas de ovejas, corderas y algún que otro carnero. Y aunque ya lleva mucho tiempo en esto del pastoreo, poca intención tiene de colgar albarcas y akulu. “Esto para mí no es un sacrificio. Es un hobby”, asegura a pesar de los madrugones, de las largas jornadas vigilando al ganado, del trasladar a los animales de un prado a otro... “¿Y qué voy a hacer si lo dejo? ¡Esto me gusta más que jugar a las cartas!”, dice con esa media sonrisa suya y con la mirada inquieta propia de los que están acostumbrados a otear e interpretar el verde del campo, el azul del cielo y el blanco níveo del rebaño. De su rebaño.
Sus padres tenían ganado en casa: vacas, cabras, yeguas... Por lo que ha conocido desde muy pequeño lo que era el mundo del baserri. Cuando comenzó con el pastoreo, al principio se hizo con un rebaño de cabras que luego dejó paso a las ovejas. Durante muchos años trabajó en una empresa como trazador y calderero, de manera que por la mañana cumplía con la jornada laboral y por la tarde se ocupaba de los animales. Al jubilarse del mundo de la calderería pudo dedicarse únicamente a las ovejas en la pequeña explotación familiar que, tal y como él señala, tiene a su mujer, Inés Arrien, al frente. “Yo soy el pastor, el morroi”, dice riendo, utilizando esa expresión en euskera que antaño se usaba para referirse al criado o al ayudante que trabajaba en el caserío y en el campo.
Iñaki trabaja en esto del pastoreo para casa; y para casa elabora también quesos, manteniendo esa labor artesana que no es fácil de encontrar en estos tiempos frenéticos de productos industrializados.
Junto a todo buen pastor hay siempre un excelente perro. Hoy día Lagun, Eki y Aske son los que ayudan a Iñaki en su tarea. Pero a lo largo de los años han sido otros fieles compañeros los que han trabajado a pie de prado junto a él para mantener en orden a las ovejas. Iñaki ha tenido ocasión de demostrar dentro y fuera de Euskal Herria la nobleza y eficacia de sus canes, ya que es un habitual en campeonatos y exhibiciones de perros pastor. Además de en tierras vascas, ha competido en lugares como Catalunya, Zaragoza o en las Islas Baleares, y destaca el excelente nivel que hay en Bizkaia en lo referente a perros pastor. Iñaki es socio de BATE (Bizkaiko Artzai Txakurren Elkartea), entidad que pone en valor los perros pastores vascos, las razas autóctonas. “Un buen perro pastor tiene que tener carácter. Y ser obediente”, sentencia este laukiztarra.
tiempo de esquilar Las épocas del año, las estaciones, marcan los ciclos vitales de los animales y la semana pasada, por ejemplo, fue tiempo de esquilar las ovejas. Iñaki gusta de lo genuino, y no en vano, muchos de sus calcetines y las tiras de sus albarcas están elaborados con la lana de sus propias ovejas. “Le llevaba la lana a una mujer de Mallabia que se dedicaba a tejer”, explica, y se duele de que esos oficios de antaño se estén perdiendo.
Es lo que hay. Los antiguos quehaceres se van diluyendo en la era del diseño de vanguardia, de las prisas y de lo prefabricado. El pastoreo es una de las labores que tiende a languidecer. “En esta zona los pastores que quedan son mayores. En la zona de Bermeo sí que hay jóvenes, y en Abadiño hay uno...”, narra, con la esperanza del relevo. Iñaki reconoce que es una labor sacrificada. Pero a él le gusta. Y se aferra a esa tarea. Quiere seguir sintiendo a su lado el paso ágil de sus perros, el frescor de la hierba y los campos de Laukiz. Quiere seguir siendo uno de los pastores de Uribe-Butroi.