SUS corazones están golpeados, pero plagados de bondad. Setenta jóvenes que son atendidos por Berriztu realizaron ayer una limpieza de la ría de Plen-tzia en piraguas. Esta es una asociación educativa que cuenta con centros de justicia juvenil, de protección de menores sin familia o que padecen problemas de conducta grave, así como de atención a mujeres víctimas de violencia de género o a personas que sufren agresiones filio-parentales. Berriztu lleva a cabo la limpieza de la ría plentziarra desde hace cinco años y ayer consiguió la retirada de materiales tan insospechados como un carro de la compra, radiadores, neumáticos o “un trozo de retrete”, que fue encontrado por una de las chicas participantes.
“Desde hace un tiempo abordamos programas que unen el aspecto medioambiental con el socioeducativo. Utilizamos la naturaleza como agente educativo. La ría, en este caso, se convierte en una gran maestra. Esta jornada de limpieza es el máximo exponente del programa de educación medioambiental, en el que también hay talleres de nidos de pájaros, por ejemplo”, explicó ayer el director de Berriztu, Luis Miguel Uruñuela.
Más de dos horas de recorrido en piraguas barriendo las orillas de la ría desembocaron en casi cincuenta bolsas de basura llenas, además de la recogida de otros materiales que fueron trasladados a mano, como tuberías o grandes trozos de madera. “Lo que pretendemos con este tipo de iniciativas es, por un lado, reivindicar que el medio ambiente es una responsabilidad de todos y, por otro, que los chavales vean in situ el impacto de algunas acciones de las personas en la naturaleza, que es la manera de aprender”, aseguró Isidoro Villán, educador de Berriztu y promotor de esta limpieza de la ría. “Nos hemos encontrado mucha porquería. Esta actividad me ha parecido una experiencia muy buena. Si no cuidamos el medio ambiente, ¿qué va a ser de nosotros?”, se preguntaba una de los jóvenes de gran corazón.