No hace más de unos meses que colgaron el cartel de presentación de la colección de moda francesa de los años 50 en la entrada del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Fernando aún recuerda cuando lo vio: “Era mi momento”. A continuación se dirigió a casa y se dispuso a preparar a aquellos que denomina como sus “hijos”. El 30 de abril de este mismo año, Fernando Botanz, junto con Emilio Pirla, inauguró una exposición que incluía 100 sombreros de señora ordenados cronológicamente con el objetivo de mostrar la evolución de la mujer durante las diferentes épocas. Los escaparates, que albergarán durante un año esta exposición, no fueron elegidos al azar, ya que se trata de algunos de los comercios más emblemáticos y con más historia de la villa: Sombrerería Gorostiaga, Sombrerería Merche, Sastrería Larrakoetxea, Calzados la Palma y Baldomero González. Los maniquíes pasaron de ser simples figuras para ser objeto de atracción.
A partir del día de la inauguración los viandantes pudieron ver sombreros de copa adornados por una gruesa cinta encima de la cabeza de un maniquí trajeado, o un sombrero más femenino de tonalidad parda con un adorno en el lateral, cubriendo la cabeza de otro maniquí de mujer. Este complemento varía desde lo más sobrio, con colores oscuros y sin ornamentos, hasta el uso de adornos ligeramente más grandes que el propio sombrero. Botanz es conocido en la villa por vivir en el Bilbao de 1900. A falta de una máquina del tiempo que le traslade a esa época, él mismo intenta ambientar la ciudad como si se encontrara de nuevo a principios del siglo XX. El protagonista podría resumir la búsqueda de estos sombreros en los numerosos viajes que ha ido realizando en sus 47 de años de vida. Este donostiarra de nacimiento, aunque bilbaino de adopción, reconoce su pasión por la moda desde que era un niño. Pero su mayor locura, como él mismo la denomina, es “el momento de Bilbao de 1900”, llegándolo a describir como “fascinante”.
Cada uno de los sombreros requiere un cuidado especial. Su antigüedad y sus telas hace que necesiten un tratamiento individual y muy minucioso. Por eso, el coleccionista no deja el cuidado de sus sombreros a cualquier persona. Su hombre de confianza es el mismo con el que comenzó está exposición, Emilio Pirla, de la sombrerería Gorostiaga: “Es la única persona en el estado que los limpia con vapor, los plancha, les da volumen. Es un artista”. Además de Pirla, Fernando recuerda con nostalgia las historias que escuchaba de pequeño sobre dos sombrereras conocidas como las hermanas Pinedo. En la actualidad buscar un sombrero creado por estas dos hermanas es casi misión imposible; sin embargo, Botanz cuenta en su haber con dos sombreros de las hermanas Pinedo. Estas reliquias las conserva como oro en paño. Pero los sombreros no son su única pasión. Las prendas de mujer son otro de los objetos que el donostiarra colecciona en su casa. Tanto vestidos como los sombreros son las prendas predilectas de Botanz, tanto es así que en más de una ocasión se ha hecho sesiones de fotos luciendo esas vestimentas. Muchas de las piezas, cien en concreto, fueron donadas al Museo Balenziaga.
Belle Époque. Una vez al año, Bilbao se transforma y se convierte en la ciudad que fue en 1900. El Desfile Bilbao 1900, inspirado en la época comprendida entre los años 1871 y 1914 denominada como Belle Époque, es otro de los eventos organizados por Fernando Botanz. Lo que comenzó como un proyecto hace cuatro años, se ha convertido ahora en una fecha importante para los que como a Botanz, el periodo de 1900 es la época dorada. Desde hace cuatro años, una treintena de personas se reúne frente a la Catedral de Santiago, situada en el Casco Viejo bilbaino. Sus vestimentas llaman la atención de los que pasan por allí ya que los participantes van ataviados con la ropa de esa época recreando situaciones cotidianas de ese periodo. El organizador, a la cabeza, se convierte en un alcalde ficticio de la ciudad. Junto con él, el resto de ciudadanos interpretando el papel que se les asigna previamente. El evento finaliza con un aurresku de la mano de Fernando, que se declara también apasionado de la música.