EL arte tiene ese don: lo mismo es capaz de llevarle a uno de paseo por territorios imaginarios que organiza una timba interminable, con seres irreales o estrafalarios que mueven el naipe con destreza de truhán de garito de los bajos fondos, todo ello a la vez y en el mismo espacio. Ayer, sin ir más lejos, sucedió ese fenómeno, cuando la galería Lumbreras acogió la inauguración de sendas exposiciones, Jugadores de cartas, de Miguel Peña, y Por los campos del tiempo, de Melquiades Álvarez. El arte tiene ese don, digo, y otros muchos. Con todo, esa magia que arrastra consigo no es capaz de arrastrar al gran público a las galerías. Qué lejos quedan los buenos tiempos en los que cada inauguración era un fenómeno, por mucho que honrosas salvedades como las de ayer todavía sobrevivan sin bombonas de oxígeno. Casi al tiempo, en la galería Aritza que gobierna Sol Panera, se presentaba el último trabajo de Carmen Bustamante, una mujer que se maneja entre paisajes solitarios con la mar y la arena por testigos. Es otra invitación al paseo de la mirada, otra bella vista con pocos espectadores. Cabe pensar que alguien ha gritado “carguen, apunten... ¡fuego!” sobre el cuerpo del arte fuera de los museos.
historias El pintor Miguel Peña (Madrid, 1951), decía, presenta una colección de cuarenta cuadros, basados en una única imagen sobre el juego de naipes, intervenida personalmente por el artista, a base de pintura, collage, dibujo, etc. creando la suite Jugadores de cartas, una versión por cada uno de los naipes de la baraja española. El artista transforma a los jugadores de cartas en hombres animalizados, gángsteres o personajes de circo que trata con evidente ironía y sátira social. Esa es la primera historia. Luego está, repito, la de Melquiades se sumerge en un mundo de huecos y grabados con títulos que parece apegados a la madre Naturaleza: Sol Mar, El verano del ángel, Senda abierta, Árbol viajero y cosas así.
Testigos de todo cuanto les cuento fueron, entre otros, Carlos Marcote, Mercedes Truan, Agustín Reche, Lourdes Vicente, el fotógrafo Fede Merino, las hermanas Pi y Carmen Ortiz, Teresa Molina, María José Darriba, Begoña Lumbreras, quien ya tiene voz en la galería; Mariemi Otaola, Javier Hernández y un puñado de resistentes, que aman el arte por encima de todas las modas.