LA historia de hoy invita al juego. Por ejemplo, a creerse uno náufrago en una isla desierta y, desde un acantilado, lanzar una botella con mensaje, como si fuese un personaje aventurero de Robert Louis Stevenson que no tiene contra quién poner el grito en el cielo y se desahoga con la escritura, vaya usted a saber porqué. Hoy la historia se cuenta pronto aunque no traiga consigo un SOS como mandan los cánones de las citadas botellas con mensaje.

Todo sucedió allá en Bodega Urbana, donde apareció Javier Cámara, portador del testigo de una gran estirpe de libreros de Bilbao en respuesta a la llamada de la enóloga Ana Martín y de Jesús Fernández Urbina, estratega de la imagen de la bodega que ayer no cesaba de repetir la inminente llegada del cantaor flamenco bilbaino Lander Egaña a la bodega. El reto era ese, hermanar libros con vinos, una vieja costumbre, más de los tranquilos lectores que de los santos bebedores. Se saldó con nota.

esponsales Los esponsales entre las ideas del librero y las de la enóloga dieron juego. No hubo ni mucho ruido ni pocas nueces, sino todo en su justa medida. Así, el misterio que plantea Laurence Cossé en La buena novela para narrar la creación de la librería perfecta estuvo en los orígenes de la charla, empapada por un fino de Jerez. En el segundo capítulo de su discurso, Cámara, El Joven, invocó a Superficiales, la gran obra del neurólogo Nicholas Carr en la que se compara la lectura en papel con la lectura digital -en la primera, ganadora por K.O. en el primer asalto, se potencia la concentración y la linealidad, mientras que en la lectura en pantalla debiera fomentarse la multitarea, algo que, al decir del autor, solo desemboca en distracciones y descuidos...- y a Elogio de papel de Roberto Casati. Todo ello fue regado por un vino elaborado en la propia bodega, con 80% de tempranillo y 20% de shiraz.

Para el epílogo, Javier aportó cuatro o cinco novelas y otros tantos ensayos que escenificaron la literatura clásica y moderna del siglo XXI, algo semejante a lo que han hecho en Mallorca los bodegueros de Anima Negra 2012. De todo ello disfrutaron, además, Odile Tejedor, Carlos Cela, Esperanza Navarro, José Luis Neyro, Aurora Rodríguez, Isaac Arana, Juan Pablo Roa, María Arenas, Juanjo Cobanera, Carlos Mendizabal y un sinfín de amigos de letras y vinos.