Bilbao - Ibone Bengoetxea se quedó fría cuando su hijo mayor, con apenas 13 años, le planteó si le compensaba la política. “Claro que sí. Estoy haciendo algo por mi ciudad”, le respondió. Lo hacen con ilusión, convencidos de que la política, con mayúsculas, merece la pena. Porque creen en un nuevo estilo alejado de la bronca constante, de los insultos y las descalificaciones; para ellos, se trata de resolver los problemas de los ciudadanos, de sacar adelante un país con ilusión. Tanto Ibone como Ana Otadui, Imanol Pradales y Unai Rementeria, la apuesta del PNV para estas elecciones forales, tienen tantas tablas como empuje para afrontar esta nueva etapa. Saben lo que es ser becario y cobrar 500 euros al mes, conocen al dedillo el día a día de la gestión más cercana a los ciudadanos y no creen en esa etiqueta de jóvenes aunque sobradamente preparados. “Hay muchísimos jóvenes muy preparados en Bizkaia. Nosotros no somos algo excepcional”, reivindican.
Es difícil cuadrar sus agendas para arrancarles una hora de entrevista. Porque, pese a encabezar las listas jeltzales a Juntas Generales por cada una de las cuatro circunscripciones vizcainas, todos ellos siguen con la labor que día a día les requieren sus obligaciones: Unai e Imanol, en la Diputación; Ibone y Ana, en los ayuntamientos de Bilbao y Elorrio. Finalmente, hacen un paréntesis a la hora de la comida y aceptan la invitación de Unai para comer en Sollube. Barre para casa, cerca de su Mundaka natal. Por un rato, mientras pasean por la imponente costa vizcaina en el horizonte, aparcan a un lado las prisas y se ponen al día de sus cosas. Antes de sentarse a la mesa, cervezas para todos. Sin alcohol, cómo no, para Unai, que ha hecho de este hábito casi un lema de campaña - “una política 0,0 insultos”, ha repetido en varias ocasiones-. Se conocen desde hace años y forman una piña cómplice: Unai coincidió con Ana en el Parlamento Vasco, y con Imanol, en la Diputación; desde su presidencia de Eudel, Ibone ha tenido trato con todos ellos. Ahora les une una ilusión arrolladora para liderar la Bizkaia del futuro, una pasión que nace de la fe en el trabajo que realizan.
Unai Rementeria, Ana Otadui, Imanol Pradales e Ibone Bengoetxea son la apuesta del PNV para encabezar sus listas a Juntas Generales por cada una de las circunscripciones. Rementeria es, además, candidato a diputado general, mientras que Ana espera tomar el relevo a su tocaya presidiendo la cámara legislativa vizcaina. Saben que pesa sobre ellos la manida etiqueta de los JASP, aquella generación de jóvenes aunque sobradamente preparados. La asumen, pero no creen que constituyan ninguna excepción. “Afortunadamente, en este país tenemos gente muy preparada. A nosotros nos ha tocado estar en este cargo, pero otros están en la empresa privada, otros en el ámbito social o cultural... Como nosotros hay mucha gente”, asegura Imanol Pradales. Rementeria le secunda. “Es un reflejo de la sociedad”, defiende. Y, como el resto de los jóvenes, saben lo que es terminar la carrera con un futuro incierto ante ellos, y empezar trabajando de becarios por un sueldo que estaba lejos de poder considerarse mileurista. “Yo terminé la carrera en el año 97, con una tasa de paro superior a la que tenemos ahora, y todavía más alta entre los jóvenes. Tengo muchos amigos que les tocó irse a Madrid, ahora que se vuelve a hablar de todo eso”, recuerda Imanol.
Becarios y delegados sindicales Porque todos ellos han desarrollado una vida profesional privada antes de dedicarse a lo público. Ibone trabajó en el servicio de atención al cliente, primero de Euskotren y después de Metro Bilbao, donde fue también responsable de Comunicación, y ejerció como psicóloga en el servicio de Infancia de la Diputación. “He trabajado en tantos sitios que ya no me asusta nada. Sé lo que es trabajar a turnos, hacerlo el fin de semana, pelearme con el jefe, he sido delegada sindical... Entiendo muy bien a los trabajadores porque yo me siento así. Ahora me dedico a la política pero soy clase trabajadora”, defiende con convicción. Han vivido como cualquier ciudadano y saben que hay que trabajar mucho para sacar las cosas adelante. Imanol tuvo su primer contrato con la Universidad -apenas llegaba a los 500 euros-, pero antes fue un becario sin sueldo. “Me tocó lo que le toca a cualquier persona”, admite. Unai cobraba 30.000 pesetas en un Ayuntamiento. “Andoni Ortuzar dijo hace poco que en el PNV existen puertas giratorias pero al revés; las personas primero se hacen en la privada, la calle, y luego, el que es bueno, viene aquí”, recuerda. Con su primer sueldo le compró una televisión a su tío. “Tenía muchísimo feeling con él. Vivía en el 4º y yo en el 3º; cuando me iba de fiesta, me quedaba en su casa. Se lo debía”, relata. Todos estallan en carcajadas.
Como cualquier otro vizcaino, siguen ocupándose de las tareas domésticas y de ir a la compra. “Yo siempre tengo el mismo plan los sábados por la mañana: deporte a primera hora, recados después”, explica Imanol. Unai aprovecha las pausas entre acto y acto para pasar por la frutería o comprar el pan. “Todo el mundo que tiene nuestra edad lo hace”, reconoce. “Sí, pero igual hay gente que piensa que nosotros, no”, plantea Ibone. “¿Tú crees?”, le mira sorprendido Unai. “Como se habla tanto de los privilegios de los políticos...”, le contesta. “Pero, ¿a tanto llega? ¿Alguien que nos haga las compras?”, insiste, aún incrédulo. Se enredan en una disputa sobre las marcas de leche, y si es mejor la semidesnatada o la entera. Y recuerdan aquellos tiempos en los que tomaban leche de verdad, la que compraban en baserris... Sus cargos les obligan estar a disposición de los ciudadanos prácticamente las 24 horas del día, lo que, obviamente, afecta a su vida personal y familiar. “Si no tienes apoyo en casa, es imposible”, afirma Imanol. Ana, que acaba de estrenar maternidad, le quita importancia. “Cuando eres alcalde, lo eres las 24 horas del día. Te tienes que organizar, pero como cualquier otra pareja en la que los dos trabajen”, asegura. Unai reconoce que lleva mal trabajar los fines de semana. “Para mí son días para estar con mis hijos, mi mujer, mi familia... Como a todos, me encanta estar con la tropa”, admite.
Y entonces, ¿por qué la política? A todos ellos les convenció el hacer algo por sus vecinos, por su país. “¿Estás tronada?”, recuerda Ana que le preguntaban en Elorrio cuando anunció que entraba en las listas electorales del PNV, allá por 2007. Para ella, dedicarse a la administración local -ha sido alcaldesa durante la última legislatura- ha supuesto un “privilegio” que le ha permitido contribuir a mejorar la vida de sus vecinos. “Estoy en un trabajo que me gusta y gracias al cual se mejoran las cosas”. Imanol reconoce que se resistió a dar el paso. “La política la había vivido en casa pero nunca me había planteado dar el paso de estar en la vida pública. Yo estaba muy bien en la Universidad, me gustaba lo que hacía. Hubo una persona que al final me convenció para dar un paso que nunca hubiera imaginado que me llevaría a llegar hasta donde estoy hoy”, recuerda. Y, como el hijo de Ibone, también tienen momentos en los que se replantean la decisión que tomaron. “Hay días que te llevas un problema a casa e inevitablemente piensas ¿quién me habrá mandado a mí meterme en esto?”, reconoce Ana. “Igual que en cualquier trabajo”, le responde Ibone.
Porque todos y cada uno de ellos podrían estar ejerciendo su profesión en el ámbito privado, Unai valora especialmente el compromiso que asumen quienes optan por esta dedicación. “Quizá en otros sitios se verá de forma diferente, pero yo creo que ese compromiso es muy importante”, afirma. Saben, además, que se van a convertir en la referencia para muchas personas que se decidirán o no a dar el paso para entrar en la política guiándose por su labor. “Es una gran responsabilidad”, admite Unai. “Así como a nosotros nos ayudaron a dar el paso, nosotros también tenemos que ayudar a que otros lo hagan. Esto tiene que pervivir”, secunda Imanol. Más aún, reconocen, con la imagen que hoy en día tiene la política y, por ende, los propios políticos. Pero ellos creen en otra forma de hacer res publica, alejada de la pelea dialéctica constante. “La de verdad, la de resolver los problemas de los ciudadanos. Es hora de recuperar la ilusión política. Yo creo en eso”, defiende Imanol. “Nosotros no vamos a insultar a nadie. Si hay que decir las cosas, las vamos a decir claritas pero de forma educada. Esa forma de hacer política tiene que desaparecer”, apuesta Unai.
“Los pies en el suelo” Todos, menos Imanol, se iniciaron en la política en el ámbito municipal. Tanto Ana como Unai han sido alcaldes e Ibone lleva doce años como concejal en el Ayuntamiento de Bilbao. Y es esa cercanía a los ciudadanos que permiten los consistorios lo que les apasiona de su labor política. “A mí es lo que más me gusta, estar con la gente; todo el mundo te conoce. En un pueblo de 7.300 habitantes, lo tengo fácil”, asegura Ana. Les ha dado también la posibilidad de conocer el día a día de sus vecinos: sus preocupaciones, sus ilusiones, sus inquietudes, sus proyectos... “Te permite tener los pies en el suelo, saber cuáles son sus problemas”, afirma prosigue. A Ibone le ha enseñado a estar disponible y a tomar decisiones rápido. “Es la mejor escuela”, destaca rotunda. Unai asiente. “A una persona no la puedes andar mareando: si le tienes que decir que no, hay que decírselo el primer día, explicándoselo. En la Diputación es lo mismo”, asegura. “Si estás en un despacho, una petición es un número de expediente más. Si estás en la calle, es una persona”.
Unai e Imanol han hablado largo y tendido sobre el que seguirá siendo, el próximo mandato, el principal caballo de batalla de la Diputación: el empleo. “Hay muchísima gente que las está pasando putas”, reconoce, sin ambages, el candidato a diputado. Hace poco habló con un técnico que trabaja en servicios sociales y todavía tiene su comentario grabado a fuego: “Los políticos que hablan de la RGI, tendrían que estar aquí una temporada para saber de verdad lo que está pasando”. “No es solo papeleo”, añade Unai; “detrás de esos expedientes hay personas con una vida”. “La crisis nos ha pegado fuerte, muy fuerte”, reconoce Imanol Pradales. Sabe de lo que habla; lo ha visto en primera persona desde su responsabilidad al frente del departamento de Promoción Económica. “Tenemos que recuperar musculatura: empresas y actividad económica. Y tenemos a gente muy preparada para ello”. Podrían poner todo el dinero que tienen para crear empleo, pero saben que no sería la solución. En su mano está, sin embargo, generar las condiciones para que las empresas prosperen y se recuperen los puestos de trabajo. “Y la Diputación se va a implicar en eso. Es prioridad absoluta”, adelanta Unai. “Los siguientes años van a ser los de salida de la crisis económica y en eso nos vamos a implicar al 100%”. Es, dice, el momento de construir la Bizkaia del futuro. Sueñan -“sí, soñamos; hay que aspirar, porque si no no avanzas”, matiza Ibone- con una Bizkaia moderna, plural, solidaria... “Es la que tenemos que construir entre todos”, apuesta Ana. Ibone pone en el acento las raíces del territorio, que tiene que seguir sin embargo abierto al mundo. “It’s the time for Biscay”, recuerda Unai, uno de sus lemas de campaña.
El empleo será el ingrediente principal de su propuesta de menú, que irá aderezada con otros productos. “Ahí es donde pondremos nuestra sal, nuestra pimienta... Nuestra forma de entender la sociedad”, prosigue el símil Unai. Entre esos complementos, uno fundamental será no perder el contacto con la gente - “abriremos una serie de ventanillas en cada cabecera de comarca”-, sobre todo del tejido asociativo. “En Euskadi tenemos un tejido asociativo riquísimo: asociaciones culturales, deportivas, del tercer sector... Y tenemos que ir de la mano con ellos”, incide Unai. “La Administración no tiene que entrar en organizar eso, lo que tienes que hacer es ayudar, de la mano con ellos, estar a su lado para lo que necesiten”. Imanol lo sabe bien; él mismo fue miembro de un club de remo, “y me tocó llamar la puerta del Ayuntamiento para que nos ayudara. Es parte de nuestra cultura, somos parte de eso”.
Recogen el testigo de una Bizkaia que es ejemplo en muchos ámbitos y asumen sobre ellos la responsabilidad de seguir tirando de ese carro. “El PNV lo ha hecho muy bien y hay que seguir haciéndolo, al menos, igual de bien. Tanto el partido como los votantes van a confiar en ti y tienes que responder”, asegura Ibone. “Cuando coges algo que está destrozado es muy fácil mejorarlo. Pero cuando las cosas se han hecho bien, tengo que estar a la altura de lo que han hecho”. Unai tiene la suerte de estar al lado del actual diputado general. “La transición está siendo modélica: te llama, te comenta, te pregunta cómo ves determinado tema... Me está haciendo las cosas muy fáciles”, explica.