Gatika - Tiene las manos fuertes y curtidas; ese tipo de manos compactas que delatan las horas y horas que ha invertido en golpear el cuero tenso del pandero; ese tipo de manos que son patrimonio de los trikitilaris auténticos, de raza. Kepa Arrizabalaga es un gatikarra que ha escrito letras de oro en la historia de la trikitixa vizcaina. El pandero suena bonito y elegante cuando cae entre sus dedos rápidos y ágiles. Las sonajas vibran limpias y descaradas cuando les hace danzar este hombre de sonrisa socarrona y ojos brillantes de romería y bolandera. Kepa abandera como nadie la picardía del panderojole genuino, ese que jalea y pone a bailar a la peña mientras el soinujole, más recto, más parco, arranca notas bellas al hauspo canalla.
Nació en el barrio plentzitarra de Isuskitza. Y desde pequeñito su vida ha transcurrido al ritmo de la trikitixa. Hijo del mítico trikitilari Tomás Sitze, Kepa creció notando cómo estos ritmos ancestrales se le colaban en las venas. “La trikitixa es la cultura del País Vasco. Es algo que se te mete en la sangre. Luego hay que practicar y practicar”, afirma.
Recuerda que cuando era niño tocaba con su tío Manu sacándole ritmos a la tapa de una cazuela, y rememora aquellas ocasiones en las que acudía con su aita a las fiestas de la Trinidad de Andraka y le veía tocar con garra, sujetando el acordeón con ese gesto tan suyo de perfil afilado y txapela ladeada.
Es imposible resumir la trayectoria intensa como panderojole de este hombre que es, sin duda, uno de los koplaris más contundentes que existen. Empezó a tocar con su padre ya como pareja de trikitilaris consolidada a finales de los años 60. Luego llegaron los campeonatos, y los jaialdis, y los premios, y las romerías, y las plazas, y el andar de pueblo en pueblo de un lado a otro de Euskal Herria.
A lo largo de su vida ha tocado junto a otros nombres también míticos de la trikitixa, como el soinulari Rufino Arrola, conocido como el herrero de Andrakas, o el urduliztarra Luis Bilbao. Con el tiempo inició otra etapa con Roberto Etxebarria, más joven, ya de las nuevas hornadas de trikitilaris. Kepa, que lleva ya muchos años afincado en Gatika, ha llevado la triki más allá de las fronteras de Euskal Herria. Tocó en la Expo de Sevilla en el 92 e incluso ha viajado a EE.UU. para llevar sus ritmos a Boise o Nevada.
Y en una y otra plaza, en una y otra romería, Kepa ha abanderado con maestría la idiosincrasia del buen panderojole que, como él bien dice, tiene que ser “muy alegre y controlar el canto”.
Homenaje Este domingo Gatika acogerá una fiesta para homenajear a este panderojole y koplari. Bajo el epígrafe Panderoaren ahotsa, la jornada comenzará con una kalejira que arrancará a las 10.00 horas de la plaza Matxin de Mungia y que se dirigirá a Gatika. A las 12.00 horas habrá misa y después, a las 12.45 horas comenzará en el frontón gatikarra el homenaje en el que actuarán trikitilaris, bertsolaris y dantzaris.
Después, el que lo desee puede apuntarse a la comida que tendrá lugar en Butroiko Txosna. Los tiques pueden adquirirse con antelación en Alboka Taberna. Kepa asegura estar ilusionado con esta fiesta. “Nervioso no estoy, pero cuando llegue el momento me emocionaré”, dice con una carcajada.
Nombres como el de Tomás Sitze, Rufino Arrola o el del propio Kepa Arrizabalaga, son referentes para las nuevas generaciones de trikitilaris. Y si no, que les pregunten a los hijos y sobrinos de Kepa -todos vinculados de algún modo a la trikitixa- y que ya calientan voces para gritar “Aire, aire!” y cantar esa jota que es todo un himno en la familia y que reza Arrizabalaga zinan euskaldun oso garbia...