José Luis Suárez pudo aprovechar al máximo sus momentos como Jesucristo en la Pasión Viviente. No en vano, repitió papel. Portó la cruz “en 1955 y 1957”, recuerda a punto de cumplir 86 años. Para Ander Maza, ingeniero técnico de obras públicas de 27, la de los próximos 2 y 3 de abril será su primera y única experiencia y está preparado para vivirla de forma “personal e intransferible, igual que el DNI”, comparó risueño. Acostumbrado a tocar la batería en el grupo musical de Balmaseda Ellas, Ander ejercerá de solista de la orquesta que forma la gran familia del Vía Crucis -con permiso de la coral Kolitza-.

Ni una nota desafina. A estas alturas ya solo falta pulir los últimos arreglos, que ayer recibieron el aprobado de otros vecinos de la villa que también han sentido el peso de la responsabilidad bajo la corona de espinas. Más de treinta Jesuses se sentaron alrededor de la mesa en una comida de hermandad. También una veintena de Magdalenas, que arroparon a su sucesora, Lorena Montero. ¿Quién le iba a decir durante los nueve años que compartió pupitre con el futuro Jesucristo en el colegio que algún día encabezarían ambos el Vía Crucis? Aquella complicidad les ayuda ahora a meterse en el papel. “Nos lo va a hacer pasar mal?”, auguró Lorena con lágrimas en los ojos al terminar el ensayo entre aplausos. Habla en plural porque el Viernes Santo Ander estará rodeado de caras amigas: su prima, Zuriñe Orio, dará vida a la Virgen María, su tío será Cirineo, su padrino, sacerdote del Sanedrín, su hermana saldrá a su encuentro en un punto del recorrido y su padre tratará de evitar su condena en el rol de Poncio Pilato. “Lo tiene dominado, estará muy guapo y no lo digo porque sea su padre”, opinó un orgulloso Tomás Maza. Ander cuenta con sobrada experiencia, pues ya fue Jesucristo en los Vía Crucis infantil y juvenil a los 13 y 17 años. “Con esta carrera, si alguna vez se organiza una Pasión Viviente de veteranos, seguro que me toca”, pronosticó Ander, quien reiteró que a pesar de los meses de preparación, “el sufrimiento físico es real”.

En tiempos de los más veteranos no se escenificaban la Última Cena, la oración en el huerto de los Olivos, el prendimiento ni el juicio ante el Sanedrín. José Luis Suárez ni siquiera subió a la cruz, sino que entró junto con la Magdalena en la iglesia de San Severino y tras unos momentos de oración salieron camino de la plaza de San Juan, donde se despojó de los ropajes de época. José Luis protagonizó un hecho muy poco común en la tradición de Balmaseda: encarnó a Jesucristo dos veces. Después de su primera intervención en 1955 Roberto Rodet, organizador de la Pasión Viviente que ostentó la Alcaldía, recibió una llamada desde Italia en 1957. Una cadena de televisión se desplazó a grabar el Vía Crucis, así que decidió apostar sobre seguro. “Me pidió que saliera otra vez”, narró José Luis. En Balmaseda no descuidaron ni un detalle, incluso prestaron vestuario adecuado a los visitantes para que filmaran sin desentonar. “Nos prometieron que nos mandarían la cinta? y hasta hoy”, relató.

Antes que él, solo dos vecinos tuvieron el privilegio de dar vida a Cristo por partida doble. “Como imaginaba que me lo ibas a preguntar, lo he traído apuntado. Fueron José Martínez en 1938 y 1940, Kiko Lasfuentes, en 1944 y 1948 y yo”, explicó José Luis Suárez. Las Magdalenas abrazaron con cariño a la mayor del grupo: Águeda Sancristóbal, que lució melena en el Vía Crucis de 1944. Con 88 años no se perdió la reunión que despierta recuerdos del pasado muy presentes. Todos los que lo hacen posible se esforzarán por dar el do de pecho pensando en amigos recientemente desaparecidos, como Alberto Barcenilla y Nieves Negro. Sin ellos la Pasión Viviente no sería lo mismo.