Bilbao - Habla de su primera vez y, aún así, el libro podrán leerlo los menores de 18 años. Esta charla nace de un título con aires de confesión. No por nada, su autor, Imanol Ibarrondo, admite que el encabezamiento de su obra es autobiográfico. La primera vez que la pegué con la izquierda (el libro se presenta mañana en el espacio La Ribera, con una conversación sobre liderazgo práctico entre Sito Alonso y Gaizka Garitano...) se remonta a cuando este hombre jugaba en el Rayo Vallecano y se atrevió a darle con la zurda: el balón cayó en el pecho de un hombre de banda y su vida cambió.
Conozco algunos jefes que ni entrenándoles...
-Ja, ja, ja. No, no es verdad. Todo el mundo es una bellota.
¡Se me ocurren cosas peores que llamarles!
-No, no es un insulto. Cualquier bellota tiene en su interior todo lo necesario para crecer y desarrollarse. Lo que hace falta es que lo vea y se atreva a sacarlo.
Dentro, muy dentro...
-Hay que animarle a que se atreva a cambiar, a que se forme como un líder. Es una transformación necesaria porque a nadie le gusta trabajar para un déspota. Al jefe le nombran en la empresa, al líder lo eligen sus seguidores.
Me va convenciendo. Me voy a convertir en obediente.
-La obediencia nace del miedo, pero al líder se le sigue, el líder convence.
¿No siempre el líder es el jefe?
-No, no que va.
¿Nacen o se hacen?
-Hay líderes naturales pero son tan pocos que hay que formar a más. Bielsa, por ejemplo era un líder natural, con una gran idea. Pero luego le fallaban otros muchos rasgos de liderazgo.
¿Qué hace falta entonces?
-La capacidad de escucha, de hacerle ver al otro que te importa, que uno puede llevar el timón sin látigo.
¡Abajo los tiranos!
-El déspota no es una mala persona. Sólo es una persona que no sabe hacerlo de otra manera. Pero él también es una bellota.
¿Qué hacer con ‘ella’ entonces?
-Hay que sacar sus virtudes de la semilla que llevan dentro, hacerle ver que se pueden conseguir los objetivos de otra manera. Porque esa es otra, no hay que caer en el buenismo. Los objetivos del grupo hay que lograrlos.
¿Para quien hace falta un ‘coaching’?
-Para los buenos. Para aquel que se atreve a dar el paso. Es para los valientes que dicen “yo no era así” y quieren volver a ser lo que fueron.
¿Qué hace falta para que la sociedad reconozca al liderazgo como un valor...?
-Que se valore en la cuenta de resultados. Es importante que se considere el liderazgo no solo como una intangible sino como un valor en sí. La falta de ilusión, la falta de utopías, es un freno claro para cualquier organización, sea un club de fútbol o una empresa.
Largo me lo fía...
-No se crea. Las cosas están cambiando y en ese terreno también. Se ven los beneficios.
La última que duele. Habrá quien se extrañe, con perdón, de ver a un futbolista pensar tanto...
-También el futbolista se cansa de ver todo el día lo mismo. Hace falta más mirada de la bellota.
exjugador de fútbol y coach