Bilbao - Hace algo más de un año, se dibujó una enorme K en un mural de la sala Rekalde. “Será la voz de los jóvenes de Bizkaia, un micrófono abierto. Queremos oír sus voces, sentir sus miradas y aprender con ellos”, decía entonces la diputada de Cultura, Josune Ariztondo. Los talleres, encuentros, concursos y encuentros se han sucedido a un ritmo casi frenético y, 14 meses después, sus responsables no pueden estar más satisfechos. “El balance es magnífico. Ha sido un año muy intenso y enriquecedor, del que hemos extraído muchísimas experiencias y aportaciones”, hace balance la directora de Juventud, Maitane Leizaola.

La apuesta K nació a finales de 2013 con un claro objetivo: conectar con la gente joven, presentarles un espacio participativo en el que, a través de una misma lengua, el euskera, pudieran reflejar sus inquietudes. Al planteamiento inicial -foros de debates mensuales, un concurso de vídeo creativo y un lugar en la web en la que pudieran intercambiar opiniones o vivencias- pronto se unieron otras iniciativas, planteadas por los propios jóvenes, como talleres de formación de nuevas tecnologías. Como resultado, surgieron las decenas de vídeos que pueblan el “mapa emocional” de k.bizkaia.net y un concurso vía Twiter. La comunidad de newsletter del espacio cuenta con más de 1.000 usuarios y fueron los propios jóvenes los encargados de organizar la entrega de premios del Kmovie, el concurso de cortometrajes, en Gernika.

Aunque siempre se habla de la generación virtual, lo cierto es que los propios jóvenes demandaban también un espacio físico en el que mirarse a los ojos. De ahí surgieron los foros Kabia, en los que un centenar de jóvenes dialogaba, debatía, criticaban y proponían alternativas a diferentes temáticas, como una nueva vía de colaboración con las instituciones. Con todas las experiencias e iniciativas de este año se ha elaborado el documental Kalesarean, que se está proyectando pueblo a pueblo.

La respuesta, afirma, ha sido muy buena, pese a que al principio costó. “El proyecto nació porque lo jóvenes reivindicaban ser ellos los que gestionaran ese espacio de participación”, recuerda. De ahí el mural vacío con una solitaria K. Poco a poco, a medida que se ponían en marchas las iniciativas y se visitaban localidades, cada vez más personas se han unido a las propuestas. “Estamos en un momento de eclosión. Hay quien pueda pensar que 1.000 personas en una comunidad virtual; 100, 60 o 2 personas en un encuentro, según qué municipio, no son cifras importantes para la población que tiene Bizkaia. Pero sí lo es si tenemos en cuenta que partimos de cero y es una forma de hacer nueva”, reivindica Leizaola.

Dispuestos a aportar En todos estos encuentros, los responsables del proyecto han constatado que, a pesar del distanciamiento entre los jóvenes frente a la política y las instituciones, están dispuestos a plantear sus inquietudes y proponer alternativas si se les da la oportunidad. “Los jóvenes acusan una falta de confianza total. Pero, al mismo tiempo, no la dan por perdida; quieren ocupar espacio político y quieren hablar con los responsables institucionales”, reconoce Maitane Leizaola. La cultura, el euskera, la educación, el empleo, la vivienda, la emancipación personal, la sexualidad, la igualdad de género... son solo algunos de los temas sobre los que han hablado los jóvenes. Y, más allá de la propia temática, lo más sorprendente ha sido ver los nuevos enfoques que plantean. “Nos han hablado de alquileres de uso compartido y de la necesidad de poner en valor la cultura vasca desde lo local; inciden en la necesidad de que las instituciones intercedan en que haya empleos dignos; reivindican una nueva forma de abordar la educación para que responda a las necesidades del mercado laboral...”, enumera. Todas las propuestas, destaca Leizaola, se han hecho desde una óptica constructiva. “Hay una ilusión por aportar”, enfatiza. La directora incide, además, en que todos estos planteamientos no caerán en saco roto. “Algunas propuestas son muy concretas y se pueden asumir inmediatamente; otras requieren desarrollar un trabajo para concretarlas, y es lo que estamos haciendo, transmitiéndolo también a otros departamentos”, explica Leizaola.