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Segunda mano de primera

Abogan por el consumo sostenible sin rehusar a lo exclusivo, porque hay objetos que se merecen “otra oportunidad”. Cinco tiendas bilbainas de segunda mano con un inventario fuera de lo común analizan esta tendencia cultural en alza

Segunda mano de primera

De mano en mano se rebaja su precio, pero no su calidad. Que lo vintage está de moda es una realidad consabida que ya tiene su reflejo en Bilbao, donde tiendas de segunda mano que llevan décadas funcionando conviven con comercios de similares características de reciente apertura. Con una filosofía común, en la que muestran su inclinación por eludir la producción de masas para aprovechar los recursos ya existentes, los promotores de este sector coinciden en observar indicios de que la crisis ha influido en mutar la filosofía del “comprar, usar y tirar”. Incluso entre los bilbainos, quienes empiezan a diluir sus prejuicios para transformarlos en atracción.

Desde tiendas de vinilos hasta comercios de ropa, todas ellas compran sus objetos en el extranjero -algunas también aceptan artículos de gente que acude a vendérselos-, en países como Francia, Alemania o Estados Unidos, donde culturalmente está más arraigado el mercadeo de segunda mano. Con una escrupulosa selección de objetos que nada tiene que ver con el revoltijo de artículos con el que históricamente se ha relacionado a este tipo de comercios, varias tiendas de la villa demuestran que el de segunda mano es un mercado que se puede trabajar con gusto. Por ello, se han adueñado de una parte del público alternativo y aficionado a la exclusividad, al que también han fidelizado a través de la red.

“Tenemos unos criterios de selección estrictos”

Más de 14.500 me gusta en Facebook y 83.300 seguidores en Instagram dan cuenta de la exorbitante ascensión de Arizona Vintage Clothing en poco más un año. Naiara Usabiaga y Unai Nieves, creadores de la tienda ubicada en el Casco Viejo, apenas sobrepasan los veinte y ya han dado en el clavo. “Empecé con 16 años a vender mi ropa en Internet, después conseguí un puesto en el mercadillo de Dos de Mayo”, relata Usabiaga sobre los comienzos de la idea. Tras participar en verano de 2013 en los festivales Arenal Sound, Low Cost y Sonorama con un estand propio se animaron a abrir una tienda en la calle Bidebarrieta. Sin embargo, pronto se les quedó pequeña y tuvieron que trasladarse a otro local en la calle del Víctor, donde están actualmente. “Hace poco que comenzamos a vender por Internet, ¡no damos abasto!”, confiesan.

“Lo más característico de la tienda son los Levi’s y el estampado navajo, pero hay de todo: parcas alemanas, ropa americana, kimonos japoneses...”, explica Nieves sobre los artículos que venden. Entre las claves de su éxito, además de la sincronización con las últimas tendencias, destacan el hecho de que venden ropa de segunda mano que no lo parece. “Tenemos unos criterios de selección bastante estrictos”, confiesa Usabiaga, quien compagina su labor como empresaria con los estudios de Grado en Liderazgo Emprendedor e Innovación en la facultad de Mondragon Unibertsitatea en Bilbao.

Rápidamente han logrado conquistar una clientela bastante amplia -entre la que se puede citar incluso a Jon Kortajarena-: desde niñas de 14 años que van tras los shorts más deseados del verano hasta hombres de 60 que compran pellizas clásicas. Todo ello, además, con el gancho de unos precios razonables: “No es una tienda de segunda mano barata, pero tiene precios de Inditex. Hay chaquetas que vienen con etiquetas antiguas de 200 dólares y nosotros las ponemos en venta por 45 euros”, explican antes de añadir que cuentan con una marca propia, Arizona Studio Collection, con prendas que customizan para hacerlas aún más exclusivas.

“El 80% de lo que vendo es a través de Internet”

Con la llegada del nuevo milenio, el melómano Jorge Alonso se decidió a abrir Flamingo Records, una tienda de vinilos de segunda mano situada en la calle Esperanza. “He vivido en Estados Unidos y en Londres, ya conocía el sector. Cuando abrí no había ni una sola tienda en Bilbao y, gracias a ello, me comí gran parte del mercado. El cliente de vinilo es muy fiel”, cuenta desde el otro lado del mostrador aquel que habitualmente atiende a personas “de cuarenta años en adelante y con poder adquisitivo medio alto”. Según Alonso, aunque se pueden encontrar discos de 10 euros, la media cuesta de 20 en adelante.

Cuanto más peculiar sea el vinilo, más alto será su precio. “Lo más raro hoy en día es la psicodelia inglesa”, dice señalando el disco This is de The Magic Mixture, una pieza de coleccionista que asciende a los 300 euros. “El rock estatal se está poniendo por las nubes: Alaska y los Pegamoides, Los Enemigos, Los Rodríguez... Cosas que antes comprabas por seis euros ahora no bajan de 60”, cuenta el músico, quien especifica que el rock vasco de los sesenta y setenta también está muy cotizado. Muchos de esos discos los adquiere a través de gente que acude a la tienda a venderlos. En cuanto a la música anglosajona, Estados Unidos es hoy la meca para comerciar: “Hago un par de viajes al año, a sitios que conozco: Búfalo, Long Island, Nueva Jersey, Texas, Chicago...”.

A pesar de tener compradores de todo el Estado, raro es el cliente que acude a la tienda a mirar discos de uno en uno. “El 80% de lo que vendo es por Internet. Incluso los clientes de Bilbao vienen con los deberes hechos, habiendo echado un vistazo”, explica Alonso, que cuenta con una web y también vende en Ebay. “Antes eran los japoneses los que más pujaban, ahora son los rusos. He vendido discos por los que habría salido contento con 200 euros y han llegado a 600”.

“Las prendas antiguas tienen buena vejez”

Angel Schlesser, Kenzo, Isabel Marant, Marc Jacobs, Acne... Son algunas de las marcas que se pueden encontrar en Bombasi, tienda de segunda mano con prendas de firma capitaneada por Icíar Sertutxa. “Tuvimos un par de tiendas en Alameda Recalde y General Concha, donde vendíamos ropa de primera mano”, cuenta la minorista, que se lanzó a la piscina con la tienda que posee en la calle Bertendona en abril de 2013. “Son cosas que han funcionado fuera, no tenía sentido que aquí no lo hicieran. Es un mercado que hasta ahora no se había trabajado bien hecho, con gusto”, detalla.

Comenzó vendiendo ropa de colecciones antiguas que tenían de la anterior tienda, así como prendas que la gente del entorno dejaba en depósito. “Hay personas caprichosas que compran cosas y luego no se las ponen. Tenemos un abrigo de Bluemarine que costaba 1.000 euros y después de una puesta para un bautizo lo vendemos a 250 euros”, indica. Ahora acude a menudo a Burdeos, donde compra “en tres sitios” que controla, explica Sertutxa, dando sentido al marcado estilo francés que luce su boutique. “A veces modificamos las prendas para actualizarlas”, añade señalando un abrigo de Custo que la modista de la tienda ha transformado del revés para suavizar su toque vintage.

“Hay cosas que se quedan en el armario y que tienen vida aún. Las prendas buenas tienen buena vejez”, considera la dueña de Bombasi, quien también vende juegos de café, piezas de cristal, colonias o, incluso, muebles restaurados -“acabo de vender una chaise longue”, comenta-. Acérrima defensora del consumo responsable, Sertutxa opina que la crisis ha propiciado ciertos cambios en la mentalidad del bilbaino: “El de la segunda mano no es un mercado nuevo, siempre ha habido tiendas en Bilbao, aunque está empezando a expandirse y la gente le está quitando el miedo”.

“Hasta ahora ha sido comprar, usar y tirar”

En la misma calle Bertendona está Almoneda, uno de los comercios de segunda mano más peculiares de la villa. “Toda la vida me he dedicado a esto”, cuenta Iñaki Martín, copropietario de la tienda junto a Carlos Ajo. Ellos mejor que nadie pueden tomar el pulso al mercado de segunda mano: “Llevamos un retraso de 20 años con respecto a países como Francia o Estados Unidos. No ha habido cultura de guardar cosas, se ha tirado todo a la basura”, apunta Martín, partidario de reciclar. “Hasta ahora todo ha sido comprar, usar y tirar. La crisis ha repercutido en que eso cambie”.

Haciendo gala del nombre del comercio, venden todo tipo de artículos: ropa, lámparas, bisutería, teléfonos u objetos de decoración. “Como la tienda es tan heterogénea hay clientes de todo tipo, aunque la media ronda los cuarenta”, indica. Entre enero y febrero, además, liquidan muchos objetos “a precios de risa”. También poseen una tienda on line, donde venden -principalmente, lámparas adquiridas en Berlín- fuera de Bilbao.

“Lo retro es para minorías, no lo compra cualquiera, te tiene que gustar”, expone Martín, quien sin embargo destaca algunas iniciativas en Bilbao, como el ya clásico rastro de la calle Dos de Mayo, así como otros surgidos a posteriori como Sunday Market o Open Your Ganbara al “estilo americano”. Según el dueño de Almoneda, parece que poco a poco la gente empieza a tener “menos prejuicios” contra la ropa de segunda mano. Un cambio de mentalidad que urge, ya que “la globalización ha transformado la manera de comprar: ni en siete vidas podríamos consumir toda la ropa que se ha producido”.

“No se le da una segunda oportunidad a las cosas”

La primera tienda de Sonia García abrió sus puertas en 2003, pero no fue hasta 2009 cuando se asentó en la calle Arbolantxa, donde actualmente tiene en venta muebles de los años 50 y 60, así como una selección de ropa y complementos. “Siempre nos han gustado los mercados, hemos vivido mucho tiempo en Londres y decidimos apostar por esto”, relata Sonia García, propietaria de Tokyostory, quien también posee un pequeño local en la calle Dos de Mayo, “más en plan rastro”, que solo abre los días de mercado.

“La crisis ha provocado que venga mucha gente a venderme cosas. Creen que lo que tienen en casa es lo mismo que vendo, pero muchas veces no lo es”, indica en alusión a la calidad y al diseño de las piezas que tiene en venta. Tras adquirir los muebles -principalmente en Francia-, los restaura antes de ponerlos a disposición de sus cliente. “Aunque me centro en muebles de mediados del siglo pasado, si me surgen piezas de diseñadores conocidos y están a mi alcance las compro”, indica García, quien también vende en Internet.

A pesar de no tener un perfil definido de público, explica que, a menudo, se acercan parejas jóvenes con poder adquisitivo: “Gente con personalidad que va buscando piezas concretas”. Partiendo de la base de que la escasez de tiendas de segunda mano en Bilbao, en comparación a otros países, es una realidad derivada de que “no se le da una segunda oportunidad a las cosas”, lo cierto es que la dueña de Tokyostory también ha apreciado una pequeña permuta en el comportamiento del bilbaino: la gente está “más abierta”, valora las pequeñas “imperfecciones” que puedan tener los muebles.