REBELDE por naturaleza, solo la cocina me ha hecho doblegarme hasta ponerme de rodillas. Y es que soy de las pocas personas que aún tiene el horno a los pies de la vitro”. Así, con este sutil y cachondo sentido del humor, como es ella al natural, se presenta Esmeralda Escobal en su blog de cocina, uno de los que incluye DEIA en su página web y que más visitas recibe. “Esto es una revolución increíble en mi vida”, confiesa. Esmeralda ha pasado en poco más de un año de ser una usuaria básica de Internet a una activa bloguera en las redes sociales. “Antes iba en el metro, oía a alguien decir hashtag y creía que estaba hablando de un primo”, cuenta. Por eso, gracias al manejo de Facebook y Twitter, dice que se siente “como una chavalita”. Y todo gracias a la cocina, que es su hobby, su pasión. Pero así quiere que siga siendo. Porque para ganarse la vida ya está su trabajo, el que desempeña como economista en una entidad bancaria. Así que por la mañana es bancaria y por la tarde se transforma en cocinera.

Compagina muy bien sus dos ocupaciones. Una vez que sale del banco, a media tarde, y llega a casa, se pone el delantal. Dedica, como mínimo, dos horas y media diarias a mantener el blog. La mitad de ese tiempo lo dedica a la elaboración propia del plato, y la otra mitad, a las redes sociales, o sea, a contestar y comentar aspectos relacionados con sus recetas. Así lleva desde julio de 2013, cuando gracias a la inestimable ayuda de su amiga Arantza puso en marcha el blog Mantel bleu. Fue por casualidad, no premeditado. Lo cuenta Esmeralda: “Todo empezó porque yo pretendía buscar un sistema de archivo de recetas para no perder los platos que cocinaba mi ama, los que se hacían en casa, y buscando descubrí el mundo de los blogs gastronómicos, y entonces dije: Esto es lo mío”. El problema era que le parecía “imposible” montar un blog, pero para eso tuvo la suerte de contar con Arantza, “que es muy curiosa digitalmente”, dice.

Un bizcocho

El resto fue cuestión suya: elaborar platos sencillos y presentarlos bonitamente. Recuerda el primero que subió a la red. “Fue un bizcocho, que no sé ni cómo conseguí colgarlo. Bueno, sí: fue después de muchos juramentos”. Desde entonces no ha parado. Calcula que llevará unas doscientas recetas, algunas de ellas visitadas por más de 14.000 personas. Por ejemplo, un bizcocho, el mismo que le llevó al mundo de la cocina. Porque a Esmeralda no siempre le ha gustado meter horas en la cocina. “A mí lo que siempre me ha gustado es comer, no cocinar”, confiesa. Pero en un momento de su vida, cuando sus dos hijas eran adolescentes, dice que tuvo que quedarse más en casa. “Y fue un día cuando miré a los fogones y dije: Voy a experimentar”.

Experimentó de tal forma que “gracias a un bizcocho que me salió perfecto, me enganché”, afirma. Estuvo meses haciendo el mismo postre dulce, “porque una de mis obsesiones es repetir los platos que gustan”, hasta que sus hijas acabaron por odiarlo. A pesar de ello, ese fue el principio de su idilio con la cocina, que ahora divulga a través de su blog. “Mi único objetivo es poder transmitir la pasión que pueden despertar unos fogones”, explica, “porque cocinar es la afición más sabrosa y generosa que conozco ya que puedes compartirla con los demás”.

Presentación

Esmeralda, además de cuidar mucho el atrezzo en la presentación de sus platos para que queden lucidos y apetecibles en las fotografías, añade un ingrediente más a sus recetas: el sentido de humor. “Intento darle un toque porque para mí el humor en la vida es fundamental, es muy importante”, dice. Tanto es así que cuando acaba el día y hace examen de conciencia, no se plantea si ha sido buena o no, “sino si me he reído o no”. Y si se ha reído da por buena la jornada. Eso lo consigue gracias a su carácter cachondo y a que intenta no estresarse a pesar de que el blog cada vez le resulta más exigente. “Prefiero no mirar las visitas que tiene porque eso me genera nerviosismo, y yo lo que quiero es que la cocina siga siendo un hobby para poder disfrutarlo”. Para ello se ha marcado esos tiempos diarios de atención al blog y no desatender otras de sus aficiones preferidas como son la lectura, “soy lectora compulsiva”, dice, y los viajes. Todos los años intenta hacerse “un buen viaje”. El año pasado, por ejemplo, se recorrió la Ruta 66, que traviesa Estados Unidos de Chicago a Los Ángeles. Así que no es de extrañar que un día se meta a montar un blog de viajes. Seguro que sería entretenidísimo.