El PIN celebra sus primeros 50 años con un repaso de su vida
Medio siglo separan aquellos parques infantiles de Navidad en los que las actividades más novedosas eran un tren de la bruja, columpios y películas de vaqueros. El PIN celebra sus primeros 50 años con un repaso de su vida para DEIA
LA Navidad no sería Navidad sin el Parque Infantil (PIN) que cada año se organiza en Bilbao Exhibition Centre. Esta afirmación, que podría parecer una auténtica bilbainada, ha logrado ser una realidad gracias a una trayectoria de 50 años de éxito. El PIN ha formado parte de las vidas de miles de personas que, un día allá por 1964, se acercaron para disfrutar como niños de una propuesta de ocio sin precedentes y hoy continúan cruzando sus puertas siendo testigos de la diversión de sobrinos, hijos o nietos. Cinco décadas después de inauguración, los días de visita continúan siendo una obligación navideña; una tradición intemporal.
Un empresario vizcaino tuvo la idea de crear un espacio en el que se reunieran actividades de ocio para niños de todas las edades. Bajo el techo de la antigua Feria de Muestras de Bilbao, se dispusieron diferentes actividades que llamaron la atención de pequeños y mayores. Pero a la hora de hacer balance, los números no fueron tan positivos como las visitas recibidas durante el certamen. La organización finalizó con un déficit económico y para lograr saldar la deuda, el formato pasó a ser propiedad de la propia Feria. Así fue como en 1964 se comenzó a dar forma al PIN que se conoce hoy en día, más austero que el actual, pero totalmente revolucionario para la época.
Quienes vivieron aquella época, a mediados de la década de los sesenta e, incluso, primeros de los setenta, recuerda con nitidez las tardes navideñas que pasaban entre las instalaciones del PIN. “Nos dejaban ir solos y eso era una gozada”, recuerda Aitziber, de Portugalete. Al cruzar la puerta, un puesto de manzanas de caramelo y algodón de azúcar, un tren de la bruja, columpios como los que se pueden encontrar ahora en cualquier parque de la ciudad, el Gargantúa “y una especie de cine donde se pasaban el día proyectando películas del oeste”, apunta Jesús, de Bilbao.
Apoyo de empresas locales Las empresas con más fuerza de Bizkaia participaban en el PIN llevando atracciones, juegos, espacios de manualidades, deportes? “Si tenías suerte podías entrar con invitación de alguna de esas empresas y evitar pagar”, asegura Jesús. Eran ediciones de pantalones cortos, medias hasta las rodillas, zapatos de cordones y mucha emoción y adrenalina. Con el paso del tiempo, el PIN ha ido evolucionando. “Veíamos las propuestas del mercado, las diversiones de los chavales en cada época y hemos ido aportando novedades”, explica José Ramón Prado, director actual del certamen.
Así, el cita ha ido ganando en espectacularidad, con la incorporación de barracas cada vez de mayor tamaño y con mayor sensación de riesgo (alturas vertiginosas, vueltas imposibles y velocidades de mareo). Los pantalones cortos iban cambiándose poco a poco por los largos pantalones del chándal. Dos nuevas décadas, las de los 80 y los 90 conducían a este parque hasta la consolidación absoluta. “Antes había menos opciones de ocio al alcance y por lo tanto era más fácil sorprender, pero aún hoy los niños acuden emocionados al PIN”, afirma Prado.
La clave de su éxito radica en su diversidad y precios populares, mantenidos desde el inicio. “Viendo las fotografías antiguas, y viendo la cantidad de público que se aprecia en ellas, entendemos que los precios estaban al alcance de todos”, explica el director.
“Hay personas que siempre remarcan el hecho de que para disfrutar de las barracas hay que esperar muchas colas, eso se debe a los precios populares que tenemos, que permiten acceder al parque a muchas personas”, añade.
Lo que comenzó en un pequeño pabellón ha alcanzado esta edición los 35.000 m2 de ocio en Bilbao Exhibition Centre. “Es una cita de toda la vida. Me gusta pensar que ha habido personas que vivieron esas primeras ediciones y que ahora continúan disfrutando del PIN acompañando a sus hijos y sus nietos”, observa Xabier Basañez, director general de BEC. El cambio de ubicación de la feria, además, fue visto como un punto a favor del certamen, dejándolo al alcance de localidades y territorios vecinos.
Han pasado cinco décadas y, a pesar de que ya no es un parque tan infantil, el PIN mantiene su tirón. Por medio han pasado años de crisis que eliminaron el apoyo de algunas empresas y Ayuntamientos. Pero también ha habido quienes, como la Diputación, DEIA o BBK, mantienen su apuesta por el ocio en todos estos años. Cumplir 50 no es poca cosa, por eso la edición del PIN viene cargada de regalos para los más fieles: descuentos, una noche dedicada a los padres, dos jornadas más de apertura? A disfrutar.
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