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Para ‘don Pedrito’, con cariño

Balmaseda dedica una plaza y una exposición al sacerdote y arquitecto de la villa, Pedro Asúa Mendia, beatificado el pasado 1 de noviembre

Para ‘don Pedrito’, con cariño

eL nombre de Pedro Asúa Mendia que los balmasedanos guardan en su corazón, preside desde ayer la plaza donde en su día se levantaba su casa familiar. El sacerdote y arquitecto asesinado durante la Guerra Civil recibió el homenaje de los vecinos, los familiares que se acercaron a la villa, y los obispos de Bilbao y Gasteiz, Mario Iceta y Miguel Asurmendi, que oficiaron una misa de Acción de Gracias como broche a los actos de su beatificación el 1 de noviembre.

“En casa siempre hemos oído hablar de él como la persona más extraordinaria, que se preocupaba por los necesitados”, recordaba Patxike Herrero, una vecina que no quiso perderse el acto en el que se descubrió la placa, muy cerca de las escuelas Mendia. Su tío, el indiano Martín Mendia, promovió la construcción del centro escolar que Pedro Asúa diseñó e impulsó ofreciendo una formación a cientos de jóvenes de Balmaseda. Durante las obras se preocupó por todos los detalles, como el precio de los materiales que le hizo descartar la piedra de Karrantza por ser demasiado cara y decidirse por la de Sopuerta.

Los balmasedanos han podido acercarse a su biografía a través de la correspondencia que se conserva, recuperada para dos conferencias sobre su vida. “Cuanto más conocemos, más le admiramos”, según destacó el alcalde de Balmaseda, Álvaro Parro. Nacido en 1890, Pedro Asúa Mendia estudió arquitectura en Madrid y diseñó, entre otros edificios, el Coliseo Albia de Bilbao. Con una carrera prometedora por delante lo dejó todo para ordenarse sacerdote, aunque siguió proyectando edificios como arquitecto de la diócesis. Entre ellos, el seminario de Gasteiz, donde reposan sus restos.

en la kultur etxea Pedro Asúa fue asesinado en el monte Candina de Liendo en agosto de 1936. Una boina con dos orificios de bala, un pañuelo ensangrentado, un reloj de bolsillo, una pluma estilográfica y unas tijerillas recuperadas junto a su cadáver se exhiben hasta el 23 de noviembre en la kultur etxea de Balmaseda junto con otros objetos que le pertenecieron y fotografías en una exposición organizada con motivo de su beatificación. Un paso esperado tras un proceso que ha durado 58 años. No obstante, “la causa no ha terminado porque la meta es la canonización: verlo convertido en santo sería la alegría total y definitiva”, confió el obispo de Gasteiz.

La misma alegría que la familia de don Pedrito, como le llamaban en Balmaseda, siente al comprobar el cariño que le profesan los vecinos. “Es una satisfacción muy grande ver lo que le quería la gente”, agradeció su sobrino nieto, Jaime Roldán, que ha seguido sus pasos en la arquitectura. Tras el fallecimiento del nuevo beato, su tía, Doña Marcela, continuó su labor en las escuelas Mendia desde el caserón familiar colindante. “De ella recuerdo su amabilidad”, subrayó Tere Iturbe, quien fue su peluquera. Aunque el edificio fue derruido, Balmaseda no olvida a Pedro Asúa y los suyos.