SU aita es un rockero de raza, de esos que se ha dejado los tímpanos y el corazón en conciertos de Barón Rojo, de Judas Priest o de Motörhead, su grupo preferido. Así que, Andoni Vecchio creció escuchando en casa esos ritmos potentes y cañeros que acabaron echando raíces en su alma melómana. Pero ama le inculcó el amor por la cultura euskaldun, y este erandiotarra motero hoy afincado en Arrieta se metió de lleno en la música vasca. Primero fue la txalaparta, luego llegó la alboka y su querencia por el folk le llevó a acariciar la compleja y bella anatomía de la uilleann pipes, la gaita irlandesa.

Mucho ha llovido desde que Andoni comenzara a sacar los primeros sonidos a una txalaparta allá en Altzaga donde terminó dando clases junto a un colega a chavales del barrio. En aquel entonces sonaban mucho grupos como Exkixu o Kortatu que integraban en sus temas la alboka, y Andoni, seducido por ese sonido ancestral, acabó acudiendo a las clases que impartía el albokari Ibon Koteron en San Ignacio.

Introducirse en el mundo de la alboka le llevó a salir en kalejiras y a conocer a gente que se movía en el ámbito de la música vasca. Pertenecía a la formación Bilboko Albokariak y en una ocasión les llamaron para tocar en Orozko. Fue en ese pueblo, en la cola de unos baños, donde cambió el compás de su melodía vital. Y es que la casualidad quiso que allí conociera a la mujer con la que hoy comparte su vida y su pasión por la música; una mujer que también puede presumir de tener una trayectoria peculiar. Patricia Highfield es inglesa, de Bristol, de un pueblo llamado Thornbury. Comenzó allí sus estudios y acabó en tierras vascas tras recorrer diversas ciudades del Estado, donde recaló con una beca. Ha vivido en varias localidades de Euskadi y se afincó en Zalla donde, seducida por la cultura vasca, se matriculó en el euskaltegi y acabó bailando en el grupo de dantzas de la localidad. El día que conoció a Andoni había acudido a Orozko precisamente con esa agrupación. Con el tiempo, la pareja se afincó en Arrieta y hoy Patricia va a la Escuela de Música de Mungia donde toca el txistu. “Y también toca la txirula y la pandereta”, puntualiza Andoni orgulloso.

Música irlandesa ¿Y cómo acaba un joven erandiotarra tocando la gaita irlandesa? Aquellos discos de Gwendal de su aita fueron determinantes. Su querencia por el folk empujó a Andoni a interesarse por la música que se hace en Hungría, Francia, Inglaterra, Irlanda... En esa búsqueda de los ritmos folk empezó a ir a las sesiones de música irlandesa que cada miércoles por la noche acoge el Residence, un pub de la calle Barrainkua, en Bilbao. “Iba a escuchar a los músicos y me encantaba. Me parecía inaccesible”, narra. Entre los que acudían a las sesiones había un gaitero que tocaba la uilleann pipes y Andoni le pidió que le enseñara a sacar música a aquel fascinante instrumento.

Hoy día Vecchio no solo toca la gaita irlandesa, sino que además es un músico habitual de esas irish sessions del Residence que hace unos años veía tan inaccesibles. Allí cada miércoles se junta con artistas de diversas procedencias que contribuyen a que este pub sea uno de esos reductos de Bilbao que apuestan por la música en vivo, de calidad y con alma. Allí unen sus sonidos, entre otros instrumentos, flauta travesera, concertina, banjo, guitarra, tambor irlandés, y por supuesto, la gaita irlandesa de Andoni, que confía en seguir perfeccionando su técnica. “Según la tradición, para ser un maestro de la uilleann pipes hacen falta 21 años”, explica.

Andoni también imparte clases de txalaparta en la casa de cultura de Gorliz y se deja llevar por otra de sus pasiones: las motos. Así, Vecchio cabalga a lomos de su máquina, una Harley con nombre propio: Sorgiñe... Un nombre que evoca a leyenda, a mitología y a canciones celtas entonadas junto al frío de una pinta de cerveza negra y espumosa.