Las isobaras a través de la cámara de Inocencio
Desde que se jubiló sale todos los días en busca de una imagen relacionada con la meteorología para enviarla a DEIA y a ETB
EL tiempo libre que tiene Inocencio Goikuria, que es mucho desde que se jubiló hace ocho años en Bridgestone, lo dedica a sus dos grandes pasiones: la familia y la fotografía. Las cultiva diariamente. A las ocho de la mañana está como un reloj en la vivienda de su hijo, en Arrigorriaga, para atender a los tres nietos que tiene y llevarlos a la ikastola. Una vez que ha ejercido de aitite-canguro, coge la cámara de fotos y se va en busca de una imagen que refleje la meteorología del día. La tarde está reservada para su mujer. “Siempre hay que hacer algún recado”, dice. Si no, se van a la huerta que el matrimonio tiene en Laudio. Y allí, como se presente a tiro de objetivo una mariposa o algún insecto, también saca la cámara para inmortalizarlos. Luego viene lo más sencillo de la jornada, subir las imágenes a DEIA, donde tiene un blog (Euskal Herriko postalak), a las redes sociales, a TVE y a ETB, su principal valedor. Sí, porque Inocencio fue uno de los primeros fotógrafos aficionados que empezó a enviar imágenes a la sección del tiempo de Teleberri. “Como me las publicaban, me enganché”, confiesa. Así que, ocho años después, sigue recorriéndose diariamente la geografía vizcaina para captar algún espectacular paisaje. A Inocencio le viene la pasión por la fotografía desde que era pequeño. “Ha sido algo innato en mí”, dice. Recuerda que “cuando entraba un periódico o una revista en casa, lo primero que hacía era mirar las fotos porque me llamaban muchísimo la atención”, Así que en cuanto tuvo “posibles” se compró su primera cámara. “Era de plástico, incluso el objetivo, una máquina que ahora no las regalarían ni en las barracas”. Aun así, recuerda que le sacó “mucho rendimiento”. Apenas tenía 18 años y ya fotografiaba en Zeanuri, su pueblo natal, todo lo que veía. Daba igual que fueran las fiestas patronales que una reunión familiar. Con el “gusanillo” de la fotografía ya metido en el cuerpo, se compró “una Verlisa muy chula con la que podía hacer fotos en color”. A partir de ahí, y durante muchos años, compaginó su trabajo en Firestone (ahora Bridgestone) con la fotografía y la montaña, otra de sus aficiones. Hasta que le prejubilaron con 62 años. “Me liberé y pude dedicar más tiempo a la fotografía”, reconoce. Y eso es lo que ha hecho. Fotográficamente hablando, primero se volcó con los nietos. “Calculo que tendré unos 70 u 80 álbumes”, dice orgulloso, Y posteriormente con los paisajes. En esas andaba cuando un amigo, viendo las instantáneas que sacaba, le comentó que por qué no las enviaba al Eguraldi de ETB. Se animó, le hizo caso, y como se las empezaron a publicar, se enganchó. “Ahora mando fotos prácticamente a diario”, reconoce.
PAISAJES
Para conseguirlo tiene el siguiente modus operandi: una vez que deja a los nietos, coge el coche y la cámara y enfila la cuenca del Nervión. Le encanta ir desde Galdakao hasta Orduña. “Me gusta mucho esa zona que tiene una magia especial”, dice, “pero también me desplazo mucho hasta Orozko o Zeanuri”. Su objetivo, según confiesa, es “buscar paisajes relacionados con la meteorología”. “Trato de sacar las escenas más naturales posibles, que no sean forzadas”. Que se las publiquen o no es otra cuestión. Ahora, cada vez tiene más competencia. Cuando se le pregunta por su fotografía preferida contesta que “no sabría decir cuál’, aunque pasados unos segundos dice que una de las fotos que más me ilusiona es la que sacó “desde Maroño con el sol reflejando en las crestas de la Sierra Salvada y en el agua del embalse”. Para captar ese y otros “paisajes idílicos” Inocencio dedica los fines de semana. “Cuando quiero un amanecer bonito, no me queda otro remedio que coger un sábado o domingo y me voy al Ganguren, desde donde hay una vistas preciosas del Duranguesado cuando sale el sol...”. En esos momentos combina a la perfección su gusto por la naturaleza y la fotografía. Lo mismo que cuando está en el jardín de un terreno familiar que tienen en Laudio y se le presenta la oportunidad de fotografiar insectos, otra de sus especialidades, según dicen los expertos. “En verano llegan muchos insectos”, dice, “así que me pongo lejos con un teleobjetivo y espero”. Todas esas fotos las realiza con una cámara de “gama media”, porque lo importante para él es que “no se trata de tener una buena guitarra, sino de saber tocarla”. El la sabe tocar. Así lo reflejan sus fotos, que captan hasta las isobaras.