Lekeitio - Hay apellidos que denotan una procedencia. Y si te llamas Ana Goitia Erkiaga, lo más probable es que Lekeitio sea tu cuna, “aunque los primeros 17 años de mi vida los pasé en Arrasate y luego hice un tiempo en Bilbao”, avisa una periodista, asesora de imagen y bloguera de moda que cuenta con su propia firma de ropa. Enfrascada en mil actividades en torno al competitivo mundo en el que se mueve, siente su municipio “como una parte indispensable” de su vida.

A los lekeitiarras solo les gusta Lekeitio, dicen. ¡Y a quién no!

-Nos tira mucho, desde luego. Siempre me he sentido lekeitiarra, aunque haya vivido fuera. Y es que el salitre tira bastante y necesito tener el mar al lado para vivir. He estado muchos años fuera, pero no había ningún fin de semana que no viniéramos a Lekeitio.

¿Es por eso que le gusta tanto? ¿Hay algún sitio especial?

-Cada sitio tiene su época. Me encanta pasear por San Juan y el faro de Santa Catalina, las playas, el casco viejo, el puerto o ir hacia el astillero viejo y Marierrota, que es un lugar especial. Pese a lo pequeño que es, tiene tantos lugares con encanto que vivir aquí es un lujo.

Para llegar a Lekeitio antes hay que sufrir en la carretera.

-Igual así se disfruta más del pueblo. Es verdad que estamos un poco aislados. Antes pasaba mucho tiempo en el coche y lo sufría más, aunque todavía hago escapadas a desfiles en Madrid. Tengo a mi familia aquí, es muy cómodo para criar a un niño y existen sitios especiales para desconectar. Pese a estar lejos somos unos privilegiados.

Los veraneantes seguro que opinan lo mismo que usted.

-Vienen muchos, pero a mí no me agobia, para nada. También hay mucho lekeitiarra que vive fuera y vuelve en esas fechas para reencontrarse con su gente. Eso sí, cuando acaban las fiestas de San Antolín comienza la desbandada. Se nota mucho.

Tienen tres playas a tiro de piedra. ¿Cuál es su preferida?

-Vamos a empezar reconociendo que Karraspio y Salvaje pertenecen a Mendexa... Cada playa tiene su público fiel: Isuntza para la gente mayor y los niños, por ser accesible y estar pegada al pueblo. En Salvaje se respira tranquilidad. Y Karraspio es para jóvenes, aunque este año le ha faltado arena por los temporales y la cosa ha cambiado...

Habrá pasado infinidad de horas pisando arena...

-Recuerdo la época en la que había casetas de madera en Salvaje y nos reuníamos toda la familia en torno a ellas. Nuestra vida era la playa, solíamos estar de sol a sol, y cada familia tenía su parcela. Pero ahora nos hemos trasladado a Isuntza.

Y para alegrar un poco el paladar... ¿Qué propondría?

-Hay cantidad de bares y muchos están especializados en pintxos concretos. Hay uno de foie a la plancha que me encanta en el Lumentza, adoro la terraza del Willows, hay platos combinados de pescado en Antzarrak; Sukha tiene buenos vinos, en el Metro las cebolletas, el chipirón en el Leihope, un café en el Guzurmendi o tomarte unas rabas en cualquier bar del puerto... Hay mucho donde elegir.

¿Se le hace duro el invierno?

-No, porque tiene un ambiente más tranquilo que el verano con el que se puede desconectar del estrés. Trabajo desde casa y aunque los centros de la moda están lejos, la tecnología también me echa un cable. Eso sí, cuando estoy agobiada no hay nada como darme un paseo para relajarme.

¿Cómo definiría a los lekeitiarras por su vestir?

-La vida aquí es muy cómoda, así que con lo básico nos apañamos. Eso sí, hay días en los que hay que vestir las mejores galas. La gente mayor, sobre todo, lo suele hacer en fechas señaladas como el día de San Pedro. ¡Entonces sí que se ve la elegancia lekeitiarra! La gente sabe vestirse bien, desde luego.

San Pedro es un día de tradiciones. ¿Le gusta cumplirlas?

-Es el día más bonito. Me emociona ver a Asier -Uskola- bailando la kaixarranka. A veces no puedo evitar emocionarme hasta el punto de que se me cae alguna lágrima. A mi hijo Manex le hemos enseñado a bailarlo, subido a la mesa en casa. He bailado el aurresku de las mujeres muchas veces. Está la kilinkala, que también es especial. Son tradiciones propias de un día muy emotivo.

¿Y el día de los gansos?

-Prefiero el txupinazo, en el que estamos la gente de casa. El Antzar Eguna es bonito, sobre todo para disfrutarlo de día. Pero me suele agobiar que haya tanto barullo.

Y el mahón... ¿para cuándo innovamos un poco?

-Es una prenda básica pero da mucho juego si se combina bien. Prefiero mantener la costumbre. Lo que sí creo es que se puede conjuntar el mahón con unos buenos complementos y ofrecer un toque personal.

El ambiente arrantzale habrá influido en sus creaciones.

-Me ha entrado una especie de obsesión con las prendas de toque marinero últimamente. Chubasqueros, jerseys, camisetas... Siempre me han gustado y está claro de dónde viene.

Periodista, Asesora de imagen y bloguera de moda