CIENTO cincuenta personas se reunieron ayer en Ugao-Miraballes para cumplir con la tradición de compartir mesa y mantel el lunes posterior a la festividad de su patrona, la Virgen de Udiarraga. Fue durante la tradicional comida de la cofradía, cuya primera referencia documentada data de 1566, “aunque ha tenido tres etapas diferentes a lo largo de los siglos y esta última comenzó hace cuatro años, en 2011”, recordó el cofrade Iñigo García Uribe.
Presidiendo el evento, como también es tradición, la caldera de hierro construida en 1848 por la ferrería Santa Ana de Bolueta. Y de menú: 80 kilos de alubias pintas con sacramentos (chorizo, morcilla, tocino y costilla), ensalada, 450 pimientos rellenos de carne y pastelitos. Además de bebida, café, copa y puro.
El Mayordomo de la hermandad, Ernesto Fernández, aseguró que “todos los años nos dicen que está exquisito. La gente repite y no dejan casi nada”. Antes del inicio de la comida, lo que esperaba este vecino es que “vuelva a ser así y que los asistentes disfruten y se lo pasen bien”.
Este deseo se extendió a la docena de miembros de la cofradía de la Virgen de Udiarraga que, desde primera hora de la mañana, colaboraron activamente en la preparación de todo el escenario y en servir, a partir de las 15.00 horas, las mesas. “Es un día de trabajo pero también de satisfacción y recuerdos”, aseguraba Josean Marina, el más veterano del grupo y con más de 30 preparativos de comidas a sus espaldas.
“Anécdotas podría contar muchas pero ahora me acuerdo del año que después de montar todo junto a la ermita se puso a llover y tuvimos que desmontarlo y llevarlo corriendo a las escuelas”, relató.
Pista del frontón El Jaro La experiencia es un grado y por esa misma razón, la comida de ayer se celebró en los patios cerrados del frontón de El Jaro, en lugar de en los aledaños del templo religioso. “Por la mañana estaba lloviendo. Luego se ha aclarado pero ante el riesgo de tormenta y para evitar problemas de última hora, decidimos realizarla aquí”, justificó el Mayordomo.
El escenario redujo el habitual brillo y belleza de la ocasión pero el cambio de ubicación incluso llegó a agradar a los comensales. “La imagen de la ermita junto a nosotros es muy bonita, pero el año pasado pasamos muchísimo calor porque es una zona donde no hay sombra”, apuntó Belén López, que acudía por segunda vez a la cita desde su localidad de residencia, Gordexola.
“Tenemos amigos en Ugao, nos invitaron a venir y nos gustó el ambiente. Luego ellos irán a las fiestas de San Cosme. Son buenas excusas para vernos y pasar ratos muy agradables”, recalcó.
Cada vez más mujeres Belén fue una de las casi cincuenta mujeres que acudieron a la comida, un dato que no sería nada destacable si no fuera porque su presencia estuvo prohibida durante muchos años. “En sus orígenes, en esta cofradía siempre hubo hombres y mujeres”, afirmó con rotundidad García Uribe. Sin embargo, en 1890 dejó de celebrarse la comida y cuando resurgió, en pleno franquismo, “decidieron, por el momento que se vivía, que solo asistiesen hombres”.
Los promotores de esta última etapa tuvieron claro desde el primer momento que el encuentro culinario iba a estar abierto a toda la población “y estamos muy contentos con la evolución que está teniendo ya que el primer año se apuntaron 13 mujeres, el siguiente 17, el año pasado 33 y este casi llegan ya al medio centenar”.
Origen de la alubiada Otro gran motivo de satisfacción para los cofrades de Ugao es que las alubias se han convertido, poco a poco, en el plato protagonista de la última jornada de fiestas. “No se puede decir que sea una tradición. El guiso se instauró en 1985 por cuestiones prácticas y económicas ya que antes se comía sopa, bacalao y pollo”, precisó el cofrade. “Y poco a poco el pueblo ha hecho suya la idea de la cofradía hasta el punto de que, hoy en día, más de 3.500 personas, es decir, prácticamente toda la villa, comen este guiso en sus casas, en txokos, en establecimientos hosteleros o en plena calle”, añadió.
Y así volvió a repetirse ayer en cada rincón de la villa de Ugao-Miraballes para poner el broche final a las fiestas patronales de 2014.