CON el sabor de los jalapeños, de las fajitas y de las salchichas a la diabla con un buen toque picante. Con la ardiente pasión del tequila y el refrescante gusto de la jamaica, esa bebida típica obtenida de infusionar la flor del Hibiscus. Con el ritmo de los mariachis y, sobre todo, con las ganas de que “se vea unidad e integración”, más de cien mexicanos y vascos celebraron ayer unidos en Getxo las fiestas patrias de México, que conmemoran la independencia del país americano.

La antigua cervecera de Fadura se convirtió para la ocasión en un pedacito de esta república. Lo hizo gracias a la comida típica del país, los trajes tradicionales, las piñatas y la proclama a pleno pulmón de ¡Viva México!. Este grito de Dolores fue la llamada que dio inicio a la Guerra de Independencia del país en la noche del 15 al 16 de septiembre de 1810. Y ayer se escuchó alto y claro en Getxo.

No en vano, las asociaciones México-Euskadi (Asime) y México Lindo, que tiene su sede en esta localidad costera, decidieron unir sus corazones -que palpitan con cierta melancolía en estas fechas- y festejar por primera vez un día tan especial juntos. “Queremos tener un cachito de México en Euskadi. Es la fiesta más importante para n y, dado que viajar a México no es fácil para todos, queremos celebrarla aquí junto a nuestros familiares y amigos vascos”, contaba Teresa Valero, presidenta de Asime.

De esta forma, los colores rojo, blanco y verde, los de la bandera mexicana y la ikurriña, se fundieron ayer en un acto de convivencia. “Los vascos y los mexicanos tenemos mucho arraigo por nuestras tradiciones, nos sentimos muy orgullosos de ellas. Por eso, unos y otros nos entendemos muy bien y somos muy respetuosos”, comentó la mexicana María Grever.

“En México es frecuente encontrar apellidos vascos y existe un fuerte cariño hacia Euskadi. La capital mexicana cuenta, por cierto, con una euskal etxea. Y Bilbao es sede para un consulado de México”, recordó Teresa. Los mexicanos que residen en Euskadi forman una comunidad pequeña en comparación con otras nacionalidades. De hecho, en Bizkaia únicamente llegan a ser 1.200, según apuntó la presidenta de Asime. “Pero somos muy activos y con un alto grado de integración, en lo económico, lo social y lo afectivo. Cada año, reproducimos las fiestas tradicionales de México, como el Día de Muertos y las Posadas Navideñas. La integración es muy buena, lo que supone que ambas comunidades comparten y hasta mezclan sus tradiciones. Las fiestas mexicanas siempre tienen algo de vasco, y las de Euskadi ganan un punto mexicano”, resaltaba Teresa.

El ‘zócalo getxotarra’ Ayer tocó la jaia de la independencia. La noche del 15 de septiembre, los mexicanos se congregan en el zócalo (plaza principal) de sus respectivas ciudades para gritar ¡Viva México! El punto neurálgico, el lugar donde se concentra el espíritu de esta celebración, es el zócalo de la Ciudad de México, una de las mayores plazas públicas del mundo. Allí está el Palacio Nacional, desde donde el presidente de la República encabeza la ceremonia.

El zócalo getxotarra se adelantó a esta efemérides un día, ya que las asociaciones decidieron organizar la fiesta un domingo para reunir a más personas. El resultado fue todo un éxito. La fiesta fue, como se dice popularmente en México, de traje. Es decir, que cada asistente tenía que traer comida y bebida para compartir con el resto. “Cuando unos amigos vascos fueron a un acto de estos en México entendieron que tenían que ir vestidos de traje”, aseguraba ayer Teresa entre risas. Así que unos trajeron los jalapeños, otros las fajitas, algunos empanadas, también tortillas, tacos, guacamole, salchichas a la diabla, champiñones...

“Queríamos que los asistentes se sintieran partícipes de la fiesta, que unos compartieran con otros, que hablaran todos con todos... También pedimos que vinieran con los trajes típicos de nuestra casa”, indicó Teresa. Después de llenar los estómagos, llegó la hora de gritar su proclama. Aún resuena en Getxo la actuación del Mariachi Imperial. Con ella pusieron el punto final a una jornada en la que la localidad vizcaina se convirtió en un trocito de México.