LA importancia del Bilbao Basket es incuestionable en el ámbito deportivo de la ciudad, pero la repercusión económica aún lo es más. La capital vizcaina está a la espera de la resolución de la ACB de incorporar al equipo bilbaino en la Liga de baloncesto de máximo nivel del Estado.
Muchos hosteleros vieron la oportunidad con la construcción del Palacio de Deportes Bilbao Arena en el barrio de Miribilla de negocio con el que poder reanimar su economía en un momento delicado. La ilusión, por aquel entonces, inundaba las vidas de los comerciantes y hosteleros de la zona. Hace cuatro años, en septiembre, comenzó a rodar el Bilbao Arena y junto a él, los negocios de los alrededores cogieron un soplo de aire fresco. Una media de 9.000 espectadores acudían cada quince días a la cancha del equipo bilbaino. 9.000 personas que comían y bebían en el joven barrio de Miribilla mientras el grupo de jugadores luchaba contra los más grandes de Europa.
La última campaña de los hombres de negro ha sido un calvario tanto en lo deportivo como en el aspecto económico. La consecuencia directa se refleja en los bares de Miribilla, ya que los beneficios generados por el deporte se han visto reducidos. Si la gente deja de ir a ver los partidos, muchos de los negocios de la zona tendrán que replantearse el futuro de su empresa.
Realidad hostelera Yasmín Etari es la dueña del Café-Bar Saski que está situado a unos 100 metros de la entrada principal del Palacio de Deportes Bilbao Arena. “Vivimos gracias al baloncesto, cuando juega el Bilbao Basket es el día en el que nosotros hacemos caja y si ahora ya no juegan, tendremos que cerrar”, comenta la dueña del bar. La situación es dramática para esta hostelera que abrió el negocio en 2009 como consecuencia de la construcción del Bilbao Arena y la proyección económica que iban a aportar los encuentros del Bilbao Basket en Miribilla.
En frente del llamativo palacio de deportes -que costó 42 millones de euros- se encuentra el Hirukoa café. Al entrar, es palpable la importancia del equipo bilbaino para el negocio. Sonia Sabas, la propietaria del negocio, asegura que “un partido del Bilbao Basket supone una semana más de ingresos al mes”. La incertidumbre de la hostelera respecto al conflicto deportivo desencadena en una visión de futuro pesimista.
“No hay nada que genere más ilusión en una ciudad que la afición de un deporte”, asegura el presidente de la Federación de Hostelería de Bizkaia, Boni García. Desde la federación opinan que la situación actual que está viviendo el sector es complicada, no solamente por la crisis, sino por la saturación de locales que han surgido en los últimos años. La realidad es que los negocios hosteleros no son capaces de vivir con el consumo del día a día.
“Bilbao vive de las crestas, es decir, de la noche blanca, del BBK Live, del Athletic y, por supuesto, del Bilbao Basket”, apunta Boni García. Las consecuencias de la salida del equipo bilbaino de la ACB pueden ser demoledoras para el sector en la capital vizcaina, ya que la mayoría de los negocios del joven barrio de Miribilla tienen como motor principal al Palacio de Deportes Bilbao Arena y al Bilbao Basket.
Cuando el equipo bilbaino disputa sus partidos en Miribilla, la marea negra se instala, principalmente, en las calles de Bilbao La Vieja y Miribilla, debido a su proximidad al estadio. “Es como si a Licenciado Poza le quitaran San Mamés”, dice un hostelero de Bilbao La Vieja, que tenía costumbre de organizar una fanfarria los días de partido de basket. Antes y después de los encuentros, los aficionados a este deporte quedan para tomar el aperitivo y coger fuerzas o para comentar lo más destacado de su equipo entre pintxos. Para llegar hasta el Bilbao Arena, los aficionados pueden atravesar el Casco Viejo y cruzar el puente San Antón o bajar hacia el pabellón desde San Adrián. Es por ello que los bares de la villa se abarrotan cuando los amantes del baloncesto van a disfrutar del equipo.
Hace cuatro años, Salvador Martínez decidió cambiar su destino y abrir Oh!melette, un negocio situado en la parte superior del Bilbao Arena. El local está adornado con una camiseta de los hombres de negro, un balón firmado por los jugadores y la bandera del combinado. Para Salvador el baloncesto lo es todo. “Los partidos que se celebran en Miribilla suponen el 20% de los ingresos anuales del bar”, comenta el dueño. Cuando los aficionados se dirigen al palacio de deportes se venden más de 100 bocadillos.
Además, el efecto que tienen los enfrentamientos del conjunto de baloncesto sobre la población son influyentes. Cuando disputan los partidos “estamos siete personas trabajando, si no jugaran más me vería obligado a despedir, por lo menos, a la mitad de los trabajadores”, puntualiza el dueño.
Incertidumbre por doquier Otra incógnita que rodea a Bilbao, y en particular al sector hostelero, es la siguiente: si el Bilbao Basket no consigue estar dentro de la ACB para la próxima campaña, ¿qué pasará con el Bilbao Arena?
Los hosteleros no ven con buenos ojos las posibles alternativas que se plantean en el recinto. El Circo del Sol que acogerá el Bilbao Arena en agosto por Aste Nagusia, diversos conciertos de música y los entrenamientos de la selección de baloncesto de Estados Unidos son algunos de los eventos programados para dar otro tipo de usos al palacio de los deportes de la capital vizcaina.
“Son eventos atractivos, pero la gente no viene a consumir a mi negocio con este tipo de cosas”, “aquí sin baloncesto no pintamos nada”, “no es suficiente lo de los conciertos, necesitamos al Bilbao Basket”, son algunos de los comentarios de los hosteleros de Miribilla. Una solución que no convence a nadie, por el momento.
Bizkaia entera está pendiente de la respuesta de la readmisión en la ACB. El itinerario del club es complicado, pero no imposible. “El Bilbao Basket da muchas alegrías y es un elemento de unión en la sociedad vizcaina”, afirma el dueño del Café Behekoa, Gorka Pujana. Por lo tanto, la hipotética salida de los hombres de negro de la máxima categoría supondría una gran golpe para el sector de la hostelería en Bilbao, y más concretamente para los hosteleros de Miribilla, que no quiere tener que bajar las persianas de su negocio. Ahora, unidos, toda la ciudad empuja para que los hombres de negro se queden en la élite del deporte.