Convivencia sobre la arena de la playa sopelarra La Salvaje
La playa sopelarra La Salvaje, referencia del nudismo, comparte espacio de tolerancia con los ‘textiles’ desde hace cerca de cuarenta años. “Cada uno que se ponga como quiera”, es el sentir general de los usuarios
yO ni me doy cuenta de quién va desnudo o quién lleva bañador. Me da igual. No me fijo”. La frase de Bea, una de las asiduas a la playa La Salvaje, de Sopela, refleja la naturalidad con la que nudistas y textiles comparten espacio en el arenal que fue uno de los pioneros del nudismo en Bizkaia. Hace casi cuarenta años que este rincón empezó a convertirse en símbolo del movimiento naturista y, actualmente, sigue abanderándolo, como lo demuestra la carrera que se celebrará hoy y que reunirá a cerca de 80 participantes en la que es ya su decimoquinta edición.
Es cierto que hay una tendencia a que los que van sin ropa de baño se sitúen de forma mayoritaria en el costado getxotarra de Barinatxe -verdadero nombre de la playa-, pero también es habitual verles por el resto del coqueto arenal. La convivencia se ha instalado desde hace tiempo en este pedazo de costa. “Que cada uno se ponga como quiera“, es el sentir de la mayoría de los usuarios de este arenal. “No hay malos rollos”, ilustra Aitor. “Aunque mirones y gente que viene a exhibirse siempre va a haber”, añade. Algunos perciben que los textiles han ido ganando terreno y que, por ello, La Salvaje, se ha domesticado. “Con respecto a diez o quince años sí que ha aumentado el número de personas que vienen aquí y no hacen nudismo”, considera Aitor. “Arriatera-Atxabiribil se ha ido masificando, entonces yo creo que mucha gente viene aquí buscando más tranquilidad”, señala Manu. El organizador de la carrera nudista, Patxi Ros, opina que, de alguna manera, “el número de nudistas que acudimos a esta playa se ha estancado”. “Más o menos, hoy en día, estamos los mismos que empezamos hace cuarenta años”, apostilla. Asimismo, Ros reivindica “tolerancia” por ambas partes. “No hay que obligar tampoco a alguien que va a una zona nudista a ponerse desnudo”, asegura, a la par que asevera: “Yo estaría en contra de una playa de uso exclusivamente nudista”.
Respeto Por otro lado, el responsable de la prueba nudista estima que “Bizkaia siempre ha sido tolerante” con las personas que optaban por estar en la playa sin bañador o biquini. “Mi experiencia, tanto aquí como a nivel de Euskadi, es que la gente ha sido respetuosa”, comenta. Patxi recuerda sus inicios allá por “1976-77”, en La Salvaje, una de las primeras playas en acoger a naturistas. “Al principio, se empezó a practicar nudismo en lugares de difícil acceso, por eso se hacía básicamente en pedregales. Pero esta playa gustaba mucho porque era amplia y tenía arena. No era un sitio de rocas. Aquí puedes pasear por la orilla, tienes más espacio a la hora de estar tumbado...”, explica. De hecho, este arenal tiene casi 800 metros de longitud y 80 metros de ancho. En todo el tiempo que ha pasado desde entonces “no es que el nudismo haya crecido o no, es que se ha normalizado, ha ido a una tendencia natural”. Ros también habla de las piscinas nudistas: “La del polideportivo de Artxanda es la única que ofrece un horario naturista, entre octubre y junio”. La instalación permite desde el año 2000 bañarse desnudo los segundos y cuartos sábados de cada mes, de 19.00 a 21.00 horas.
Muchos de los playeros aprecian que las personas que lucen sus cuerpos al sol de manera integral mantienen su hueco en La Salvaje y se extienden “por casi todas las playas vizcainas, salvo Ereaga o Gorliz, que quizás son más familiares”, aprecia Josu desde su toalla en la arena sopelarra. “En Meñakoz hay ahora mucha gente nudista”, indica Maitane. “Azkorri también se ha convertido en un sitio en el que está mucha gente desnuda. Se suelen poner en una esquina”, agrega. La Muriola, playa de la cantera o Barrika txiki -se la conoce con esos tres nombres- es otro de los destinos naturistas. Esta cala de apenas 450 metros que se encuentra frente a Plentzia está apartada, por lo que también se convirtió en un apetecible lugar para esta práctica. Muskiz, Lekeitio, Ispaster, Ibarrangelu... La convivencia se ha afincado en la arena.