Decía Don Quijote a Sancho Panza en el capítulo octavo de sus andanzas, donde relata Cervantes la lucha del hidalgo contra los molinos, que “no estás cursado en esto de las aventuras; ellos son gigantes, y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla”. Nazario Durán Etxebarria, un trapagarandarra de La Arboleda, de 83 años, como moderno hidalgo, tampoco tuvo miedo nunca de enfrentarse a los gigantes de su tiempo, como las instituciones, para batallar en pos de un Trapagaran mejor para sus vecinos. Ello le ha llevado a registrar una ingente cantidad de quejas y propuestas ante el Ayuntamiento.
Fruto de su pertinaz observación y de su carácter inconformista, siempre en busca de mejorar las cosas, los vecinos de Trapagaran gozan de detalles que ahora pueden parecer habituales pero que en realidad tiene tras de sí la determinación de este encargado de calidad del laboratorio de motores de la empresa Tarabusi de la que se jubiló hace 20 años. “Él tenía un oído muy afinado con el que era capaz de detectar los problemas de los motores”, desvela una de las hijas de Nazario, quien define a su padre como un “espíritu inquieto incapaz de estar parado y menos si ve algo que no está bien”.
Gracias a su tesón, hoy el Palacio Olaso goza de una iluminación nocturna que realza la grandiosidad de la torre, hay un baño público en su aledaña plaza -junto a los juegos infantiles cubiertos- o vallas en los accesos a este rincón central de la parte baja de Trapagaran. Son solo algunas de las demandas que a lo largo de los años ha presentado Nazario en el registro municipal, donde es un habitual al que se respeta por su atinado criterio y su sincero relato de aquellos elementos públicos que deben o pueden ser mejorados. “Tanto para mí como para mi familia o para mis vecinos”, explicaba este hombre amante de la caza, al que su ocupación laboral mermó la capacidad auditiva pero al que, como dice su mujer Miren Basauri “no se le escapa nada, está encima de todo. En casa solo hay cajones para él y sus cosas”.
Compromiso
Una dedicación que le ha valido el reconocimiento unánime de su Ayuntamiento, que ayer le tributó un caluroso homenaje “por ser un ciudadano comprometido y preocupado por su pueblo”, en expresión del alcalde, Xabier Cuéllar, quien destacó que Nazario no se queda en el problema cotidiano sino que sus escritos van más allá. “Escribe sobre temas más amplios y de más calado” y los sigue “con pasión y se implica como si fuera un representante del Ayuntamiento”.
Y es que este afable aitite nunca ha tenido lanza en astillero, ni adarga antigua, ni rocín flaco pero sí el tesón de quienes, a diferencia de otros, son capaces de ver gigantes donde otros solo ven molinos y denunciarlo bien claro y por escrito porque las palabras se las lleva el viento.
“Nazario es un apasionado de la escritura”, relata una de sus tres hijas, quien más de una vez ha podido leer los escritos con los que ha logrado mejorar la vida de sus convecinos de Trapagaran. Para él, que ha logrado tanto con su aportaciones, demandas y quejas, una de las mayores satisfacciones fue la consecución del paso de cebra semaforizado que cruza la Avenida Primero de Mayo, por donde discurre la carretera N-634, entre la óptica y la plaza de acceso al ambulatorio.
“Estuvo más de siete años detrás de ello porque al no haber paso había que dar un gran rodeo para llegar al ambulatorio”, recuerda una de sus hijas, quien resalta que Nazario seguirá atento a lo que pasa en su pueblo. No en vano este afable hombre, que hoy festejará junto a su mujer Miren Basauri sus 59 años de feliz matrimonio, aún no arroja la toalla en pro de su pueblo “del que ninguna de mis hijas se ha querido ir, lo que para mí es un orgullo” y destaca que le haría feliz “ver desaparecer la Sedería Mendoza. Lo suyo con los puestos de trabajo es puro chantaje”, asegura.