POR muchas campañas que impulsen las instituciones para promover un desarrollo respetuoso con el entorno, si cada uno no predica con el ejemplo en su día a día "el esfuerzo no sirve de nada", según recalcó el concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Güeñes, Martín Pérez. Por ello, el Consistorio reunió en la Herriko Plaza del núcleo urbano de Sodupe una nutrida muestra de cómo hacer un uso racional de los recursos más variopintos. La feria Ekokultura regresó al municipio tras un año de paréntesis debido a que la congelación del presupuesto en 2013 obligó a priorizar otros servicios. La de ayer fue, además, su décima edición.
Los sectores de las energías eólicas, vehículos ecológicos, terapias naturales o biocostrucción estuvieron representados en el recinto. También muchos productos autóctonos de la comarca, ya que "promocionar el consumo de estos alimentos es otro de los objetivos de la feria Ekokultura", señaló el edil. La asociación Sabor Enkarterri se encargó de ofrecer en Sodupe una pequeña muestra de todo lo que el agro de la comarca puede ofrecer. "Históricamente, esta zona ha estado muy vinculada a la tierra. Tanto los agricultores y ganaderos como las personas que la utilizan como un complemento para su propio consumo contribuyen a generar ese PIB tan importante a través de productos como la cebolla morada de Zalla y muchos otros", destacó la diputada de Agricultura y candidata del PNV a la Alcaldía de Zalla, Irene Pardo, que también acudió a la feria. Un revuelto de setas preparado por la Sociedad Micológica de Aranguren y la paella que repartió el hotel Erreka de Güeñes, dieron una pequeña muestra de la riqueza gastronómica encartada.
Ese respeto por el medio ambiente abarca el cuidado de los paisajes singulares con los que cuenta el territorio. En este sentido, la feria contó con un espacio informativo sobre las 960 hectáreas de terreno comprendidas entre los términos municipales de Galdames y Güeñes declaradas biotopo protegido por el Gobierno vasco. Además de cuevas y construcciones megalíticas, el área comprende hábitats de interés como los bosques de los barrancos del Grazal. Su protección "prohíbe realizar actividades extractivas" en las canteras encuadradas en dicho perímetro, según recordó el alcalde de Güeñes, Koldo Artaraz.
Lejos de las grandes cifras que manejan las instituciones y empresas potentes de los sectores que engloban las áreas representadas ayer, Ekokultura propuso también soluciones económicas en los apartados más diversos. Así, la asociación bilbaina Truch Rech enseñó máquina de coser en mano que se puede crear un bolso de lo más original solo con un retal y una corbata a modo de asa. "Tenemos una cultura de usar y tirar que es imposible mantener. Cambiamos de ropa como si fueran pañuelos de papel sin pensar que detrás de esa camiseta que nos ha costado tres euros puede haber explotación y salarios indignos", expuso Enara Bravo, integrante del colectivo. Precisamente para evitar una esclavitud asociada al trabajo para que otros se enriquezcan nació hace más de una década la Fundación Merkadeko, "la única importadora vasca de comercio justo", según apuntó Eduardo Galaz. Desde aquí colaboran con cooperativas de Centro y Sudamérica para que la distancia entre productores y consumidores se vaya acortando. "Poco a poco vamos consiguiendo que se reconozca el valor añadido, por ejemplo, del café", explicó. Y poco a poco los voluntarios del servicio de Juventud de Güeñes, Gugaz, van recaudando fondos para completar su proyecto de cooperación en Nicaragua. Ayer, de acuerdo con el espíritu de la feria, vendieron bombillas ecológicas al precio simbólico de un euro y bolígrafos biodegradables.