ASUN Azcarreta no iba para lotera precisamente. Estudió para ser ATS y, de hecho, estuvo trabajando de enfermera durante años en un ambulatorio. Sin embargo, la muerte prematura de su padre le obligó a dar un cambio brusco a su vida laboral. Se tuvo que hacer cargo del negocio familiar, la administración de lotería Azcarreta que su tío abuelo Eusebio fundó en 1914. Pero pasado el tiempo, no se arrepiente de la decisión que tomó. "Estoy encantada, no sabía que me iba a gustar tanto", confiesa Asun. Le gusta su trabajo, sobre todo dar premios, pero también el contacto y la relación diaria con el cliente y el poder disfrutar de una panorámica inigualable desde el interior del establecimiento. "Desde aquí vemos todo, tenemos una vista preciosa", dice. El último acontecimiento reseñable que vio desde su atalaya fue "el desfile de personalidades" con motivo del funeral del alcalde Iñaki Azkuna. Por algo Lotería Azcarreta está ubicado en un lugar estratégico y se ha convertido en una institución de la capital vizcaina.

Los comienzos de Asun al frente del negocio no fueron nada fáciles. En primer lugar, por las circunstancias, la muerte de su padre Ricardo, y segundo, porque nunca había pensado que ese iba a ser su destino profesional. Su padre falleció en 1979, y tras un periodo de transición, en el que se hizo cargo del negocio su madre, Matilde García Onieva, Asun se responsabilizó de la administración de lotería en 1981, "dos años antes de la inundaciones", recuerda. Precisamente, las terribles inundaciones de agosto marcaron un antes y un después de su trayectoria como lotera. "Aquello fue terrible", dice, "nos desbordó por completo, pero la reacción popular fue impresionante". Fue tan positiva que, superado el primer momento, "la gente empezó a decir que ese año iba a tocar el Gordo", recuerda. Y tocó. No el Gordo, pero sí el segundo premio con todas sus series completas. En esa ocasión cayeron una lluvia de millones sobre Bilbao. Exactamente, 6.000 millones de pesetas de la época, toda una fortuna. "Fue un baño de alegría para todo el mundo", dice Asun. También para ella. Por eso no duda en reconocer que ese segundo premio de la lotería de Navidad de 1983 "ha sido el que más alegría me ha proporcionado y el que más me ha impactado". Y eso que Asun está acostumbrada a dar premios en sus más de treinta años detrás del mostrador. Porque la administración Azcarreta es una de las que más suerte ha repartido en el Estado a lo largo de sus cien años de historia. Una trayectoria curiosa ya que Eusebio Azcarreta Ortiz de Zárate abrió en 1914 el establecimiento en el mismo lugar que actualmente está ubicado pero como "negocio de banca y cambio de moneda", especifica Asun. Posteriormente se centró únicamente en el negocio de la lotería.

Modernización

Un establecimiento que ha evolucionado mucho. Por lo menos desde que Asun lo regenta. "Antes era más farragoso", afirma, "porque había que consultar visualmente las listas para ver si los décimos tenían premio, pero ahora, con la informatización, el sistema de trabajo es mucho más ágil, más rápido y más seguro". Todavía recuerda las colas que se montaban en navidades. "Esos días eran horrorosos", dice, "porque la gente venía a cobrar y a comprar a la vez". Pero eso ya pasó a la historia. Hoy en día, las máquinas agilizan el trabajo. Y de esa primera época también recuerda cómo ella misma o alguno de los empleados tenían que supervisar y sellar el décimo premiado y firmar el cheque en el banco. De esa forma siempre se enteraban a quién había ido a parar el premio, algo que no sucede hoy en día. "Actualmente", señala Asun, "cuando alguien tiene un premio gordo lo puede gestionar directamente en el banco, así que si no quiere no aparece por la administración". La mayoría no lo hace, pero los más agradecidos se acercan hasta el despacho de El Arenal para dejar unos bombones o un pintxo. Hay otros que llaman por teléfono, como una señora de Zaragoza, "que llamó en navidades para agradecer la suerte y reservar lotería del Niño". Pero lo que más satisfacción le produce a Asun es cuando algún cliente se dirige a la administración para contarle que le ha tocado, "y que les ha venido muy bien porque tienen dos hijos en paro". Esas palabras hacen que Asun disfrute con su profesión. También que desde su privilegiado mirador puede ver a muchos actores que actúan en el Arriaga y cuando alguno entra a comprar lotería, Asun sale a saludarles. "Soy muy mitómana", confiesa. Y a muchos de ellos les ha alegrado el día porque la suerte está en sus manos.