Bilbao - Los productos de la huerta ecológica que la Bioeskola BBK tiene en Zamudio llegan cada vez a más familias vizcainas. Todas las semanas, exactamente los viernes, más de un centenar de cestas, con cuatro o cinco kilos de hortalizas ecológicas en su interior, es entregado a consumidores que quieren comer sano y sin intermediarios. Detrás de la preparación de esas cestas de verduras se encuentra una veintena de personas con enfermedad mental en riesgo de exclusión. Porque el proyecto Bioeskola BBK, que se puso en marcha hace dos años gracias al impulso de Emaús Bilbao, la Obra Social BBK y el Parque Científico y Tecnológico de Bizkaia, con la colaboración de la Red de Salud Mental de Bizkaia, Osakidetza, el Ayuntamiento de Zamudio e Innobasque, tiene como objetivo no solo fomentar la agricultura ecológica y el cultivo sostenible sino favorecer la empleabilidad de personas en "situación de vulnerabilidad".
Al frente de este pequeño batallón de agricultores ecológicos se encuentra Mikel, un filólogo reconvertido en experto en agricultura ecológica, su verdadera pasión. Es el responsable de la explotación de la Bioeskola. Recuerda muy bien que los primeros integrantes del grupo llegaron a los invernaderos recién levantados el día 8 de marzo del año pasado. "A finales de abril comenzamos a plantar", señala, "y las primeras cestas las servimos los últimos días del pasado mes de septiembre". Empezaron poco a poco, con una producción pequeña porque, según aclara Mikel, "esta tierra llevaba más de 45 años sin cultivar y así no se puede hacer milagros; el campo tiene sus ciclos". A pesar de ello, lograron sacar al mercado los primeros productos ecológicos.
Cestas El canal de distribución es el directo, el que evita a los intermediarios. Así que empezaron con los empleados del Parque Tecnológico y con los clientes que se acercan hasta las tiendas de Emaús en Bilbao. De esta forma han conseguido distribuir todas las semanas una media de algo más de cien cestas con productos ecológicos a un precio de 12,5 euros cada una. Todos acaban contentos, los productores y los consumidores.
Para este año, las expectativas son mejores. "Yo creo que vamos a poder mejorar e incrementar la producción", dice Mikel. "Tenemos más conocimientos sobre el terreno en el que estamos y esperemos que la primavera sea más amable que la anterior", afirma. Así que en estos momentos las huertas de la Bioeskola se encuentran en pleno proceso de floración y crecimiento. Han plantado de todo: tomate, cebolla, pimiento, lechuga, remolacha, acelga, espinaca, berenjenas, melón, calabaza, puerro, coliflor, col, brécol... y hasta fresas. Con toda esa producción esperan dar respuesta a la mayor demanda que han detectado en los últimos meses. Desde Emaús calculan que acabarán el año vendiendo 200 cestas semanales, en las que también quieren incluir productos en conserva. Asimismo, esperan aumentar los puntos de distribución en empresas del centro de Bilbao.
Pero lo más importante de este proyecto de Bioeskola BBK no son los productos que cultivan, sino las personas que hacen posible esta huerta ecológica. Los responsables de Bioeskola destacan que desde que se puso en marcha el proyecto "ha habido una evolución muy positiva de quienes participan en la iniciativa, tanto por la adquisición de habilidades ocupacionales como de salud mental, así como en la mejora del aspecto físico, hábitos más saludables o relación de grupo". También sus familias y quienes les hacen el seguimiento médico lo han apreciado. Y la misma impresión tiene Mikel, que está todos los días con ellos a pie de huerta. "Tenemos una persona que hasta hace poco dormía en una cajero automático y estaba alcoholizado", cuenta Mikel, "y ha sido capaz de superarlo e integrarse en el taller, de tal forma que ha conseguido sacarse varios carnés profesionales".
Por eso, Mikel está muy contento y satisfecho de poder trabajar en lo que le gusta, la agricultura ecológica, y con personas que, "aunque sea un tópico decirlo, a mí me hacen ser mejor", dice. De ellos destaca que tienen unos valores mucho más acusados. "Son más solidarios, muy sinceros y muy sensibles y, en la mayoría de los casos, muy inteligentes", concluye.