Ana Yabar una artesana con alma de cristal
La artista bilbaína lleva 30 años tallando el vidrio y dando color a un material tan duro y frágil como la vida misma
Ana Yabar llegó al cristal a través del euskera, y fue el cristal el que le abrió la puerta hacia el yoga. Hoy, compagina ambas actividades de forma profesional. Cada día deja un trocito de su alma artesana en las piezas de vidrio que talla a punta de diamante y a las que viste de colores con mateados y lustres. Trabaja en el taller que tiene en su caserío del barrio de Buia, en Bilbao, un discreto y cercano rincón de la villa que también es su hogar.
Comenzó esta actividad de forma casual. Lo que quería estudiar era Bellas Artes, pero eso "no era para chicas", impuso su padre. Así que hizo Magisterio, aunque no llegó a ejercer. "Cuando estudiaba en un barnetegi, me presentaron a un grabador de cristal muy anciano, Antonio Gómez". Era 1980, y Ana le pidió que le enseñara el arte de arañar el vidrio. Pasó cinco años acudiendo a su taller en Santutxu. "Él se dedicaba a tallar piezas al por mayor para grandes almacenes como Guerra San Martín, y lo hacía por un precio ridículo, porque entonces este trabajo entraba dentro del convenio de la construcción", recuerda.
Cuando su maestro se jubiló, le regaló toda su vieja maquinaria y Ana se la llevó a Gasteiz, donde se montó su propio taller en 1988. Allí se puso en contacto con las asociaciones de artesanos y con Diputación para recabar ayudas, y el reconocimiento a su técnica y habilidad llegó pronto. "Me dieron un primer premio por un jarrón tallado con parte de la primera portada de Egunkaria, con su grafía, foto y todo". Hoy está expuesta en el Palacio Villasuso de Gasteiz". Ese fue solo uno de los muchos primeros premios que va sumando a su currículum.
En 1993 retornó a Bilbao tras finalizar un curso de soplado con soplete, coloreado y mateado del vidrio que realizó con una beca de la diputación alavesa en el taller de Don Luis Arias, situado en Rekalde. "En esta etapa aprendí a soplar el vidrio, pero lo que más incorporé a mi trabajo fue el uso de los ácidos para matear el cristal y dar color a las piezas que tallo".
Jarras, copas, espejos, jarrones, tazas, platos, cuencos o lámparas adornadas con motivos de la Naturaleza, colores pastel, transparentes, perlas, conchas, alambre, latón?cualquier material se alía con la creatividad de esta artesana de 53 años.
En la calle Conde Mirasol instaló su nuevo taller bilbaino. Poco después abrió su primera tienda en Artecalle, donde prácticamente trabajaba para comercios. "El negocio iba muy bien. Tenía a una persona trabajando en la tienda y yo estaba en el taller intentando abastecer la demanda. Era casi una producción en cadena que dejaba poco tiempo para la creatividad". En aquellos años también hubo tiempo para esos largos viajes por México, Centroamérica, Indonesia e India que tanto le han influenciado.
Con el cambio de siglo y de milenio su vida volvió a dar un giro. Comenzó una relación de pareja de la que nació su hijo. "Cerré la tienda porque quería reducir la empresa a algo más manejable para mí, vendí mi piso y nos metimos en la compra de este caserío, en el que invertimos mucho trabajo. Fue un desgaste tremendo. Acabamos con nuestra relación al de un par de años de venir aquí, y aquí me quedé con el bebé, las deudas y una crisis personal profunda". Pero el yoga fue fundamental para ella. "Tallar el cristal es muy exigente en cuanto a fuerza física, porque es un material frágil pero muy duro, como la piedra. Yo tenía problemas en los brazos y me apunté a hacer yoga para mejorar mi estado físico y anímico". Eso le puso las pilas "a tope" y pasó tres años estudiando para titularse como profesora de yoga Iyengar, uno de los más duros de practicar. Ahora imparte clases en un centro de yoga de Santutxu.
Artesanía en crisis. A la par de su crisis personal, llegaba la crisis de la artesanía, que hace unos ocho años ya se movía en terreno peligroso. "Entraban a tope las nuevas tecnologías, las marcas made in Taiwan y el concepto de tienda de regalo de artesanía comenzaba a desaparecer. Muchas tiendas cerraron en Bilbao".
Ella siempre ha tenido "suerte" con el negocio, porque la gente le busca y le hacen muchos encargos. "Hay una fidelidad". También están las ferias en Euskadi, Madrid, Barcelona, Baiona, Milán o Alemania, que "son un escaparate y un punto de conexión con nuevos clientes".
A través de la representación que estableció en Catalunya, y que absorbe gran parte de su producción, logró trabajar para la firma Windhis diseñando colecciones de accesorios de baño. Ahora trabaja con Igor Obeso, maestro artesano de fundido y moldeado de vidrio, en una línea de lámparas talladas con versos de Joseba Sarrionaindía que "están teniendo mucho éxito", y busca un espacio donde exponerlas al público en Bilbao. Pronto estará lista la tienda on line en su web www.anayabar.es.