SI hay algo que levanta el espíritu de venganza de un hombre es el coro de voces molestas a su espalda, decía el clásico. Una de dos: o las voces de ayer no eran incómodas de oír -doy fe que no...- o no había sed de venganza alguna entre quienes ayer acudieron a la basílica de Begoña, donde arrancó la XLI Semana coral vizcaina que, dicho así, suena a un certamen de película: La Semana de las voces fantásticas, por ejemplo.

Ha pasado mucha ría bajo los puentes de Bilbao desde aquellos primeros días y las agrupaciones corales han cedido su sitio de privilegio entre los espectáculos populares. Sin embargo, aún existe una firme resistencia que admira y valora esta comunión de voces, esa sensación de que decenas de voces se hacen una para alcanzar uno de los territorios más difíciles de conquistar, el corazón de los hombres.

Así, el hatajo de hombres y mujeres que ayer se acercaron a presenciar de primera mano el estreno de una semana auspiciada por DEIA y Caja Laboral, el Ayuntamiento y de la Diputación Foral de Bizkaia, llegaron predispuestos. Sabían que les aguardaba una experiencia nueva, por mucho que tuviesen costumbre de escuchar este tipo de conciertos. Nueva, digo, porque la semana se abrió con la participación de un clásico como la coral Irutasun Abesbatza que asomó al altar de la basílica con una sorpresa bajo el brazo: la interpretación de Agur, aita, una pieza a cuatro voces compuesta por un integrante del propio coro, Pedro Guallar, quien, a buen seguro, suscribiría aquello que descubrió el compositor alemán, Johannes Brahms, la sensación de que "componer no es difícil, lo complicado es dejar caer bajo la mesa las notas superfluas".

Salió la formación emocionada por el esfuerzo de uno de los suyos, presta a mecer sus voces a las órdenes de la dirección de Irina Shenguelia, quien les iluminó el camino durante toda la tarde. El tenor Alfredo Schulze y Mariam Pazos también participaron en las maniobras de lanzamiento de la Semana para darle a estos siete días un arranque vigoroso, un impulso de trampolín. O de salto de esquí, si nos dejamos llevar ahora por los Juegos Olímpicos de invierno que nos acompañan en este febrero de frío y aguas.

Las voces, ya está dicho, calentaron a los presentes. ¿Cuáles? Por ejemplo las de María Pilar Duñabeitia, Casilda de la Campa, Inmaculada Legarreta, Arantza Okina, Fausti Lejarcegi, Begoña Velasco, Marta de la Rica, Virtudes Pozo Linares, Rosario Rodríguez, Ludy Almaraz, Helia Alonso, Manoli Miguel, María Felicidad Hernández, María Luz Javares, Ricardo Mínguez, Andoni Santiago, Juan José Iñiguez, Iñaki Solaetxe, Francisco Javier Txintxurreta, Goyo Letamendia, José Luis León, Tomás Bocos y otras muchas voces que calentaron al socaire de la sacristía, donde les saludó, en las previas, el párroco de Begoña, José Luis Achútegui, cuya mayor distinción, confesaba, era ser "hijo de Santiago y Vitorina". A la cita no faltaron la sacristana Loudes Goiri, José Ramón Taranco, en nombre de Caja Laboral, Mari Luz Albika, Iker Herrero, Elena Urquijo, Pilar Jauregi, José María Echebarria, Inmaculada Ortuzar, Isabel Marañón, Cristina Hernández, María José Rodríguez, Maite Artetxe, Miriam Cepeda o Ramón Bustamante, quien, como acostumbra, puso la voz del locutor a la tarde.