Sopela
reza la sabiduría popular que "nunca llueve a gusto de todos" y así ha sucedido en la localidad de Sopela en cuanto al reciente cambio de topónimo se refiere. Por las calles del municipio sopelarra, en los últimos días se han podido oír desde comentarios a favor de la iniciativa hasta personas a las que el cambio de nomenclatura les es indiferente, todo ello intercalado con alguna reseña contraria al nuevo nombre.
Hay tantos gustos como colores existen en la gama cromática y, por ello, una medida de este tipo, siempre acarrea opiniones encontradas. Dentro de quienes se han posicionado a favor del cambio se encuentra Emilio Calleja, un vecino que lleva más de tres décadas residiendo en la localidad. "Me parece bien que se haya hecho este cambio, Sopela es mucho más cómodo de decir que Sopelana. A mí, al menos, me suena mejor", explica Emilio, quien reconoce que, para referirse al municipio, "depende del día lo llamo de una forma u otra; Sopelana, Sope, Sopela...". Depende del día o de con quién se hable, algunos vecinos utilizan un término u otro, como es el caso de Claudina Otxoa. "Yo digo Sopela cuando hablo con gente del pueblo, pero cuando me dirijo a gente de fuera, suelo decir Sopelana", señala. Claudina está a favor del cambio de denominación. "Me parece una buena iniciativa porque, además, Euskaltzaindia ya dijo que Sopela era el topónimo correcto", recuerda.
Por las calles del municipio también se pueden escuchar comentarios contrarios a la medida. Ejemplo de ello es Jon, quien se opone enérgicamente al cambio. "No me gusta el cambio y lo peor es que no se ha comentado nada con la gente del pueblo. Creo que es una iniciativa que no tiene cabida y que no tiene ningún sentido", señala este hombre para quien "Sopelana siempre va a seguir llamándose Sopelana por mucho que quieran cambiarlo". Verónica Cagigal es otra de esos vecinos a los que no les gusta el cambio de nomenclatura. "Yo siempre llamo Sopelana al pueblo y dudo que cambie el nombre a la hora de referirme a mi localidad", indica esta vecina. En su opinión, actualmente, el cambio de nomenclatura "es una cosa secundaria. Hay temas mucho más importantes que resolver en el pueblo que un mero cambio de nombre".
Pero, como en todas las cuestiones, además del blanco y el negro hay claroscuros. Mikel Urrutia encarna a la perfección este posicionamiento neutro. "Ciertamente, el cambio me da igual. Me parece lógico que se modifique el topónimo porque Euskaltzaindia ya dijo hace muchísimo tiempo que Sopela era el nombre idóneo para el municipio".
Cuestión de costumbre En esta faceta, las costumbres juegan un papel crucial, ya que cambiar de un día para otro la forma utilizada durante toda una vida para expresarse a una localidad no es tarea nada sencilla. En este sentido, Mikel Urrutia lo tiene claro: "Para mí nada va a cambiar, yo siempre he llamado al municipio Sope y seguiré haciéndolo porque me sale así". Sin embargo, hay personas como Emilio Calleja que creen que la ciudadanía se acostumbrará muy pronto a la nueva nomenclatura del municipio. "Al final, yo creo que la gente se habituará rápido. Al principio puede costar, pero si empiezas a decir las cosas de una determinada forma, te adaptas rápido". A su vez, Emilio señala que quizá "a quienes más les llame la atención el cambio de nombre sea a los que vienen de fuera a visitarnos".
En el extremo opuesto se sitúa Maite Aizpuru, una vecina que ve bastante complicado que cambie su forma de referirse a su localidad. "Siempre digo Sopelana y va a ser muy difícil que cambie. Somos animales de costumbres y llevo mucho tiempo refiriéndome así a mi pueblo". Asimismo, Aizpuru abre un nuevo punto de vista: "A mí fonéticamente hablando me suena mejor Sopelana, porque suelo emplear el castellano como lengua. Si hablase en euskera, quizá me sonaría mejor Sopela".
Sea como fuere y se escuchen las opiniones que se escuchen, lo cierto es que desde el pasado miércoles el nombre oficial de la localidad es Sopela, aunque seguirán escuchándose expresiones como Sopelana o Sope.