La historia la desveló el presidente de la ABAO, Juan Carlos Matellanes, en el preámbulo del concierto conmemorativo del 60 aniversario de la propia ABAO. Subió a escena y explicó los porqués de la concesión de insignia de oro y brillantes, máxima distinción de la Asociación, a Iñaki Azkuna, quien agradecía las palabras en las primeras filas del patio de butacas, con una barba que recuerda a la de Miguel de Unamuno, uno de sus bilbainos de cabecera. Al parecer, Azkuna pasó por el coro del colegio y ahí quedó prendido de la música, hasta el punto de pedir a sus padres que le comprasen una radio para escuchar las óperas de la ABAO que por aquel entonces se retransmitían en directo.
Tras sus palabras, en las que ponderó la melomanía (¿se puede decir así?) del alcalde, Juan Carlos bajó del escenario y le impuso al alcalde la mencionada insignia. "Hace dos años me la concedieron y por aquel entonces empezaron mis quebrantos y desgracias. En cuanto me siente la insignia ya me pertenece, así que voy a hacerlo rápido para escuchar al gran Leo Nucci y por ver si me empiezan a salir bien las cosas una vez que la tengo en mi poder". No obstante, antes de hacerlo cogió el pergamino acreditativo y lo usó como catalejo. La barba también recordaba la de un hombre de la mar de siglos pasados...
Luego fue el concierto, donde el barítono Leo Nucci engrandeció, aún más si es posible, la figura de Verdi, el idolatrado compositor de la ABAO. Y al cabo del concierto, espolvoreado de ¡bravos! e innumerables ovaciones, llegó la hora de los bises. En uno de ellos -cuarto o quinto, ya no recuerdo...- Leo bajó del escenario y le dio aquel niño la oportunidad de cantar de nuevo. Con él, junto a un grande, a dúo. Fue, como ven, una noche tocada por la electricidad de la emoción.
Hubo un Bilbao que se sumó a la celebración porque todos no caben. Del concierto y de todo cuanto les cuento disfrutaron Andoni Ortuzar, Itsaso Atutxa, Josu Erkoreka, empresarios de la talla de Unai Artetxe, Carlos Castellanos, Txema Vázquez Eguskiza o Belarmino Álvarez, Alfonso Basagoiti o Alejandro Echevarría entre otros; el cineasta Pedro Olea, Jon Paul Laka, director artístico de la ABAO; Josune Ariztondo, Ibone Bengoetxea, Andoni Aldekoa, José Luis Sabas, Mariano Gómez, Luis Hermosa, José Antonio Isusi, Begoña Ruiz de Erentzun, Víctor Pérez de Guezuraga, quien vive sus últimas horas como director general de Petronor, Pablo Urrutia, Juan Ángel Vela del Campo, director cultural de Tutto Verdi, el faraónico proyecto de la ABAO; el director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Javier Viar, la bodeguera María Victoria Cañas, María Perera, Pedro Enasunza, José Andrés Gorricho y Mitxel Duñabeitia, en nombre del IMQ; María Perera, Lander Mendieta, Marian Olea, Jon Ortuzar, Jujo Ortiz, Carlos Aguirre, Leopoldo Sánchez Gil, Delia Quintanilla, José Domingo Ampuero; el presidente de Euskaltzaindia, Andrés Urrutia, Yolanda Aberasturi, Alberto González, María Aristondo y un buen número de melómanos empedernidos.