Barakaldo

Una hora de cola para montar en el Revolution. La misma que Mario y Vanesa tardaron ayer en volver a casa. Esta pareja viajó ayer desde Miranda de Ebro (Burgos) junto a unos amigos y cinco niños para disfrutar del Parque Infantil de Navidad (PIN) que se celebra estos días en Barakaldo. "Les encanta venir. Merece la pena el viaje", aseguran, viendo la pista de hielo desde la barrera. También Uxue, Iñigo y Mónica tuvieron un viaje de vuelta largo hasta Irun. Los pabellones de Bilbao Exhibition Centre (BEC) acogen estos días a familias procedentes de todos los rincones de Euskadi, y de fuera. Y es que en Navidad, con niños cerca, todos los caminos llevan al PIN.

"Comeremos algo por aquí porque este año hemos decidido no venir cargados con mochilas", asegura Mónica, mientras espera a ponerse los patines para cruzar la pista de hielo instalada por la Diputación Foral de Bizkaia. "El año pasado no vinimos porque, claro, el viaje es largo; pero este año tocaba", cuenta. Mónica cogió el día libre en el trabajo para poder acercarse a Barakaldo con sus hijos. Y Mario y Vanesa, la pareja de Miranda, aprovecharon las vacaciones navideñas para hacer el viaje. "No es tanto. En una horita estamos allí de vuelta", calcula Mario, sujetando las chaquetas de los pequeños mientras patinan.

Desde Santander se acercaron Patricia y Ana para cumplir con una vieja tradición. "Nuestros padres siempre nos traían la última semana del año, y como este año Nochevieja cae en martes, no nos quedaba más remedio que venir hoy para cumplir con la tradición", explican.

El sonido de las barracas del PIN traspasa las fronteras de Bizkaia. "Es muy conocido", aseguran estas familias que reservan una fecha navideña para disfrutar de esta bomba de adrenalina. "Por el stand pasa mucha gente de fuera, sobre todo de Cantabria, pero también se ve de Burgos, de Gipuzkoa... hasta de La Rioja", comentan los responsables de una de las actividades que se desarrollan en el primer pabellón del PIN.

Ya sean cántabros, guipuzcoanos, burgaleses o riojanos, todos los niños buscan los mismo en Barakaldo: diversión. "Se ponen muy nerviosos cuando saben que vamos a venir y luego, incluso, les cuesta dormir por la noche", explican los padres. "Son muchos estímulos, sobre todo, para los más txikis", apunta Idodia, una bilbaina que acudía por segundo año consecutivo con una amiga y sus hijos.

Las del PIN son jornadas de diversión para los pequeños y de desesperación para los adultos. Y es que pasar la mañana guardando cola no es plato de buen gusto para nadie. La mayor atracción de toda la feria navideña, el Revolution, contaba ayer con colas de hasta una hora. "Pero merece la pena esperar, porque luego es una pasada", asegura un grupo de adolescentes a punto de montar. Media hora era necesaria para pisar el hielo de la pista de patinaje. "Es guay, pero lo peor es caerse y mojarse el culo", cuenta Uxue, una niña de Irun a la que no le importa "esperar cola". En las atracciones dirigidas a niños más pequeños, la espera disminuye "porque entran más en cada viaje", explica Idoia.

disfrutando de la cultura Las barracas comparten espacio con las actividades lúdicas que tienen como pilar la cultura. El frontón de cesta punta montado por la Diputación dejaba ver la cantera de esta modalidad deportiva. Los bomberos de la Diputación no cesaban sus clases de consejos sobre cómo reaccionar en caso de incendio y la máquina de jumping, con la que se puede "saltar hasta el cielo", según June, una bilbaina de 4 años, concentraban las miradas de los más atrevidos.

"Me voy a montar ahí sin pensarlo", repite ante la mirada no muy convencida de su amatxu. A tope se encontraban también los dos espacios montados por Nintendo para acercar las nuevas consolas y juegos a su público favorito. Niños dormidos en la sillita de paseo, otros con algodones y azúcar, y los más afortunados con un nuevo pez en casa como mascota ponían fin, como cada año, a una jornada marcada por la adrenalina, la diversión y alguna que otra buena noticia.