Bilbao

ENDIKA de Mogrobejo se inició en el mundo de la Genealogía y la Heráldica por una cuestión personal. Quería conocer sus raíces, los orígenes de su familia, la historia de sus apellidos. Eso es lo que le llevó a bucear en los archivos históricos y a convertirse en un ratón de biblioteca. Y allí descubrió un mundo apasionante que le marcaría para toda la vida. Tras muchas horas de investigación supo que sus antepasados procedían de una aldea cercana a Potes (Cantabria) pero también que podía hacer de un hobby una profesión. Así que dejó de trabajar como delineante en una prestigiosa empresa de ingeniería para dedicarse a buscar las raíces de personas y pueblos. Hoy, a sus 71 años, lleva realizadas más de cien publicaciones, entre ellas, diez tomos con los principales apellidos vascos de Euskal Herria, un diccionario hispanoamericano de onomástica, del que ha editado 65 tomos, y las historias de los nobles más importantes de Bilbao y Bizkaia. Endika está orgulloso de lo que ha hecho "porque mi obra seguirá en las bibliotecas". También está tranquilo porque el negocio continuará en manos de sus hijos Garikoitz y Aitziber. Endika sigue investigando, pero desde casa, ya que está jubilado desde hace seis años. Se mantiene activo. Por las mañanas pasea con los amigos por Uribe Kosta y por las tardes viaja hasta el archivo más recóndito de la tierra a través de internet.

Endika nació en Bilbao en 1942. Concretamente en la Casa-cuna de Begoña, donde su madre era enfermera. Pero ese dato no era suficiente para él. Quería saber más sobre sus orígenes. "Yo empecé en esto", dice Endika, "por la búsqueda de mi apellido". ¿Y lo encontró? "Sí, pero me costó muchos años de trabajo ", contesta. Al final supo que Mogrobejo es un apellido toponímico cuyo origen está en Potes. "De allí", cuenta Endika, "alguien se fue a estudiar a Salamanca en el siglo XV y a principios de siglo XVI se casó con la hermana de un estudiante; el matrimonio se fue a vivir a Astorga, capital de la cultura leonesa, y en 1780 llegaron a Bilbao contratados como organistas de la catedral de Santiago". A partir de ese momento los Mogrobejo se asientan en la capital vizcaina y alrededores, como Erandio. Aunque Endika hace un inciso. "También hay familiares en Miranda de Ebro porque a mi abuelo, que fue teniente coronel de gudaris, lo desterraron allí al finalizar la Guerra Civil". Por parte materna también tiene historia. "Los Ladrero eran los que pintaban las estaciones del tren de Vitoria a Bilbao", señala, "por eso, a uno de mis antepasados le hicieron la famosa canción de Los pintores de Vitoria".

Fascículos Conocidas sus raíces, Endika se dedicó a buscar las de los demás. Compaginaba su labor investigadora con el trabajo como delineante. "Yo empecé muy joven, a los 14 años a trabajar", recuerda. Primero con varios arquitectos, Larrea y Perea, y después en Idom, "donde estuve 23 años", dice. Como era muy aficionado al dibujó se matriculó, cuando ya estaba casado, en la Escuela de Artes y Oficios de Atxuri. "Tenía una mano especial para dibujar y pintar", dice. Por esa época también conoció a José María Martín de Retana, entonces director de la Gran Enciclopedia Vasca. "Me encargó un fascículo entero dedicado a la Heráldica, le gustó y ahí empecé a tener un poco de nombre", recuerda orgulloso. Eso le animó a abandonar su trabajo estable en Idom para dedicarse por completo a lo que entonces era su hobby. "Pero me dí cuenta", confiesa Endika, "que para ser alguien en el mundo de la Heráldica había que formarse". Así que tuvo que irse a Madrid a estudiar. "Me metí en la Escuela Luis de Salazar y Castro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y allí hice tres años de Historia, uno de Heráldica, otro de Genealogía y un tercero de Vexilología, la ciencia de las banderas". Para graduarse también le obligaron a cursar estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Y con todos esos conocimientos se volcó en la investigación. Desde entonces han pasado más de treinta años. Y en todo este tiempo ha conseguido publicar más de cien libros.

Genealogía "Lo primero que publiqué", cuenta Endika, "fue un diccionario con 9.000 apellidos vascos y su significados etimológicos". Reconoce que esta obra le dio "un poco más de nombre", pero sobre todo, más trabajo. Ilustres familias de Bilbao comenzaron a encargarle sus respectivos árboles genealógicos. "Hice libros de familia de los Lasa, Larreategui, Pujana..", recuerda. Para ello tuvo que recorrerse muchos archivos y bibliotecas de la geografía española porque "nunca sabes hacia donde te lleva un apellido". Por que escribir la historia de un apellido no es tarea sencilla. "Muchas veces he tenido que ir al Archivo de Indias o las Chancillerías de Valladolid o Simancas para seguir la pista de una familia a través de los viajes a América o los pleitos que tuvieron", señala. Y no descansa ni en su tiempo libre. Como anécdota cuenta que estando en Cartagena de vacaciones se acercó hasta un archivo por curiosidad y allí descubrió que los Aldaiturriaga, de cuyo apellido estaba buscando la trayectoria, tuvieron un pleito de hidalguía que les hizo ir a las Indias". Hablando de hidalgos, Endika resalta que Bilbao es desde el punto de vista heráldico y genealógico muy interesante. "Tiene una nobleza excepcional", dice. Aunque Endika está jubilado no abandona la investigación. Sigue enfrascado en el Diccionario hispanoamericano de Onomástica, Heráldica y Genealogía. Va por el tomo 65 y espera llegar al 100. Ha cumplido el sueño que tuvo de pequeño: "Hacer algo diferente"