Bilbao. Es probable que, sin saberlo, los protagonistas de esta historia se hayan cruzado alguna vez por las calles del barrio donde residen. Florentina Sánchez, Floren para los amigos, y Jaouad Bouchara Boceni son dos personas diferentes a primera vista, pero con bastantes más cosas en común que las que podrían imaginar. Ven la realidad del barrio de Zabala desde prismas muy diversos, pero no por eso menos interesantes, ricos e importantes. Y es que la realidad de un barrio se construye partiendo de las historias de sus propios protagonistas. Ellos los son y tienen mucho que aportar. Esa es la manera de levantar con firmeza los cimientos del futuro. "Zabala es un barrio prometedor", asegura con sinceridad Bouchara. Floren le mira y asiente con la cabeza: "Estoy totalmente de acuerdo. Zabala es un barrio con mucha vida y en el que se pueden hacer cantidad de cosas", dice. Ante esta realidad, y con el objetivo de construir un vínculo en este barrio, desde el Área de Igualdad, Cooperación y Ciudadanía del Ayuntamiento de Bilbao, dirigida por la concejala Oihane Agirregoitia, han dado vida a un documental repleto de valores, en el que se recogen historias relacionadas con las migraciones y la construcción de este barrio. Floren y Jaouad forman parte de este proyecto que verá la luz hoy en el Centro Municipal de Zabala, a partir de las 18.00 horas. "Este es el comienzo de un largo camino. Falta mucho por hacer, pero depende de nosotros para lograr la convivencia", destaca Agirregoitia.

DEIA ha sido testigo de un encuentro enriquecedor; el de Floren y Jaouad, que se conocieron el pasado jueves y que entorno a una mesa se sinceraron y reconocieron abiertamente sus miedos y las dificultades de vivir en un barrio con tanta multiculturalidad como es Zabala. "A mí me ha costado mucho el cambio. No es fácil ver gente de otros países viviendo en tu mismo portal. A mi edad ha sido duro, pero poco a poco estoy aprendiendo", reconoce esta vecina.

Floren nació en un pueblo de Cantabria hace 78 años y lleva viviendo en el barrio de Zabala casi toda la vida. Vino a la capital vizcaina a trabajar de sirvienta con 22 años. "Era una jovenzuela", recuerda con añoranza esta mujer que desborda vitalidad. Aquí se enamoró, se casó y tuvo a sus hijas. Floren enviudó hace años. "Los últimos años no han sido fáciles. Yo vivo justo encima de la mezquita y fui una de las que se opuso. Tenía miedo", se sincera. Jaouad Bouchara Boceni coge apuntes en un folio blanco y escucha atentamente lo que cuenta Floren. "¿Miedo, por qué, Floren?", le pregunta. "No se puede tener miedo a la gente solo por ser de otro país", explica en un castellano casi perfecto. Floren responde casi seguido. "Tenía miedo de regresar a casa y encontrar frente a mi casa un montón de marroquíes. La gente decía que sois muy escandalosos", replica. "Pero luego no ha sido para tanto, ni mucho menos", admite.

Son los miedos a lo desconocido; a lo que hemos oído y que, inevitablemente, nos invade e incluso llega a bloquearnos. "A la gente hay que conocerla. Las diferencias no son físicas. Las diferencias están en nuestra cabeza", explica Bouchara. Jaouad es de Marruecos, tiene 42 años y llegó hace trece a la capital vizcaina donde le esperaba su mujer y una de sus ahora tres hijas. En Bilbao han nacido las otras dos, que se consideran vascas, van a la ikastola y hablan euskera. Jaouad trabaja como educador social de jóvenes de otros países y entrena al equipo de fútbol masculino Zabalakoetxe. "El deporte me ha ayudado mucho para integrarme y conocer a mucha gente que, de otra manera, quizá no habría podido conocer", afirma.

Todos los días, a las diez de la mañana, toma un café en el bar de la señora Vega. "Floren, cuando quieras te invito a uno", lanza Jaouad la propuesta. "¿A las diez? A esa hora voy a la gimnasia, pero el lunes me paso y compartimos un cafecito", recoge la invitación con una sonrisa Floren. Y es que las barreras son muchas veces imaginarias, repletas de prejuicios y temores que no hacen más que poner una venda en los ojos de las personas. "Hay gente que no tienen ganas de hacer nada por el barrio, pero hay otra mucha que está deseando trabajar, crear y apostar por una convivencia", destaca Bouchara.

barrio OBRERO Situado en el centro de Bilbao, el barrio de Zabala ha sido siempre un barrio obrero y minero, ocupado en su mayoría por edificios de viviendas destinadas a trabajadores ferroviarios. "Llevo viviendo en Zabala más de cuarenta años y antes nos conocíamos todos", explica Floren. El cambio empezó a darse hace diez años. "La gente de fuera se asentó en este barrio, imagino que porque los alquileres eran más baratos", cuenta la mujer. Con una población actual de 5.165 habitantes, casi un 20% (993 personas) son de origen extranjero.

Zabala es, por lo tanto, un barrio diversos; cuenta con una de las mayores poblaciones de etnia gitana de Bilbao y en los últimos años está acogiendo nuevos vecinos procedentes mayoritariamente de África y, en menor medida, del Magreb. "Yo llevo más de diez años aquí y después de mí ha llegado muchísima gente de Marruecos y de otras zonas", dice. También residen personas procedentes de Suramérica.

A medida que el barrio se empezó a llenar de personas de otros países ha habido dificultades de convivencia generadas por el uso del espacio público. "Hay inmigrantes que son muy cerrados, hacen sus guetos, son muy herméticos y viven entre ellos sin relacionarse", explica Floren. Jaouad no lo ve de la misma manera. "A mí me ha pasado intentar acercarme a personas de aquí y notar un rechazo porque soy marroquí. Por nada más. Ante eso, ¿qué haces? No te queda más que darte la vuelta e irte", defiende. La comunicación es una de las claves y un aspecto que falla en muchas de las ocasiones. "Creemos que somos más que el otro y eso no es así. A mis hijas siempre les digo que hay que respetar a la gente, independientemente de su procedencia, de su color de piel o de su acento. La comunicación es nula y eso es un gran problema", cuenta.

Los que no ven diferencias y han crecido dentro de la multiculturalidad son las nuevas generaciones. "Yo soy muy mayor y a mí me ha costado. Pero me encanta pasarme por el patio del colegio y ver a los niños, blancos, negros, de un país o de otro, todos juntos, compartiendo juegos. Eso es muy enriquecedor", se confiesa Floren. Hay mucho trabajo por hacer, por eso desde el Ayuntamiento de Bilbao han recogido en un documental el palpitar del corazón de Zabala. El de Floren, Jaouad y el de otros vecinos que mantienen vivo este barrio. "Vivimos seis personas en un piso de 32 m2 y no encuentro otro en Zabala, así que sigo ahí. No me quiero ir", dice Jaouad. Floren le mira y no duda en responderle. "Yo tampoco me voy a ir. Y mira que tengo una mezquita debajo de casa, pero estoy encantada. No he tenido nunca un problema".