zalla. La gran pantalla del Zine Antzokia de Zalla se enciende hoy para dar a conocer a nuevos talentos del celuloide. Desde hace 32 años Urriazinema ofrece un escaparate para mostrar cortometrajes al principio encartados, ahora procedentes de casi todo el mundo. Al frente, Rafa Castaño, un apasionado del séptimo arte.
Super 8, VHS, DVD... En tres décadas ha conocido muchos formatos. ¿Cómo fueron los comienzos?
El Súper 8 es un formato menor que lo que se hacía en 35 mm en el cine comercial. Aunque con menos medios, el proceso básicamente era el mismo que una película comercial. Consistía en rodar, hacer el montaje y acoplar la música. Todo un reto desde muchos puntos de vista: no sabías qué era lo que iba a salir de lo que se filmaba. Generalmente se ponía una banda magnética que a veces se despegaba y ahí se acoplaba el sonido. Las escenas se iban cortando para ensamblar el montaje de acuerdo a la edición que querías lograr.
Ustedes, los creadores de la asociación, ¿estudiaron cine?
No recuerdo que nadie en los primeros momentos tuviera una formación académica, porque tampoco existían escuelas de cine, como ahora. Gente cercana al grupo estudió Bellas Artes y probó con el Super 8, como Pepe Camiñas. Hoy la gente llega con una preparación muy grande aunque no se dediquen a ello y se da más importancia al trabajo conjunto. No es que antes no lo hiciéramos, pero en muchos casos prevalecía la individualidad con respecto a dividir las tareas.
Entonces, ¿cómo aprendían a rodar un cortometraje?
Siempre recurríamos a la bibliografía, a textos de gente que escribía sobre cine y también experimentábamos con esa ciencia del cine. Por ejemplo, hicimos alguna película de animación con plastilina grabando fotograma a fotograma y probábamos cuántos fotogramas y cuántos movimientos hacían falta para dar ritmo al montaje.
Y surge Enkarzine. ¿Dónde se proyectaron los cortos en aquellas primeras ediciones?
Hemos pasado por muchos sitios: en el antiguo cine, donde ahora está el Batzoki, incluso vino el grupo de danzas a bailar. También ofrecimos proyecciones en el que se conocía como cine nuevo -hoy un supermercado-, en el actual juzgado de paz de la plaza Madres Irlandesas, en locales parroquiales de la iglesia de San Miguel o en la sala multiusos del viejo Ayuntamiento de la plaza Euskadi. Ahí las columnas causaron algún que otro quebradero de cabeza a los espectadores... Con el traslado al Zine Antzokia y el formato digital hemos ganado calidad.
Hubo una época en la que el certamen rotaba por diferentes municipios encartados. ¿Les gustaría retomar ese formato?
Cuando empezamos con las muestras de cortometrajes vivíamos un boom cultural que nos llevó a mantener contactos con otros municipios con intención de sacar adelante un certamen comarcal. Intentamos rotar entre Zalla, Balmaseda y Sodupe. Balmaseda lo organizó el primer año, después Zalla y por último Sodupe, pero la idea no tuvo continuidad.
¿Por qué?
Balmaseda se retiró y Sodupe carecía de un grupo de cine como el de Zalla. Entonces, fue quedando el certamen en Zalla. Más adelante probamos a proyectar los cortos en varias localidades: Turtzioz, Güeñes... Sin embargo, tampoco cuajó.
Lo que sí han conseguido es que el certamen sea cada vez más conocido a nivel internacional.
Llegamos a más sitios porque las nuevas tecnologías permiten contactar con prácticamente todo el mundo. De hecho, algunos premios se han ido a Argentina, México o Italia. Se va internacionalizando. Este certamen podría subir a otro nivel, pero se necesitan tiempo y medios y eso es lo que de momento no tenemos. Aun así, estamos contentos y esperamos mantener el certamen. Que siga mucho tiempo.
Y se distingue por apoyar a los realizadores de la comarca. ¿Qué supone para ellos?
Urriazinema y el festival surgieron con vocación amateur y ese deseo de impulsar a la gente nueva, en especial a los encartados, siempre ha estado ahí. En su día potenciamos el euskera y como hoy pensamos que el idioma tiene suficiente proyección concedemos un premio a los participantes de la zona.
Solo cuarenta de los 327 cortos que se han presentado se verán en la sección oficial. ¿Bajo qué criterios los han elegido?
Hay un criterio elemental: el técnico. Una película con una serie de errores no pasa, por eso seleccionamos según el tema que tratan y cómo lo tratan. Es fácil ver cuándo un corto es bueno y cuándo no por una serie de cuestiones en el argumento y la presentación.
¿Y quién decide los premios?
Los miembros de un jurado de profesionales del mundo del cine que no residan en Zalla cuya composición cambia de año en año debaten entre ellos. Son exigentes. ¡A veces nos hacen pasar las películas unas cuantas veces! No es fácil dar un premio porque hay mucha igualdad y el festival Enkarzine tampoco reparte demasiadas categorías: mejor documental, argumental, de animación y Encartaciones. Eso obliga a tener sus peleas.
¿El jurado acierta? ¿Recuerdan algún corto o algún realizador que después haya desarrollado una carrera cinematográfica?
Sí, hemos visto cortos de directores que han estado nominados al Oscar, como Nacho Vigalondo -que después fue jurado en Enkarzine- y ganadores de Goyas: Daniel Sánchez Arévalo o Juanma Bajo Ulloa. Estamos encantados de servir de trampolín.