Pionera al volante
Mari fue la primera mujer taxista de Bermeo y después una de las primeras conductoras de autobuses del Estado
Bilbao
ELLA siempre pensó que iba a ser modista, como su madre. De hecho, su primer trabajo fue de costurera en casa ayudando a su madre. Sin embargo, el destino quiso que María Antonia Sánchez San Segundo volviera a los orígenes de su familia materna, que se dedicaba al transporte por carretera en Toledo. Sin quererlo se convirtió en la primera mujer taxista de Bermeo y posteriormente en una de las primeras conductoras de autobuses del Estado. Espoleada por su amor propio y el espíritu emprendedor de su exmarido, Mari, como le conocen en Bermeo, llegó a sacarse los carnés necesarios para conducir autobuses. Gracias a ello ha estado 35 años manejando con destreza los volantes de los vehículos de la empresa familiar Túñez Sánchez. Desde hace tres ya está jubilada, pero la saga continúa. Su hijo pequeño sigue al frente del negocio; otro de los hijos tiene una empresa propia de autobuses y una de las hijas es conductora de Bizkaibus. Las otras dos hijas no se dedican al transporte, pero también tienen el carné de 1ª Especial, como el que un día se sacó su madre en Bilbao ante el asombro de los examinadores. Mari está orgullosa de haber dedicado toda su vida a una profesión "muy dura y sacrificada".
Mari llegó con su familia a Bermeo procedente de Toledo capital, donde nació hace 65 años, cuando apenas era un bebé. La casualidad hizo que su padre eligiera la villa marinera vizcaina para iniciar una nueva vida laboral. "Mi padre", cuenta Mari, "vino a Bermeo a despedirse de un tío que estaba trabajando de zapatero porque él pensaba irse al extranjero, pero mi tío le dijo: No te vayas, aquí hay trabajo". Así que el padre de Mari se quedó en Bermeo. Primero estuvo viviendo solo, y una vez asentado, reclamó a su mujer y a su hija, quedándose otro de los hijos en Toledo al cuidado de la abuela. "Pero el clima me sentaba mal", recuerda, lo que hizo que los padres decidieran enviar a Toledo a la pequeña Mari. Por ese motivo, ella se crió con la abuela -también fue una pionera del volante, porque de vez en cuando hacía portes con el camión familiar-, aunque todos los veranos regresaba a Bermeo al hogar familiar. Cuando cumplió 10 años, se trasladó a vivir con la familia de forma definitiva. Se incorporó al colegio de las Carmelitas, pero pronto tuvo que abandonar los estudios. Había que echar una mano en casa. Sus padres habían logrado montar su propio negocio, un bar, el Haizepe, en la plaza del Ayuntamiento, y una casa de huéspedes.
El trabajo en el bar no era del agrado de Mari. "Yo solo veía que cuando llegaban las fiestas, mis amigas estaban por ahí pasándoselo bien y yo tenía que estar ayudando a mis padres en el bar". Aun así, Mari no protestaba. Cumplía con las obligaciones familiares. Hasta que se independizó. En la casa de huéspedes conoció a un joven maquinista naval que navegaba en los barcos que atracaban en Ondarroa y Bermeo. Con él se casó y en poco tiempo tuvo tres hijos. "Como eran tan pequeños y tan seguidos", recuerda Mari, "le planteé a mi marido que quería sacar el carné de conducir y tener un coche, aunque fuera viejo, para poder llevármelos en verano a la playa de Mundaka, pero él me dijo que no, que no había ni carné, ni coche". Pero ella, que reconoce que es "terca como una mula", les pidió dinero a sus padres para cumplir su objetivo. Su marido, como le vio tan determinada, le dijo que si quería sacar el carné tenía que ser el de primera, ya que él ya había comenzado a trabajar como taxista. Y ella se sacó el carné ante la incredulidad de su marido. Así se convirtió en la primera mujer taxista de Bermeo.
El siguiente paso fue sacarse el carné para poder conducir autobuses. Lo hizo a espaldas de su marido. "Como sabía que se iba a oponer", cuenta, "aproveché que estaba navegando para sacármelo". También lo sacó a la primera, a pesar del celo que pusieron los examinadores. "Me mandaron hacer un recorrido más largo de lo normal para ver si cometía errores", señala.
Así, Mari comenzó a conducir uno de los dos Setra Seida que compraron. De esa forma, la empresa Túñez Sánchez iniciaba un camino sin retorno en el sector del transporte de viajeros. En este punto, lo que quiere destacar Mari es que consiguió que su apellido también figurase en el negocio familiar, "porque él no quería". Sus primeros kilómetros como conductora de autobús fueron en el transporte escolar, concretamente en el colegio de los Hermanos Menesianos, donde estudiaban sus hijos. Los fines de semana tampoco paraba. Realizaba viajes a cualquier punto de la geografía hispana, francesa o portuguesa. Y así durante más de 35 años. Reconoce que al principio fue duro, pero también que ha disfrutado con su profesión, "porque siempre me ha gustado el trato con la gente y también conducir".
Junto con su marido, del que se divorció en 2002, edificó la empresa Túñez Sánchez que hoy cuenta con una potente flota de autobuses. Ahora disfruta de la jubilación paseando por el "Bermeo de mi corazón", aprendiendo euskera y trasteando en las redes sociales de internet. Los veranos se va a un pueblecito de Toledo, pero siempre vuelve a Bermeo, "donde está mi vida".