Sestao. El sexo necesita seso como el seso necesita del deseo, la culpa, la libertad, el temor, la vergüenza, el placer o el "enganche" que lleva aparejada la sexualidad. Tal y como reivindican Ismene Camarero y Sendoa Gómez, autores de un destacable Análisis sobre la influencia de la educación sexual en menores de 13 a 15 años, en los diferentes contextos educativos. "Somos seres sexuados desde que nacemos hasta que fallecemos". Aún hoy, sostienen los autores, que entrevistaron el pasado curso a los 182 alumnos que cursaron segundo de la ESO en Sestao, hay una "idea reducida de la educación sexual que a nivel popular se centra en lo genital y lo coital, el preservativo o los métodos anticonceptivos". Precisamente, este anquilosamiento en la educación sexual, llevó a estos profesionales -pedagogo él, sexóloga y educadora ella-, a desarrollar este estudio que ha contado con la colaboración del Centro de Información Juvenil de Sestao que lleva 15 años promoviendo la educación sexual.
"Nuestra idea era mejorar la calidad de los programas y diferenciarse de otros existentes. Esta es una educación sexual de calidad donde los sexológico, lo pedagógico y lo emocional está unido y se aborda de manera integral con los chavales" apuntan Camarero y Gómez, quienes lamentan que aún hoy "alguna educación sexual se preocupa más de qué hacen con los genitales que de sus motivaciones y sentimientos".
Una cuestión que ellos pretenden desbordar con una nueva educación sexual "donde se habla de los seres sexuados, de la diferencia, de la identidad sexual -que los chavales se conozcan a si mimos, se gusten y estén a gusto consigo mismos- y donde trabajamos también lo relacional con incidencia en la prevención de la violencia de género".
Con el fin de analizar la situación actual del alumnado en materia de educación sexual; su predisposición para estudiar la materia, su grado de satisfacción con el programa Sexkuntza, su idea sobre las relaciones sexuales y de pareja y las fuentes de información de que disponen, Sendoa e Ismene plantearon una encuesta con nueve preguntas de las cuales tres se utilizaron como hilo conductor en las tres sesiones llevadas en las aulas con cada grupo de adolescentes
FOCO Para estos profesionales, en la educación sexual se pone muchas veces el foco en los adolescentes, no así en los niños o en los adultos, o en aquellos individuos que no cumplen el "estereotipo estético", cuando al final, "los adolescentes son un parodia de los adultos. Cuando ponemos el foco en ellos es porque no queremos mirarnos al ombligo", señala Ismene.
Entre las preguntas lanzadas a los jóvenes, una de ellas pretendía obtener una idea de cuáles son las emociones que este colectivo tiene más asociadas a las relaciones sexuales desde su propia perspectiva y centrada en las emociones agradables y desagradables que, el alumnado puede percibir, en esas relaciones.
Para ello, se facilitaron 19 palabras correspondientes a emociones y sentimientos como alegría, amor, deseo, placer, libertad y en ocasiones la sorpresa, los celos, el miedo, enfado, tristeza, confusión, rabia, enganche, vergüenza, asco, ahogo, humillación, dolor o exigencia. Los datos de la encuesta, revelan que las cuatro emociones agradables que más identifican los y las adolescentes en las relaciones sexuales son la alegría (59,6%), el deseo (72,1%), el amor (85,8%) y el placer.
Curiosamente, solo un 41,5% reconoce la libertad como emoción ligada a las relaciones sexuales. "Desde Sexkuntza consideramos que el concepto de libertad está inevitablemente ligado a la alegría, el deseo, el amor y el placer. Por ello, sería interesante que el alumnado tenga acceso a este tipo de reflexiones".