Basauri. El instituto de Urbi, un centro con casi 550 alumnos, deberá esperar para ver culminada la mayor y única reforma integral de su historia. La empresa adjudicataria de las obras para rehabilitar el edificio que data de 1964, entró en abril en concurso de acreedores dejando paralizado el trabajo cuando este estaba a punto de concluir.

Desde entonces, el Departamento de Educación del Gobierno vasco, encargado de financiar las obras, se encuentra procesando la manera de contratar a las firmas que rematen los trabajos, consistentes en hacer de este instituto un lugar más seguro, accesible y cómodo para todos sus alumnos y personal docente.

Según fuentes del ejecutivo autónomo, "siguiendo los pasos que marca la ley", esta misma semana van poder a resolver el contrato con el grupo Innova, la empresa en crisis, por lo que una vez completado este trámite "contrataremos directamente a los gremios que faltan" para terminar las obras.

A pesar de este nuevo contratiempo, Lakua espera que las clases puedan retomarse con normalidad para el próximo curso, siempre que los plazos para finiquitar el contrato con la firma en concurso de acreedores se cumplan. Hasta el momento, por si acaso, los módulos prefabricados que han servido desde 2011 para acoger a los jóvenes estudiantes durante sus clases para evitar las molestas obras, seguirán en su sitio.

La coincidencia de las fechas entre el previsible final de las obras y la entrada en el concurso de acreedores de la firma encargada de hacerlas hace que el retraso sea especialmente doloroso. Más teniendo en cuenta que la reforma del instituto lleva siendo noticia desde mucho antes de comenzar. Y es que primeramente, antes de idear la solución de los módulos, la idea de Educación en 2010 era la de trasladar a gran parte del alumnado de Urbi hasta el edificio del antiguo colegio Miguel de Cervantes, en la trasera de El Social Antzokia, en el centro del municipio. Un lugar alejado del barrio en el que se localiza el centro docente.

Las conversaciones con los responsables del instituto que no veían con buenos ojos esta solución hizo que el traslado fuera sustituido por los aularios móviles.

Las obras han costado en torno a los 2,6 millones de euros y han dotado al colegio de ascensores, rampas que salvan los tramos de escaleras, salidas de emergencia y sistemas antiincendios.