Zeanuri

A paso lento pero firme. Así subieron ayer las doscientas ovejas guiadas por el pastor de Zeanuri, Enrique Etxebarria y su perro Lur desde su tranquilo prado en el barrio Uribe de Zeanuri, hasta las campas de Arraba. Junto al rebaño, otro que caminaba a dos patas y que disfrutó de lo lindo de la experiencia. Llegados desde Barakaldo, Mungia, Basauri, Galdakao o Trapagaran, medio centenar de personas acompañó a Enrique durante los alrededor de 10 kilómetros que separan su baserri del refugio que mantiene en Gorbea.

A pesar de sus 69 años, el pastor es "un tío duro", según los que más le conocen. Tras la caminata de tres horas de subida y de ofrecer un hamaiketako a sus encantados acompañantes, por la tarde tuvo que ordeñar a sus animales de raza latxa para obtener la leche con la que elaborar quesos de forma artesanal en la rudimentaria quesería de su chabola al pie de la peña Lekanda.

En lo más alto de Bizkaia permanecerá hasta finales de mes, cuando descenderá con su rebaño hasta su vivienda habitual. El año que viene, a pesar de que cumple la redonda cifra de setenta inviernos, Enrique espera seguir con la tradición que recogió de su padre cuando solo contaba con trece años.

Los privilegiados que le acompañaron pudieron ver cómo su hermana Ana Mari bendijo las ovejas antes de partir hacia las campas deseándoles suerte y fuerza para que no tengan ningún percance durante su nueva aventura. Tras el rito, la comitiva empezó la ascensión entre pinares. Tras dejarlos atrás, el paisaje comenzó a cambiar con la altura. Los pinos dejaron paso a las hayas, castaños y algún que otro acebo, mientras que los paseantes se llenaban la vista con el paisaje. A pesar de que ya tenían sus pies a salvo en la pista que conduce al parque natural, el camino aún les deparaba otra nueva sorpresa: un nuevo pinar que cruzar campo a través entre el barro, las ramas caídas y la pendiente. Aun así, los cincuenta acompañantes superaron la prueba con su posterior recompensa en forma de bellos robles y más sendero hasta Pagomakurre donde realizaron la última parada antes de coger el repecho que llega a Arraba.

Bocata Las ovejas, aunque nerviosas al principio por la llegada de tanta humanidad junta, no cejaron en su empeño de tirar hacia delante. "Saben perfectamente a dónde van, y les encanta", asegura su dueño. Igual de contentos estaban excursionistas como Jose Mari Urrutikoetxea y Chechu Urrutia, dos vecinos de Mungia que ayer dejaron atrás por unas horas el bullicio de las fiestas de su pueblo para acompañar a Enrique. "Venimos todos los años, llevamos 11 y 10 ediciones cada uno. Volvemos porque pasamos un día maravilloso en el que todo es bonito. Las ovejas, Enrique, el paisaje, nada tiene desperdicio", comentaban mientras daban cuenta del bocata de panceta que dispuso el pastor.

Tampoco se quedó corto en halagos Jose Antonio Peñafiel, de Leioa. La de ayer fue su primera subida a Arraba desde Uribe con Enrique y espera repetir. "De lo que me gusta repito. Y a esto vengo sin falta", avanza, a quien le gusta andar tras su jubilación. "Entre los expedicionarios subieron valientes varios niños. Liher, Julen y Nicole, de Igorre, de once años, dejaron atrás a todos para encaminar los pasos del rebaño en primera posición. "Mañana tendremos agujetas, pero da igual. Comeremos un poco de chocolate y se nos quitarán", rezaban esperanzados junto a Andrés, un vecino de Basauri que se enteró el sábado por la noche por DEIA de la posibilidad que ofrecía Enrique. "Soy transportista y llegué a las diez de la noche de Alemania y salí a tomar algo. En el Bizkargi leí el periódico y pensé que no podía perdérmelo", admite.