Un piso que da autonomía
Juan Carlos, Andrés, Belinda y Begoña, jóvenes con discapacidad intelectual, conviven en una vivienda cedida por la Diputación Gorabide les ayuda a que puedan llevar una vida independiente
Bilbao. El sábado 13 de abril no lo borrarán tan fácilmente de sus memorias. Para Andrés Alonso, Begoña Benito, Belinda Gallach y Juan Carlos Álvarez, cuatro jóvenes vizcainos con discapacidad intelectual, fue un día repleto de emociones, de dudas y de miedos que todavía les sigue invadiendo. Pero todo se supera, es cuestión de tiempo. "Al principio tienes mil miedos, pero estamos contentos. Esto es una gran oportunidad. A partir de ahora podremos vivir como en familia. Cada uno tiene su trabajo, sus hobbies y luego vivimos juntos en esta casa", dice Belinda. Lo peor, el traslado de todas sus cosas. "Necesité cuatro taxis para traer todo a la nueva casa. Fue una locura; cajas, cajas y un montón de maletas...", describe.
Los cuatro jóvenes dejaron hace dos semanas sus respectivos centros ocupacionales para iniciar una nueva etapa, con más autonomía, en un piso cedido por la Diputación Foral de Bizkaia que, curiosidades de la vida, se ubica en la calle Autonomía de Bilbao; se trata de un inmueble con dos salones, tres habitaciones, baño y cocina en la que estos cuatro jóvenes crearán poco a poco su propio hogar. Ahora les toca vestirlo con sus cosas, darle el calor que necesita. "Un lujo, esto es un lujo", repetía emocionado Juan Carlos, el primer día que visitó el piso en compañía de Loli Barrika, directora del servicio de viviendas de la Asociación Vizcaina en Favor de las Personas con Discapacidad Intelectual, Gorabide.
"Un cambio de vivienda para cualquier persona se hace cuesta arriba y, para ellos, teniendo en cuenta lo que representa, sin lugar a dudas mucho más. En este caso han ganado en autonomía y deberán convivir y compartir un mismo techo bajo unas reglas que tendrán que cumplir", relata Barrika. Llevan poco tiempo conviviendo y por el momento se organizan sin problemas. Han escrito en una pizarra las tareas que deben realizar a diario, pero son flexibles. Bego se encarga del fregado los lunes, y Juan Carlos los martes. A Andrés le encanta cocinar y por eso no le importa ponerse el delantal para preparar la comida o la cena. "Si alguien no puede un día se lo cambia a otro y no pasa nada. Es cuestión de organización. Por ahora nadie se escaquea", cuenta Begoña. Para ella el cambio ha sido muy grande, pero cree que es un paso "muy positivo porque nos abre muchas puertas".
Begoña Benito tiene 32 años y trabaja en el BBK Bilbao Good Hostel de Bolueta, gestionado por Lantegi Batuak. Le encanta escuchar música, trastear con su portátil, salir a pasear e ir de compras con las monitoras. Ha vivido nueve años en la residencia Dolaretxe, gestionada por Gorabide. "Todavía me quedan cosas por traer a casa. Espero terminar con el traslado en los próximos días", apunta. Bego y Andrés Alonso son amigos desde hace años. Alonso es un campeón de tenis de mesa. Acaba de quedar subcampeón en el estatal de tenis de mesa adaptado. "Yo estoy muy contento. Cuando me preguntaron si quería cambiarme a un piso ni me lo pensé. Aquí estamos a gusto y nos llevamos muy bien. Además, conozco de hace tiempo a Bego y encima trabajo con Juan Carlos", cuenta Andrés. El trasladado lo tiene prácticamente hecho, solo le falta coger los trofeos que ha ganado jugando a ping-pong y colocarlos en una vitrina en su habitación. "Eso es lo más importante para mí", apunta Alonso.
Belinda y Juan Carlos son pareja desde 2005. Ambos trabajan en Lantegi Batuak; Belinda limpia la estación de metro de Etxebarri y Juan Carlos forma parte de un equipo de jardinería destinado en Mungia. Su nueva etapa la asumen con ilusión, pero reconocen haber sentido miedo. "Nunca nos ponemos enfermos y con el traslado a mí se me puso el ojo hinchado y a Juan Carlos le salió un flemón. Antes vivíamos en una residencia con más gente", relataba Belinda.
Sin embargo, y pese a los lógicos nervios que genera cualquier traslado, ambos saben que no están solos. Detrás cuentan con un equipo de profesionales cualificados de Gorabide. Cristina es monitora y acude todos los días al piso para estar con los cuatro jóvenes unas horas y comprobar que todo marcha a la perfección. "En el centro que vivíamos antes los monitores estaban más tiempo. Ahora estamos más libres, pero sabemos que si necesitamos alguna cosa con llamar a un teléfono están ahí", dice Juan Carlos.
Todas las semanas realizan reuniones para analizar cómo va la convivencia y poner sobre la mesa los problemas o dudas que se puedan generar. "La comunicación es clave para solucionar los problemas que se puedan dar", comenta en este sentido Cristina.
Independencia y privacidad El servicio de vivienda de la calle Autonomía es una modalidad de alojamiento comunitario que tiene como objetivo facilitar una vida cuasi familiar, una atención personalizada y el respeto a la independencia y privacidad de sus residentes. La Diputación ha cedido este inmueble que "garantiza la igualdad de oportunidades". En la actualidad en Bizkaia son 9 las viviendas destinadas para este colectivo que cuentan con la gestión de Gorabide. Son 47 las personas que conviven en los pisos ubicados en Bilbao, en las calles Autonomía, General Salazar, Deusto (dos pisos) y en Santutxu. En Sestao y Santurtzi también cuentan con dos inmuebles.
"El objetivo es potenciar la convivencia y el reparto de tareas, así como el uso del entorno para el desarrollo personal", apuntan desde la institución foral. Asimismo, con este tipo de iniciativas también se pretenden generar patrones para la correcta convivencia en grupo, potenciar vínculos con el entorno cercano y fomentar la participación de los usuarios en los recursos comunitarios, así como favorecer las relaciones interpersonales de los usuarios con sus núcleos familiares y de amigos. Esta labor no es fácil, pero desde Gorabide trabajan para que las personas con alguna discapacidad puedan aprender y desarrollar actitudes para una vida lo más autónoma posible.
"Para vivir en un piso no se llega de un día a otro. Es necesario un largo proceso de aprendizaje. Además, no todas las personas son iguales, ni necesitan las mismas cosas", cuenta Mónica Ramos, coordinadora de atención directa del servicio de vivienda de Gorabide. Solo llevan compartiendo hogar dos semanas y ya han marcado una norma básica de convivencia: Andrés y Juan Carlos son fumadores y cuando quieren echar un pitillo lo hacen en la salita de la entrada para no molestar a Begoña y Belinda.
Los cuatro están contentos con el paso que han dado, pero son conscientes de las dificultades. Sin embargo, están preparados para recorrer la nueva etapa con paso firme. "Cuando superemos el miedo haremos la inauguración del piso con amigos, familiares y monitores", dice Belinda con una sonrisa.